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Muchos jóvenes se quieren ir del país
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Hay formas y formas de leer los resultados de las elecciones PASO. En los extremos de estas posibles lecturas, está la que hace la política, y repiten los medios de comunicación: sólo cuentan para la democracia quienes votan de manera positiva. En esa lectura, el 100% de los votos se reparte entre distintas fuerzas que compiten. En este caso, casi tres cuartos del electorado optó por una de las dos mayores fuerzas.

En el otro extremo, está la interpretación de los escépticos: la política genera tanto desencanto que, si sumáramos la abstención, los votos en blanco y los votos nulos, notaríamos que casi 40% del padrón prefirió no elegir nada del menú que le ofreció la política.

La primera interpretación permite a sus promotores celebrar que la democracia está sólida. La consolidación del sistema bipartidista garantiza estabilidad democrática. El bipartidismo, nombre suave para lo que otros llaman grieta, contrasta con el multipartidismo que en muchos otros países de Sudamérica ha generado tanta inestabilidad política.

La interpretación alternativa sugiere que el bipartidismo sufrió un fuerte golpe en septiembre. Desde esta óptica, no sólo casi 40% del padrón no eligió, sino que, entre quienes votaron, 17% eligió a terceras fuerzas. Bajo esta mirada, el bipartidismo sumó, en conjunto, apenas 47% de los votos posibles. Es, para estos intérpretes, la señal de que la mayoría ya no encuentra en la política tradicional solución alguna para sus penurias.

Claro que la inestabilidad política en Perú, en Brasil, en Chile, no impide que en esos países se hayan cosechado mejores resultados económicos que los que la estabilidad democrática logró darnos a los argentinos. Desde 1983, el PBI argentino creció a una tasa anual promedio de 1,9% y la inflación anual promedio, sin contar los años de la híper, fue de 66%. Suficiente para explicar por qué tenemos 40% de pobres.

Respecto del resultado de las elecciones, existen esas interpretaciones. Respecto de la realidad, no hay tanta grieta. Que algo está quebrado se percibe en la calle, y también en la encuesta de opinión pública realizada por la consultora Voices! para la UADE. La encuesta, que pone énfasis en la opinión de los más jóvenes, pinta un panorama alarmante para nuestro futuro.

Existe un pesimismo mayoritario respecto de qué pasará con nuestro país durante los próximos 10 años. Pobreza, inseguridad, situación económica general: la mayoría piensa que todos estos frentes empeorarán. Sólo el 22% de los encuestados jóvenes cree que su nivel de vida será mejor que el de sus padres. Suficientes motivos para otra respuesta más preocupante: más de la mitad de los argentinos quisieran vivir en otro país, principalmente por las malas perspectivas económicas argentinas. En la franja de 16 a 24 años, los que no quisieran vivir aquí trepa al 70%.

Cada cual podrá leer los resultados de las PASO como le plazca, pero las señales de que algo se está resquebrajando son indisimulables.

Quizás uno de los motivos de los resultados, que coincide con lo que detecta la encuesta de Voices!, proviene del mero paso del tiempo. Para los menores de 30 años, casi toda la vida transcurrió con el kirchnerismo. Los fantasmas del pasado militar, neoliberal, o lo que fuere, no los asustan más que la realidad vivida; la misma realidad que les quitó la esperanza de creer en una Argentina mejor.

Vale insistir: los resultados de las elecciones PASO pueden interpretarse de diversas maneras. Los privilegiados de la democracia optan por una lectura que ratifique sus privilegios y las deformidades de nuestra democracia: el financiamiento turbio de la política, las listas sábana, los punteros, el fraude, la fiscalización. Barbaridades que otorgan a la política una importancia que no le corresponde. Una ventaja que obtiene a costa del menosprecio de la sociedad que vota, de la democracia, y de la República.

El bipartidismo, la grieta, es un cerrojo por el cual ninguna de las fuerzas dominantes es suficientemente fuerte como para imponer algún plan que corte con el círculo vicioso de bajo crecimiento y alta inflación. Un cerrojo que provoca la desesperanza de la mayoría, que no encuentra razones para confiar que el deseo de un futuro mejor pueda concretarse dentro de nuestras fronteras.
Fuente: El Entre Ríos

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