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Acerca del porqué de ese itinerario

Resulta evidente que la situación que vive Venezuela en la actualidad es motivo de atención (y de división) en la opinión pública mundial. Todo ello por acontecimientos de distinta índole, en mi concepto nada alentadores, que diariamente la hacen seguir siendo una noticia que no parece agotarse.

Por Rocinante

La última de las cuales es la vergonzosa reelección de la versión madurista del gobierno de ese país, para que un representante suyo integre la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Una decisión que el único símil que encuentro es integrar con una comadreja un comité protector de pollos y gallinas.

La explicación de lo cual se la encuentra en el hecho de que existen muchos estados que ya por afinidades ideológicas, por razones de geopolítica, o por ser grandes acreedores, o ser sobornados por la venta de petróleo a precios de regalo, están interesados cuando no en apuntalar, al menos abstenerse de realizar un pronunciamiento contra Maduro, su revolución bolivariana chavista, o el socialismo del siglo XXI.
Fernández, Maduro y el Parlasur
Entre nosotros habla de esta última actitud la manera equívoca, tal como ocurre por otra parte en un sinfín de cuestiones, en que el candidato presidencial Fernández habla de Maduro y el hecho que los representantes del cristinismo en el Parlasur se sumaron a los venezolanos para impedir en el tratamiento en ese cuerpo. Órgano que, como se sabe, vive en una suerte de letargo permanente, y ello a pesar de que su existencia es notoriamente onerosa, sin considerar el Informe Bachelet (la misma es ex presidenta chilena y en la actualidad Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos) acerca del verdadero genocidio que se está cometiendo en Venezuela a ojos vista.
Una vieja historia a reflotar
Como se sabe Maduro se dice hijo de Chávez, y actual mentor de la revolución bolivariana en la versión de este último, y que ahora se pretende universalizar bajo la denominación de socialismo del siglo XXI. A su vez Maduro mantiene una relación simbiótica con Cuba, cuya auto-definición como marxista leninista ha sido categórica.

De allí que viene al caso el relato de una vieja historia, que explicaría el porqué del título de la presente nota, que está referida no a lo que pensaba Carlos Marx de Maduro, de quien por razones obvias no pudo aquél nada saber, sino a la impresión que se habría formado de Simón Bolívar.
Marx se interesa en Bolívar
Marx escribe en enero de 1858 un artículo sobre Bolívar y Ponte para el tomo III de The New American Cyclopedia.

Para dicho artículo utilizó diversas fuentes escritas, entre ellas a los escritos del general de origen suizo Ducoudray Holstein y al coronel Hiprsley’s, compañeros de Bolívar en las guerras de independencia y, más tarde, sus opositores, aunque también leyó las memorias del general inglés John Miller quien, a lo largo de su obra, se refiere de manera positiva a Bolívar.

Habría deshonestidad de mi parte, si no advirtiera que según se señala en febrero de 1858, un mes después de que Marx hubo publicado este artículo, le escribe a Engels una carta donde cuenta que el coeditor de The New American Cyclopedia, Charles Dana, le ha manifestado su preocupación por la calidad científica y el grado de seriedad histórica que tiene el artículo sobre Bolívar. Dana está algo extrañado por la liviandad de los comentarios de Marx, las fuentes que éste utiliza y el uso que hace de ellas. Lo que llama la atención a Dana es la falta de rigurosidad que denota el escrito de Marx y lo alejado que se encuentra de un estudio histórico de carácter científico.

A su vez, en una una carta a Engels fechada el 14 de febrero de 1858, Marx escribe que Dana le había reprochado que el artículo "estaría escrito en un tono prejuiciado y exige mis fuentes. Estas se las puedo proporcionar, naturalmente, aunque la exigencia es extraña. En lo que toca al estilo prejuiciado, ciertamente me he salido algo del tono enciclopédico. Hubiera sido pasarse de la raya querer presentar como Napoleón I al canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque" (el tal Soulouque fue un ex esclavo que se proclamó Emperador de Haití y ejerció el poder mientras le duró de un modo enloquecido, despótico y cruel).

