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No hacemos sino recordar directivas de nuestro régimen electoral. La primera de la cuales establece que “durante la campaña electoral la publicidad de los actos de gobierno no podrá contener elementos que promuevan o desincentiven expresamente la captación del sufragio a favor de ninguno de los candidatos a cargos públicos electivos, ni de las agrupaciones políticas por las que compiten”.

Mientras que en la otra se advierte que “queda prohibido durante los veinticinco (25) días anteriores a la fecha fijada para la celebración de las elecciones primarias, abiertas y simultáneas y la elección general, la realización de actos inaugurales de obras públicas, el lanzamiento o promoción de planes, proyectos o programas de alcance colectivo y, en general, la realización de todo acto de gobierno que pueda promover la captación del sufragio a favor de cualquiera de los candidatos a cargos públicos electivos nacionales, o de las agrupaciones por las que compiten” .

Normas ambas tanto sensatas como prudentes, de las cuales las administraciones alineadas con la coalición gobernante en el orden nacional tanto a ese nivel, como el provincial y el local -y en algunos casos inclusive administraciones en manos de agrupaciones vecinales- en lo que respecta a la primera de ellas cuando no han hecho equilibrio sobre la línea que separa lo permitido con lo prohibido, en ocasiones difíciles de contar la vienen violando.

En cuanto a la segunda, virtualmente vendría virtualmente a “inmovilizar” por supuesto en el caso de acatarse, un logro difícil de concretar para los funcionarios públicos; a la vez que “cortarles el habla”. Normas que como se observa ambas son restrictivas respecto a la acción proselitista del funcionariado oficial, siendo la segunda de ellas a ojos vista más limitativa que la primera. Aunque, a decir verdad, no estarían demasiado desencaminados dirigentes de agrupaciones políticas contrarias al oficialismo que afirman que “esas prohibiciones juegan más a favor de la oposición que del oficialismo “gobernante”. Enunciado que explican señalando que no sólo “cuanto más hablan más mienten” sino que “cuanto más hacen, más meten la pata”. Una postura que cabe considerar como una derivación de la ingeniosa advertencia acerca de lo que resulta apropiado hacer con la boca, cuando alguien está rodeado de moscas y moscardones.

Hasta cierto punto al menos, y viniendo a enmendar aparentemente todo lo has aquí escrito, cabe considerar que, salvo el caso de dispendios escandalosos observado en escaso número de provincias, la actual campaña viene mostrando –más allá del descontrol gubernamental en la emisión monetaria y en el gasto- un grado generalizado de pobreza, sobre todo en los aspectos que importan. Es que es poco y nada lo que se sabe de los candidatos de los partidos políticos en pugna, respecto a los cuales existe una propensión a focalizar la acción proselitista en el candidato que encabeza la lista, con un descuidado olvido de los demás. Así tenemos la impresión, con un cierto grado de certeza, que quien “ensobrará” en noviembre la boleta de un partido o coalición con la que se identifica, no se encuentra ahora, ni se encontrar al momento de votar, el apellido de los candidatos “su” lista, y de explicar detalles mínimos de su trayectoria, comenzando con el lugar donde han nacido o se domicilian.

A lo que se agrega una circunstancia aún más grave, ya que no ha sido lo común escuchar acerca del modo en que ocuparán el tiempo, una vez ya aposentados en sus bancas. O sea, dar a conocer cómo ve nuestra sociedad desde su perspectiva, y cuáles son sus “posturas y proyectos” como habitualmente se dice. Ya que no basta con decir que “la culpa de todo la tiene Macri”, denunciar al Fondo Monetario Internacional “por no cuidar que nos endeudemos”, ni hablar de “la fortuna mal habida de Cristina”. Ello sin contar que existen momentos en que esta campaña triste que llevan a acordarse de lo que se conoce como un “locro pobre”, de esos sin nada de carne y ni siquiera con un pequeño trozo de un “cuerito de cerdo”, y en los que esa escasez de componentes se busca disimularlo con una abundancia de salsa bien picante.

Algo que viene a explicar que las obras que se anuncian o que han quedado inauguradas, no son otras cosas que paliativos – nadie debería quítales a ellas utilidad- en los que se “saluda con sombrero ajeno”, ya que se llevan a cabo con “fondos nacionales”. Tal el caso de las “siete cuadras” pavimentadas de una avenida, que se acaban de inaugurar con bombos y platillos en Colón, y los comienzos de “dos obras viales” en Concordia, la que se celebró con un acto, esta vez a toda orquesta, dada la presencia más densa de notables.

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