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Eduardo Solari y Marcelo Casaretto
Eduardo Solari y Marcelo Casaretto
Eduardo Solari y Marcelo Casaretto
La coyuntura nos encuentra des-coyunturados

Estoy convencido que todos sabemos y la vez no, lo que mencionamos con la palabra coyuntura. Aunque también que, cuando hacemos mención a ella, la imagen que se hace presente en nuestra cabeza es diferente, y depende inclusive la respuesta de la profesión de quien es interrogado.



Es así como creo de una manera que es tan solo intuitiva, que ante una pregunta al respecto, va a ser diferente la respuesta que, con una rapidez variable, pero, que cualquier manera no tendrá nada de dubitativa, será la que dará un carnicero a la de quien sea profesor, o un simple alumno, dedicado al estudio de alguna de las tantas ciencias sociales.

Así, un carnicero no podrá menos que asociar la expresión con los animales, que de faenarlos y luego trozarlo se trata. Y es por ello, sean cuales fueran las palabras empleadas, dirá que la coyuntura es la articulación de un hueso con otro. A lo que alguien del oficio, pero más leído añadirá la circunstancia de que esa articulación es movible, ya que de no ser así su rigidez que suene a soldadura impedirá que cumpla su función.

En cambio los estudiosos de que he hablado seguramente consultando algún libro e incluso un diccionario, no podrán menos que embarullarse al momento de tener que optar entre tantas de las que se han atiborrado, por más que termine por hacerlo por una de ellas, y como consecuencia de lo cual llegar a describir a la coyuntura como el conjunto de circunstancias, hechos importantes o históricos, contingentes y cambiantes que determinan una situación. Es por eso que no resultará extraño que al nieto de un carnicero que curse estudios universitarios en la indicada especialidad, verlo acotar que la idea de relacionar ligazón y articulación con coyuntura, nos refiere a una manera práctica de entender la realidad social, es decir, comprender cómo se coordinan, ensamblando los diversos factores que la conforman.

Prosiguiendo con este relato hipotético, cabría indicar que, de lo que dijo su nieto, el carnicero no entendió ni mu, pero ello no le impidió, por el contrario, sentirse orgulloso por la aparente sapiencia de su joven descendiente, del que como se dice viene a ser padre por vez segunda.

Por mi parte, mi parecer está en poner el acento en el hecho que lo esencial en la coyuntura, cualquiera sea ésta, se encuentra en la presencia de una articulación, a lo que se suma el momento concreto en que se da; de donde, por tal, debemos entender la forma como se articulan las partes de un todo social, en un momento dado.
Una cuestión espinosa: ¿puede darse el caso de una coyuntura des-coyunturada?
De esta manera, el titular el acápite anterior, era una afirmación a la que he transformado en un interrogante. Algo que daría la impresión de estar ante una situación similar a la de quien al comenzar afirmando que el problema de la cuadratura del círculo tiene solución, pasa a renglón seguido a quedarse empantanado al momento de procurar explicarlo.

Estimo, a pesar de lo dicho que, en nuestro caso, a diferencia del caso hipotético que he señalado como ejemplo, una explicación válida no es solo posible, sino que está lejos de ser complicada.

Es que, parto de la base que la respuesta depende de la forma en que queda articulada la realidad en un momento dado. De donde, si esa articulación es incorrecta, ya que por falta de coordinación, no solo se asiste a la presencia de piezas defectuosamente ensambladas, y otras ensambladas en el lugar que no corresponde, y otras que lisa y llanamente quedan sin ensamblar, ninguna duda puede caber que nos encontramos ante una coyuntura des-coyunturada. Algo de lo que ya no puede hablarse en el caso en que veamos las distintas piezas desparramadas.

La pregunta que queda por hacernos, al mirar a nuestro entorno, es si la actual administración presidencial, dadas sus peculiares características, a las que, por otra parte, no me detendré a enumerar y menos a describir, no viene a efectuar una contribución importante a ese de nuestra sociedad, del que estamos lejos de considerarlo el único responsable.

Y a ese respecto, y más allá de las faltas de coordinación y los avances y retrocesos observables, cabría interrogarse sino debería ser motivo de alarma la atención prioritaria que se le presta a cuestiones que no la requieren, o que interesan a muy pocos, mientras se desatienden otras que sí la exigen.
La iniciativa Casaretto
En medio de una coyuntura así caracterizada, no es extraño que se presenten una serie de situaciones, que dan esa impresión. O sea, para reiterarlo de una manera más enfática, cualquiera llega a encontrarse ante circunstancias que dan la impresión que nuestra dirigencia gubernamental parece avocarse, y hacerlo, en algunos casos de una manera obsesiva, a tópicos que no hacen al interés del común, es decir, a preocupaciones reales de la gente. Ello dilapidando un tiempo precioso, en el planteo de iniciativas que, cuando no sirven a un interés personal, sirven únicamente para publicitar su autor, o tan solo para encender polémicas, en el fondo inconsistentes.

Es aquí donde se hace presente una iniciativa del diputado nacional por nuestra provincia Marcelo Casaretto. Y antes de avanzar en ella, no puedo dejar de reconocer que lo que sigue no significa negar, tanto la formación intelectual sólida del nombrado, como su trayectoria en el campo institucional. La misma que lo ha llevado a ocupar las posiciones más variadas, tanto como legislador provincial y el haber sido director de distintos organismos sensibles para el funcionamiento de la administración provincial.

