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Senador José Miguel Ángel Mayans
Senador José Miguel Ángel Mayans
Senador José Miguel Ángel Mayans
Recurriendo a publicaciones y sitios digitales que se ocupan de informar acerca de “quién es quién” –al modo de una vieja publicación de actualización permanente, la cual a imitación de la anglosajona “Who is Who”, se titulaba “Quién es quién en la Argentina”- hemos podido recoger datos biográficos de José Miguel Ángel Mayans.

En ellas se señala el hecho que se trata de un formoseño nacido en Clorinda en el año 1957, cuya profesión según una de ellas es la de “político” –queriendo decir con ello que es “político profesional”- y el cual de la mano del gobernador Gildo Insfrán, llevó a cabo una carrera en cargos electivos, verdaderamente estelar.

Diputado provincial desde 1987 al 2001, a partir de allí, y sin solución de continuidad, pasó a ocupar una banca en el Senado de la Nación, cargo que sigue ocupando en la actualidad. Y como tal, se desempeña actualmente como jefe del bloque senatorial del Frente para todos.

Mientras tanto, si nos hemos detenido sobre la trayectoria biográfica del nombrado, no es por el hecho de su estrecha relación con el gobernador vitalicio de Formosa mencionado, ni tampoco por las versiones que lo hacen actualmente como muy cercano a la vice presidenta; ni, por supuesto, por ninguna cuestión de carácter personal, ya a ese respecto no tenemos nada que decir.

En cambio, lo que impulsa estas referencias son sus expresiones durante un reciente debate en el Senado, en las que efectúa una grave apreciación –lo de grave, quedará aclarado más adelante- que vincula erróneamente “a Colón, con el colonialismo”, todo ello en el marco de la reciente conmemoración del 12 de octubre, fecha del descubrimiento de América.

Antes de proseguir, debemos aclarar que nunca hemos coincidido con la denominación dada entre nosotros oficialmente, en su momento, a esa conmemoración; al habérselo designado como “el Día de la Raza”, una forma de hacer referencia a esa fecha, que tenemos por totalmente equivocada.

Máxime, cuando a renglón seguido de así mencionarla, era frecuente escuchar una revalorización del “mestizaje” –sobre todo el de materia cultural- y se destacaba positivamente el hecho que en nuestro continente se había producido un “crisol de razas”, todo lo cual es correcto.

Dentro de ese contexto, resulta admisible –e inclusive hasta razonable- el hecho según el cual, por una decisión del gobierno nacional del año 2010, el nombre de Día de la Raza, haya sido sustituido por el del Día del Respeto a la Diversidad Cultural Americana. Inclusive cabría hasta coincidir con los fundamentos de esa decisión, cuando se señala que la misma ha sido adoptada con el objeto de dotar “a dicha fecha de un significado acorde al valor que asigna nuestra Constitución Nacional y diversos tratados y declaraciones de derechos humanos, a la diversidad étnica y cultural de todos los pueblos".

Algo que, sin embargo, no nos explicamos, es la ojeriza manifiesta que en los tiempos actuales viene a provocar la figura de Cristóbal Colón. Puesta de manifiesta de las maneras más diversas y, de la cual, resulta la más notoriamente simbólica el trato descomedido –que no solo es una cuestión que se ha dado en nuestro país- a los monumentos levantados en su homenaje.

Una distinción que, en nuestra manera de ver, debe por el contrario considerarse merecida. Ya que con acierto se ha señalado que desde una perspectiva objetiva ha sido el llamado “descubrimiento” una de las más grandes de las proezas humanas. Es así como existen quienes, en ámbitos académicos, le asignan un mérito mayor que el primer viaje a la luna, atendiendo al mayor coraje del tránsito de Colón por el “mar océano” hacia lo desconocido que significaba una muestra de arrojo, incluso mayor que el viaje al espacio exterior.

Es que, en realidad a Colón, un “descubridor”, se lo considera, en nuestra opinión en forma errónea, como el símbolo de la “Conquista”. A la que, a la vez, su cara obscura –que la tiene- se la juzga, lentes ideológicos mediante, con criterios actuales, muy distintos a los de aquellos tiempos. Y por nuestra parte, no podemos dejar de aventurarnos en señalar que en esas críticas existe, al menos, una pizca de hipocresía, cuando quienes la formulan, están repudiando hasta cierto punto a esos ascendientes suyos que llegaron aquí descendiendo de los “barcos”.

Y a esta altura de esta nota editorial se hace presente el senador Mayans, dada la circunstancia que en su reciente participación en una sesión de ese cuerpo, al denostar a Colón, vino a afirmar que el “coloniaje”, el “colonialismo”, las “ colonias”, y suponemos que hasta los “colonos”, daban cuenta de denominaciones que daba por cierto derivaban del apellido de Colón, circunstancia la cual, dicho sea de paso, ha despertado controversias irresueltas acerca de si ese era su apellido verdadero.

Es que no puede pasarse por alto el hecho que, de acuerdo al diccionario, “la palabra colonia (agrupación de colonos) viene del latín colonia y significa "territorio establecido por gente que no es de ahí". La palabra latina deriva del verbo colere (cultivar, habitar) asociado con una raíz indoeuropea *kwel- (revolver, mudar)”.

De donde, tal cual se suele decir, apelando a un dicho popular, Colón “nada tiene que ver en este entierro”. Aunque señalar ese error, no es en realidad el objeto de este análisis.

Ya que nadie está exento de equivocarse, pero debe admitirse que resulta cuestionable que esos errores sean la parte nuclear de un desarrollo, que forma parte de una pieza oratoria, pronunciada en tono doctoral, desde uno de los más respetables cenáculos de la Nación.

Y no viene al caso una disculpa, basada en el hecho que quien ha hablado no es otra cosa que un “político de profesión”, en cuyo caso resultaría explicable que fuera protagonista de una situación de este tipo. Dado que, si así ahora nos encontramos ante esta situación, es, en parte, una de las causas del deterioro mayúsculo de la imagen de los políticos, que reside en el verlos caer en este tipo de pequeñas torpezas.

Ya que ello lleva a pensar en cuál es la dimensión de las grandes que cometen y a explicar las severas críticas que se hacen en relación a “nuestra dirigencia”. Todo sin olvidar la parte de culpa que a cada uno de nosotros nos toca, ya que es sabido aquello que “los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”. Al menos casi siempre…

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