De cualquier manera no pueden pasarse por alto, los conceptos de un estudioso del tema cuando señala que pese al avance de las investigaciones históricas desde la época de Marx, el dogmatismo que largamente existió sobre su teoría, condujo incluso a que un antiguo texto de Historia de América Latina (hoy raro y prácticamente desconocido), publicado por académicos de la ex Unión Soviética (URSS) en la década de los años 30 del siglo XX, todavía reprodujera esos criterios de Marx en la sección que estudia el proceso independentista.

A la vez, para concluir con esta primera parte de la historia, vienen al caso que un estudioso del tema advirtiera que este texto de Marx, suerte de 'leyenda negra' de nuestro Libertador Simón Bolívar, fue descubierto en 1935 por Aníbal Ponce en los archivos del Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú, y tras ser traducido, fue publicado por primera vez en castellano en la revista Dialéctica de Buenos Aires en 1936. Aclarando que Aníbal Ponce fue un compatriota nuestro reconocido como intelectual comunista a la vez que como consistente periodista y escritor.
El contenido del texto de Marx y las consideraciones que ha merecido el mismo
Resulta evidente que, de efectuarse la transcripción íntegra del texto, algo que no haré, resulta que no solo no se encontraría en él ni un dejo de simpatía hacia Bolívar, sino que no ha dejado de señalar ningún hecho negativo respecto a su manera de actuar (comenzando por el hecho de haber entregado a los españoles a Francisco Miranda, uno de los precursores de la lucha por la independencia sudamericana, a cambio de su libertad, lo que provocó que Miranda muriera diez años después, encerrado todavía en una cárcel española) al mismo tiempo que no dejaba de aplicarle calificativos que revelan el menosprecio extremo que por él sentía.

Una actitud que como se ha señalado tendría que ver con su enfoque euro centrista de la historia, consecuencia que lo llevara a incluir a los sudamericanos en la categoría de los pueblos sin historia.

Es por ello que se ha dicho que Marx no cree que los americanos por sí solos sean capaces de llevar a cabo con éxito alguna campaña militar o algún proyecto político. Siente que la independencia de Iberoamérica tendrá éxito real si confluye la ayuda de los europeos. Entiende que la realidad histórica y la sociedad europea están en una fase de madurez, de la cual carece la sociedad americana, aún inmadura y distante de la fuerza civilizadora que representa la sociedad industrial. Sólo con la concurrencia de los extranjeros, se puede torcer el curso de los acontecimientos.

Todo lo cual vendría a explicar, que la calificación más benévola que hiciera Marx de Bolívar fuera el Napoleón de las retiradas, ya que lo trató entre otras cosas de traidor, canalla, cobarde, brutal y miserable.

De lo que se trata aquí es no de efectuar la apreciación de Bolívar desde un punto de vista biográfico, en el que esos calificativos se pueden sustituir por otros, sino efectuar sobre él una mirada desde un punto de vista que ayude a edificar su perfil desde lo político, con especial referencia a nuestra circunstancia teñida por el castrismo-bolivarismo-chavista y madurista, con un trasfondo marxista.

Al respecto cabría comenzar por la referencia de otra carta de Marx a Engels en la que escribe que la fuerza creadora de mitos, característica de la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar…”. Algo a lo cual agregaríamos, desde el mismo vamos han sido propensos a hacer los comunistas.

Mientras tanto cabría sostener que Bolívar, quien como una forma que cabe interpretar como realista, calificaba a las nuestras como repúblicas aéreas, algo que lo llevaba a considerar su labor constitucional como arar sobre el mar, a la vez ha visto su máxima aspiración la de unificar a toda América del Sur en una república federal, cuyo dictador quería ser él mismo, intención que hay quienes agregan se las puede ver en el Congreso de Panamá al que convocara en 1826.

