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La nueva vacuna Sputnik V, testeada en Rusia, es otra señal de lo que se viene en las relaciones internacionales ¿Cómo es que se aprobó tan rápido? ¿Qué nos dice del mundo?

El gobierno ruso fue el primero en registrar una vacuna contra el Covid-19 para aplicarla en civiles. La carrera sanitaria por ver cuál iba a ser el primer proyecto en producir una vacuna comercializable parecía definirse entre Oxford y AstraZeneca (Reino Unido), Pfizer y BionTech (Estados Unidos y Alemania) o CanSino Biologics (China). Pero apareció Putin, quien oficializó el “éxito” de la vacuna que prepararon el Instituto Gamaleya y el Fondo de Inversión Directa de Rusia en conjunto.

¿Es viable la vacuna rusa? Desde hace meses que los laboratorios internacionales vienen haciendo pruebas y siguiendo protocolos para asegurarse de que efectivamente van a poder proveer un producto que no tenga efectos secundarios. Ello implica, en parte, esperar a ver cómo evolucionan los que se sometieron a las pruebas, ya que con el pasar de las semanas o los meses pueden aparecer secuelas nocivas que no son contempladas cuando recién se inyecta la vacuna. Las autoridades rusas creyeron conveniente acelerar o saltearse parte de ese proceso, por decirlo de una manera sutil. Las críticas o mensajes preventivos por mala praxis, provenientes de laboratorios de otros países, de la asociación rusa de organizaciones de ensayos clínicos (ACTO) o mismo de la OMS, no tardaron en llegar. Auguran, en su mayoría, que esto podría derivar en un desastre.

A pesar de las controversias, el presidente Putin se mostró seguro y cree que la vacuna será un éxito. Dato de color: una de sus hijas fue parte del grupo de voluntarios que se inoculó con las diferentes dosis. El progreso observado en los ensayos le permiten creer que se trata de un experimento eficaz. Putin se muestra más decidido aún al escuchar las declaraciones de Kirill Dmitriev , CEO del Fondo de Inversión Directa de Rusia, quien contó que 20 países pidieron más de 1000 millones de dosis mientras se avanza en negociaciones para que la producción se de en otros países, como Cuba o Brasil.

Algunos años atrás, cuando se esperaba más del orden internacional, era posible pensar que, en una circunstancia como esta, los diferentes gobiernos podrían haber tenido un comportamiento diferente ¿Cómo? Impulsando a los laboratorios a trabajar juntos bajo la dirección de la OMS y uniendo fuerzas para lanzar una vacuna lo más rápido posible. Basta con observar los acontecimientos para notar que eso no es posible en 2020.

La globalización es un proceso difícil de frenar. No por ello deja de ser un proceso que pueda mutar. El comportamiento irresponsable y parcial de la OMS, las sucesivas fallas en las instituciones que supuestamente lideran la gobernanza global y el desencanto con este modelo de integración multilateral (reflejado en el Brexit y en el retiro del Acuerdo de París por parte de Estados Unidos, entre otros ejemplos) nos llevan a pensar que el ideal del mundo ONU (de índole liberal, que vele por la paz mundial, el entendimiento mutuo y la unión de las naciones a pesar de las diferencias) está en jaque.

La vacuna rusa, bautizada como Sputnik V en alusión a aquel satélite de la Unión Soviética que dio comienzo a la carrera espacial contra Estados Unidos en 1957, es prueba fehaciente de lo que se viene: una mezcla de carreras y negociaciones bilaterales para ver quién se queda con el negocio en una región o en otra. La diferencia es que antes solo se hablaba de satélites, cohetes o armas nucleares. Hoy importan tanto o más las aplicaciones de celular, las generaciones de telefonía móvil o las vacunas (al menos este año).

Si hace falta prohibir TikTok, los celulares Huawei, la Sputnik V o salirse de las instituciones que obstaculizan los intereses nacionales, Trump lo hará e incitará a sus aliados a hacerlo. China seguirá censurando Facebook y otros productos norteamericanos si lo considera necesario para que el régimen se mantenga en pie, mientras promueve sus aplicaciones, con éxito, alrededor del mundo. Rusia, que viene por detrás de estos dos países en cuanto a relevancia, es el tercero en discordia, pero tanto Estados Unidos como China querrían tenerlo de su lado. Cuenta también con “armas” interesantes (como Telegram o FaceApp) y haría lo que sea para que nadie le saque ventaja o deslegitime el multimillonario negocio que hay detrás de la vacuna que recientemente registró Putin.

¿Qué le queda al resto? Por un lado, anotarse en la carrera para ser poderes hegemónicos, lo cual parece más complejo. Por el otro, venderse al mejor postor o al país con el que comparten más valores. En este sentido, veremos una lucha empedernida entre los países más poderosos para ver quién guardará mejor relación con los países de menor relevancia. Sudamérica es un campo minado por estos conflictos de intereses: los negocios chinos y rusos en Venezuela, la comercialización de la soja con China desde Argentina o Brasil, las variaciones en las relaciones diplomáticas con Estados Unidos y ahora los países que se ofrecen para reproducir la vacuna rusa.

La globalización no es la misma que se imaginaba el mundo con la caída de la Unión Soviética. No llega a su fin, sino que cambian las formas (relaciones menos institucionalizadas, lo que en parte implica menos moderación) y los medios.

Volviendo a la vacuna Sputnik V, es evidente que forma parte de este proceso: poco importa la opinión de la llamada comunidad internacional, de la OMS o del conjunto de los laboratorios del mundo. Los riesgos parecen ser bajos en comparación con los posibles beneficios de ser los primeros en proveer la solución al Covid-19 ¿Hay vacuna? Sí ¿Va a funcionar bien? Creen que sí ¿Genera ganancias extravagantes? Sí ¿Pone a Rusia en una posición de predominancia? Puede ser ¿Es una vía para reforzar relaciones con países de menor calibre, que son o que pueden ser aliados? También. Importa ganar, llegar a ser mejor que el resto (en este caso, tratar de acercarse a Estados Unidos y a China) o mostrar que valen mucho en el concierto de las naciones, no la convivencia pacífica o las soluciones responsables en conjunto.
Fuente: El Entre Ríos

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