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Un frente cuidado, pero atrás, un baldío con yuyos
Un frente cuidado, pero atrás, un baldío con yuyos
Un frente cuidado, pero atrás, un baldío con yuyos
Nos estamos refiriendo concretamente a aquellas "en apariencia nimias", que pueden estar presente en cualquier núcleo urbano, y a las que precisamente no se les presta la atención debida por esa circunstancia, en contraposición al trato que las mismas exigen.

Se trata de una conclusión que guarda un lejano parecido con la teoría desarrollada por dos científicos sociales ingleses, y que adquirió popularidad por ser invocada –y aplicada a su manera- por un notorio alcalde de la ciudad de Nueva York en la década de 1990, y el que en tiempos recientes llegó a actuar como abogado personal de Donald Trump –se trata de Rudy Giuliani- y que es conocida en el ámbito criminológico como la “teoría de las ventanas rotas”.

La cual en su versión más sofisticada concluye en señalar que “el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.” Algo que, dicho con palabras más simples, se enuncia diciendo que “si en un edificio aparece una ventana rota, y no se arregla pronto, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas por quienes son propensos a hacer daño, por el solo gusto de hacerlo”.

Es conveniente hacer la salvedad que, ante la manera en la que el alcalde Giuliani interpretaba -y sobre todo aplicaba- esa teoría, en lo que se exhibía como una “política de mano dura”, con una elevada utilización de “cacheos” y “detenciones arbitrarias”, los autores de la teoría tuvieron que salir a explicar que la misma nada tenía que ver con los programas de seguridad pública basados en la “tolerancia cero”, sino, según sus propios dichos, es un método que requiere "una cuidadosa formación, directrices y supervisión" y una relación positiva con las vecinos de la ciudad.

De cualquier manera, independientemente de sus interpretaciones extremistas, es dable extender su aplicación al manejo de nuestras ciudades. De allí que cabría considerar que “la desprolijidad en materia urbana es contagiosa”, de manera que una municipalidad que muestra fallas serias en el cuidado de la vía pública verá domo esa desidia es acompañada de diversas maneras por los vecinos, con un resultado explosivamente incrementado en sus consecuencias.

Antes de hacer una referencia concreta a ese tipo de “desprolijidades nimias”, en apariencias nimias, que sirven para ilustrar lo hasta aquí indicado, consideramos que se hace conveniente explicar una referencia “especial” –aunque no necesariamente prioritaria- a la ciudad de Colón, que en ocasiones efectuamos en esta columna, para partiendo de lo que allí sucede, a pasar a ocuparnos de situaciones que se las ve habitualmente repetida en otras partes. A ese respecto no podemos resistir a la tentación de remedar la descripción que se hace en una nota periodística referida al “kirchnerismo”, como una tendencia política que tiene su “casa matriz” en Santa Cruz, y su “casa central” en la provincia de Buenos Aires. De donde Colón es nuestra “casa matriz” y ello viene a explicar la tonalidad de esta columna.

Dado lo cual no podemos menos que hacer notar a los munícipes colonenses, que todavía sigue en su lugar la pobre propaganda callejera fija utilizada en la última campaña electoral, e inclusive la existencia de un mural de gran tamaño en el que aparece pintado un corazón de un rojo desvaído, que tiene que ver con la campaña en la cual las actuales autoridades municipales de la ciudad fueron electas. O que en el predio donde se levantó la nueva sala hospitalaria consecuencia de la pandemia, hubo “un lavado de cara” en el sector del frente del predio donde se levanta el edificio, en el acto se su inauguración, en presencia de las máximas autoridades provinciales y con “la participación especial” de un candidato a diputado nacional oficialista, desempeñando el rol de conductor de una flamante ambulancia, donación del gobierno provincial, todo ello mientras el mismo predio entonces tenía, y sigue teniendo su parte trasera –que no es un “fondo” porque viene a continuar sobre la misma calle a la instalación inaugurada-, mostrándose como lo que es… “un baldío lleno de yuyos”.
Fuente: El Entre Ríos

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