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Después de gobernar durante 16 de los últimos 20 años, la Vicepresidente insiste en que debe aplicarse más de la misma receta que en tanto tiempo nos generó tan magros resultados económicos y sociales. No parece detectar que la receta no ha funcionado, ni que, si fuera cierto que es la receta correcta, no ha sabido llevarla a la práctica.

En el más reciente Relevamiento de Expectativas de Mercado que recoge el BCRA, los economistas participantes pronostican para 2023 una caída de casi 3% en el PBI y una inflación de 110%. Probablemente la encuesta de abril dé números peores. La sequía fue un golpe de gracia, y lo peor está por venir. Pretender llegar a las elecciones sin cambios drásticos demandará resignar crecimiento, inflación o brecha cambiaria. Para colmo, elegir no garantiza llegar sin turbulencias.

El show mediático que montó el Ministro de Economía en brókeres y gestores de fondos sugiere que, entre esos males, la volatilidad de la brecha cambiaria es el menos tolerable. Es que el tipo de cambio se mide minuto a minuto, y genera una histeria que alcanza a toda la sociedad. Es el holter del estado general de las cosas.

Que el dólar blue haya tenido una salto de casi $100 en abril refleja mayor incertidumbre en el mercado cambiario y financiero. Los precios, en finanzas, son el reflejo de las expectativas. Temores como un salto devaluatorio, o un aumento de la inflación (e, incluso, una hiperinflación), son temores que el mercado incorpora en los precios. De ahí que los activos argentinos operen con un gran descuento contra los activos comparables.

Hasta finales de marzo, inflación, dólar oficial, dólar paralelo e índice Merval venían moviéndose a ritmos similares. En abril, sin embargo, se perdió esa sincronización. Se desanclaron las expectativas. Es que a los temores conocidos (inflación, devaluación), que son cuantificables, se le sumaron temores a lo desconocido, a algo que no se puede medir con la información presente. Esta novedad llevó a que aumente la volatilidad, y se haya perdido, en apariencia, la racionalidad en las cotizaciones.

Desde fines de 2022, el camino hacia las elecciones había actuado como un imán para dotar al mercado financiero y cambiario de tranquilidad y optimismo. Ahora que nos acercamos, el optimismo persiste, pero los temores por lo inmediato aumentaron. La política, sobre todo la política durante la transición hasta diciembre, se ha convertido en la fuente de los temores a lo desconocido.

La reacción desesperada del Ministro sugiere que el desorden le resultó intolerable, a él y a los líderes del Frente de Todos. Lo mostró vulnerable; le hizo perder el favor del mercado, que con su reacción quedó definitivamente dañado. Sin Massa, lo desconocido se vuelve más probable, aunque no se lo pueda medir.

La anomalía de tener un Presidente sin poder, una Vicepresidente que dice retirarse, pero mantiene el mayor caudal de votos de la coalición, y un Ministro que actúa como presidente sin tener el cargo formal ni los votos da lugar a supuestos alocados. Carecer de un ancla política da rienda suelta a la imaginación.

¿Renunciará Alberto Fernández? ¿Será un ultrakirchnerista, en reemplazo de Sergio Massa, o incluso el propio Ministro, capaz de iniciar un festival de gasto y emisión, como pareció sugerir la Vicepresidente en su discurso? ¿Cómo reaccionarán sindicalistas y movimientos sociales si el Frente de Todos llegara a quedar tercero en las elecciones? Preguntas sin respuesta, que despiertan el temor a lo desconocido y hacen que la gente se aferre a lo único en que, caro o barato, confían: el dólar.

El historiador británico Niall Ferguson, en su libro “El triunfo del dinero”, dice que la inflación es siempre un fenómeno monetario, pero la hiperinflación es siempre un fenómeno político. En Argentina, el concepto podría extenderse a la brecha cambiaria. Según Ferguson, no hay recursos que resistan una mala gestión financiera.

Sin un ancla política, el escenario se va llenando de preguntas, que solo el paso del tiempo permitirá contestar, y por ende cuantificar. Entretanto, no queda más que imaginar escenarios desconocidos y atravesar estos meses con los cinturones bien abrochados.
Fuente: El Entre Ríos

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