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En las elecciones generales del pasado domingo, se ha asistido en dos de las principales ciudades del Departamento Colón, a un cimbronazo que en ambos casos no era del todo esperado, a pesar de que con “el diario de hoy” en la mano, son muchos los que afirman que, teniendo en cuenta los resultados de las primarias, el golpe se hubiera podido anticipar.

En el caso de Colón ciudad, ello ha significado poner fin a más de tres décadas de administraciones justicialistas y a los ocho últimos años de destino de esa fuerza a través de la “variante Rebord”, una peculiaridad de la política local, que estaba convencida de su continuidad con una jugada de enroque. A su vez, en el caso de San José, se ha asistido a lo que los vecinalistas perciben como un revés inesperado si se atiende a la prolijidad exhibida en sus gestiones al frente de la comuna. En los dos casos puede hablarse de “desgaste”, aunque su naturaleza no fuera la misma en ambas situaciones, ya que en Colón se asistía a una sensación de “hartazgo” en un sector importante de la opinión pública local, que inexplicablemente no fue, al menos en apariencia, percibido por el jefe comunal, y ahora flamante diputado electo, a pesar de su inocultable habilidad política; la que sin embargo no habría sido suficiente para percibir en toda su medida el cambio de humor social, y no habría tenido en cuenta, a pesar de su ingenio en trazar líneas, en comprender que en la gestión municipal un lugar importantísimo es ocuparse del “día a día”. Pero de cualquier manera no es este el momento para efectuar una valoración crítica de su gestión, por lo mismo que se extenderá hasta casi el fin del presente año, teniendo oportunidad -y así se espera- de actuar en beneficio de todos, y en el retoque de su imagen y mostrar su potencialidad desaprovechada, en el tiempo que le queda de mandato.

En el caso sanjosesino, como decíamos, el desgaste es de aquellos que se dan en un país normal -cosa que por no ser generalmente el caso del nuestro, dice bien de nuestros vecinos- y abre la posibilidad de que se asista a un fenómeno positivo de “alternancia”, la que por otra parte desde una perspectiva institucional es saludable, sobre todo si en su caso concreto se tienen presentes experiencias anteriores que se debe cuidar, en nuestro parecer al menos, de no repetirse, y de las que todo lleva a suponer que se ha aprendido. Dentro de ese contexto, Villa Elisa sigue siendo un caso aparte -no por nada en su momento, al referirse a ella, se hablaba de “la porfiada”- aunque las últimas primarias vinieron a mostrar en el campo del oficialismo la presencia de un incremento en sus “líneas internas”, por llamarlas de algún modo, que se debería tomar como una señal de advertencia del peligro de un disgregamiento.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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