La iniciativa de Casaretto a la que hacemos referencia, tiende, en lo fundamental, a aumentar la representación de nuestra provincia en la Cámara de Diputados de la Nación de nueve a doce diputados, en el marco de una redistribución de los mismos según la actual población del distrito a que ellos pertenecen, y de manera implícita contemplar la posibilidad de un posible incremento en su número, en función de esos mismos cambios demográficos; los cuales en el país se han producido en los diez últimos años.

No es el caso de entrar en una evaluación de los fundamentos de naturaleza constitucional de una decisión de ese tipo, sino de hacer un comentario de ella que tiene que ver con su oportunidad.
Se trata de algo que el mismo Casaretto reconoce cuando expresa que va ser muy difícil que se apruebe, lo que no implica que no debamos discutirlo. Creo que como diputados tenemos que discutir todos los temas. No estoy de acuerdo con los que anteponen el argumento de la oportunidad, porque nunca es el momento para tratar nada.

Con lo que viene a tratar de desentenderse de la cuestión de oportunidad, que en los momentos actuales es fundamental. Ya que no puede pasarse por alto la pésima imagen que nuestros legisladores tienen en importantes sectores de la opinión pública, como consecuencia de su impresión generalizada que aquéllos, hace de esto mucho tiempo atrás, se han convertido en una clase parasitaria.

Para decirlo de una manera más contundente, no resulta por lo menos simpático hablar en favor del incremento en el número de los cargos públicos, en circunstancias en las que, según las propias estadísticas oficiales, el número de desempleados en nuestro país está por alcanzar el millón.
La iniciativa Solari
Lo que acaba de ser señalado, no significa que no existan cuestiones de carácter institucional cuyo tratamiento resulta siempre oportuno por las legislaturas de nuestro país a todos sus niveles, por cuanto significan un avance en lo que respecta a la calidad de la representación y a la mejora en su funcionamiento.

Ese es el caso de la aprobación por parte de la Legislatura mendocina de la ley de lo que se conoce con el nombre de ficha limpia, por la cual se establece la prohibición que los candidatos a ocupar a cargos electivos, o los que sean designados para cumplir funciones en la administración pública (en esta caso en el ámbito de esa provincia) sean personas que de sus respectivos antecedentes registrados, se desprenda que su ficha está sucia, como consecuencia de figurar en ella sentencia de condena penal y disponiendo la prisión preventiva de quien deba presentarla.

En esa línea se inscriben los reclamos del legislador provincial Eduardo Solari, quien acaba de dirigir una carta pública a los entrerrianos, la que si no ha tenido la atención pública que merece su contenido, es como consecuencia de haberse procurado acallarla, por poner los puntos sobre las íes.

En ella se comienza por alertar acerca de la posibilidad de que se pretenda instalar la impunidad ante notorios hechos de corrupción ocurridos en la provincia en los últimos años.

De allí en más pasa a enumerar situaciones que lo llevan a abrigar esos temores. Es así como indica que el exgobernador Urribarri es embajador y todavía sin fecha de inicio de juicio de ninguno de sus procesos abiertos por delitos contra el Estado, pasando a calificar esa situación como una vergüenza internacional. (Algo que debe permitírseme el reparo de considerarlo redundante, ya que hubiera bastado con señalar que ello es una vergüenza).

Igual juicio merece la demora en la fijación de una audiencia judicial para decidir si se acepta o no el juicio abreviado pactado entre el Ministerio Público Fiscal y la defensa del ladrón confeso José Allende, ya que la misma fuera suspendida y tampoco tiene fecha de concreción.

Hace a renglón seguido referencia a la que denomina comedia dramática de los contratos truchos -que involucra miles de millones de pesos en la Legislatura en el período 2008-2018- denuncia que sigue en la nebulosa, y los principales responsables (entre ellos el ex vicegobernador y actual intendente de Paraná, Adán Bahl) ni siquiera han sido convocados una sola vez por el Ministerio Público Fiscal a dar alguna explicación.

Añadiendo que las maniobras para dilatar esta causa entre el Poder Ejecutivo y el procurador general, Jorge García, son evidentes en los pasillos de Tribunales. (En este caso lo que me parece oportuno es efectuar un reclamo, ya que no he sabido que ningún legislador haya explicado en qué consiste esa maniobra y las pruebas acumuladas acerca de ella).

En esa suerte de Yo acuso que lleva a rememorar el auténtico de Emile Zola, en el famoso y ya olvidado caso Dreyfus, reflexiona con justeza al señalar que la injusticia e impunidad solo generan el descrédito de nuestra democracia y sus instituciones, y esto no lo vamos a permitir. Agregando que Entre Ríos necesita inversiones, empleos genuinos y crecimiento, y para ello es elemental la seguridad jurídica y terminar con la corrupción que solo alienta el atraso y la pobreza.

De allí que también inste a la Cámara a la que pertenece a que se traten dos proyectos de ley de su autoría. El primero, el de Ética Pública, presentado en febrero, para que todos los interesados tengan acceso a la información acerca del patrimonio de los funcionarios públicos cuando llegan al gobierno y durante su desempeño, entre otras cuestiones”. El segundo, referido a la reforma del Código Procesal Penal, que presenté hace un par de meses, para eliminar la posibilidad que los procesos por corrupción puedan ‘arreglarse’ en juicio abreviado.

Concluyo formulándome y formulando esta pregunta: ¿será posible que a esta altura de los tiempos todavía no contemos con esos resortes institucionales?
Fuente: El Entre Ríos

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