Un juicio posiblemente más ecuánime sobre esa época es la de historiador marxista inglés contemporáneo Eric Hobsbawm (1917-2012). Viene al caso transcribir algunas de sus consideraciones vinculadas con el tema que nos ocupa.

La independencia de América Latina se insertó en la era de las revoluciones burguesas, pero no fue una de ellas, sino un proceso de ruptura contra el coloniaje, en los albores del capitalismo.

Pero volviendo a Marx, cabe señalar que su visión era común a la intelectualidad europea de aquella mitad del siglo XIX, pues la lucha por la independencia latinoamericana fue apreciada como una revuelta casi de pueblos “salvajes” contra la benefactora acción “civilizatoria” de la Europa colonialista. La figura de Bolívar despertó pasiones y miradas subjetivas, porque lucía a caudillo con sueños de grandeza, que quería parecerse a Napoleón. Era apreciado como un aristócrata criollo ávido de poder; y la independencia como un proceso de oligarquías que finalmente construyó Estados republicanos a su servicio, sin solucionar para nada la situación de los pueblos sometidos.

Pero no se crea que esa visión era solo europea. Hasta hoy, pese a los avances de la historia y las ciencias sociales, hay latinoamericanos que tampoco han comprendido el proceso independentista de la región, el papel de los criollos en ella y el significado histórico de esa gesta.
¿Cuál es la idea de que Marx renaciera y se topara con Maduro?
Repitiendo en otra forma la pregunta que formulara al principio.

La pregunta inicial, con la que a la vez cerramos la presente nota la supongo de imposible respuesta, todo ello si nos ponemos a especular cómo sería un Marx renacido, y de qué manera evaluaría su pensamiento y los regímenes o pasados que aun de una manera indirecta dicen abrevar en su doctrina.

Pero se me ocurre que aun en el caso que hiciéramos abstracción de las imputaciones de carácter negativo que se atribuyen a ambos, Bolívar no reconocería en Maduro un heredero. Como creemos más que probable que no vería a esa juventud maravillosa de la que nos dice el mito setentista y sus seguidores actuales con afinidad alguna.

Pero estoy convencido que si de esa manera pudiera escribirse una historia fantástica y a la vez actual encontraría todavía más acentuado en Maduro, los rasgos idiosincráticos de Bolívar y que el identificaba con una suerte de bestia, cual era el bonapartismo. De esta forma el bonapartismo, según la teoría política como un “régimen personal” que se eleva por encima de la sociedad y “concilia” con ambas clases sociales, pero al mismo tiempo, protege los intereses de la clase dominante.

Pero debe de quedar claro que el término no proviene directamente de la pluma de Marx, como también se señala, sino que él no usa dicha palabra en El 18 Brumario. Es, según se continua diciendo, Engels el que usa el término en la correspondencia que tenía con el propio Marx, y quién por tanto acuña la palabra Bonapartismo. Marx usaría el término Cesarismo, para referirse al mismo fenómeno. En cartas y escritos posteriores Marx utiliza la palabra bonapartismo para describir el tipo de régimen antes mencionado.

Mientras tanto, fuentes parecidas, señalan que como término del vocabulario político es aplicable a cualquier situación, es utilizado preferentemente como forma peyorativa, implicando la acusación de autoritarismo y populismo; por ejemplo, en la práctica de resolver cuestiones políticas recurriendo al referéndum en circunstancias en que el gobernante impone su capacidad para manipular la opinión pública a su favor.

De donde, amigo lector, estoy convencido que al llegar aquí, si es que tuvo la paciencia de hacerlo, se habrá dicho tanto lio para tanto. Porque de Bolívar puede decirse que era un populista sin saberlo, y en cuanto a Maduro es el ejemplo más crudo de los estropicios cruelmente trágicos que provoca el populismo. El que como se sabe, es el nombre actual del bonapartismo.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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