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La ministra de Seguridad de la Nación, Sabrina Frederic, visitó Concepción del Uruguay, con el pretexto de participar en el testeo del personal de las tres fuerzas federales que puedan tener anticuerpos de coronavirus, radicadas en esa ciudad.

Un esfuerzo, el de la ministra, que cabe considerar fallido, dado el hecho que, en forma casi simultánea con su visita, se conoció un informe bien fundamentado y elaborado por un grupo de calificados investigadores sobre el tema.

Un informe referido a la utilización de plasma sanguíneo de los contagiados por ese virus y ya recuperados, cuyas conclusiones sirven sino para descartar totalmente, al menos para minimizar su empleo en la lucha contra el virus.

De cualquier manera, la visita sirvió para que la ministra diera en la Plaza de Armas, que forma parte de las instalaciones de la Prefectura Zona Bajo Uruguay, una conferencia de prensa. En la cual se la pudo escuchar referirse a diversos temas vinculados con la labor desplegada en el área de su competencia.

Algo, que en el caso concreto de esta funcionaria, siempre despierta interés, dado el tenor polémico, no siempre buscado, pero casi siempre de cualquier manera logrado, de sus declaraciones. Una situación que en ámbitos capitalinos se la explica, en función del hecho que independientemente de su reconocida formación intelectual, viene a flaquear por dos frentes.

El primero de los cuales es su fuerte ideologización, circunstancia que la llevaría a perder objetividad –y más aún, el sentido de la realidad- en sus enfoques sobre la coyuntura. Mientras que el segundo residiría en lo que se conoce comúnmente como “falta de calle”, algo que la lleva a ser cuando menos inoportuna en sus apreciaciones, una falencia que hace que desperdicie su aguda aptitud de polemista.

Es así como a lo largo de esa conferencia de prensa, se comenzó por escuchar las casi rituales referencias a que “se está trabajando para la adquisición de elementos de trabajo y de seguridad para las fuerzas de seguridad y la reparación de vehículos que estaban en mal estado”.

De más actualidad fue aludir a la importancia del acuerdo salarial, en que no puede dejar de verse una consecuencia del deplorable amotinamiento de policías bonaerenses, que evidentemente sonó como un campanazo de advertencia.

Resulta poco explicable su alusión a la situación actual de la Policía Federal por la falta de atención a los afiliados por parte de la mutual, ya que se trata de un estado de cosas al que no se debió haber llegado, y de no ser así, un gobierno que ya ha transpuesto la mitad del primer año de mandato debía haber solucionado.

Máxime cuando la ministra, que pasó con anterioridad en varias ocasiones por ese Ministerio ahora a su cargo cumpliendo diversas importantes funciones, señaló en la oportunidad que “estamos en conocimiento de las dificultades y acá en Entre Ríos, por lo que estamos trabajando para que esto deje de ocurrir para que el personal policial de todo el país tenga la mejor cobertura y la regularización salarial va a tener un buen impacto sobre la Caja y la Obra Social de la Policía Federal y de las otras fuerzas”.

Sobre todo cuando destaca que esa regularización, “es una deuda histórica del Estado Nacional de 30 años” “a la que se promete dar solución en nada menos que “en los próximos 15 meses” junto con la regularización en “un 100 por ciento del salario de las 3 fuerzas federales”.

Aquí no puede dejar de aflorar la desconfianza – la misma que viene a decirnos que en la actualidad, “la confianza social” es un bien escaso- ya que suena a milagroso que en un país fundido como es en la actualidad lamentablemente el nuestro, se pueda lograr en 15 meses lo que no se hizo en 30 años.

La parte más jugosa de la conferencia tiene que ver con aquellos de sus dichos, que vienen a mantener viva la polémica que la enfrenta con su antecesora, la ex ministra Patricia Bullrich, en torno a la eficacia de la labor desplegada por esta última, durante su gestión en lo que respecta a la lucha contra el narcotráfico.

Fue cuando, como en lo que en la jerga popular se conoce como “mojarle la oreja” a alguien, señaló que durante el anterior gobierno, “con la entonces ministra Patricia Bullrich, “hubo una gran cantidad de procedimientos en los que se incautaron menos de 50 gramos de marihuana o cocaína”.

Algo que vendría a contrastar con los propósitos de la actual gestión, que pondrá el acento, en dedicarse, como ya lo estaría haciendo “a desbaratar las grandes redes y organizaciones criminales”. Es por eso que agregó que “llevamos más incautación de marihuana en kilos durante este período que en todo el año pasado”.

Para seguir insistiendo en su crítica señala que “lo de Bullrich fue un eslogan” asegurando que durante su gestión “disminuyó la cantidad de droga incautada”. Y que solo “persiguieron a los que la utilizaban para consumo”.

Esas apreciaciones, según lo acabamos de señalar, no eran nuevas, ya que habían sido respondidas con anterioridad, por parte de los equipos de trabajo que acompañaron en su gestión a Patricia Bullrich, cuando en un tono confrontativo señalaron que “las interpretaciones de la Ministra Frederic son como el INDEC de Moreno”.

Agregando que “creemos en un modelo de lucha contra el narcotráfico en todos sus niveles: desde los grandes productores que ingresan enormes cantidades de drogas por la frontera, los transportistas, los vendedores y el narcomenudeo, y es el que se aplicó durante la gestión de la ministra”.

Para luego destacar que “la violencia y los homicidios se generan especialmente en las instancias más ramificadas de la cadena: el narcomenudeo es lo que envenena a la sociedad".

Y en seguida señalar, para ilustrar el aserto, entre un verdadero alud de cifras y comparaciones de porcentajes, que solo entre enero y octubre de 2019 se incautaron 356.737,18 kilos de marihuana, y en el mismo lapso 6.295,83 kilos de cocaína.

Por nuestra parte, consideramos que una polémica de este tipo resulta inacabable, ya que podemos ver a ambas contendientes y sus equipos barajar y tirarse cifras de una manera que puede fútilmente extenderse, hasta el fin de los tiempos.

Cuando lo importante es mirar hacia adelante, tanto en este caso como en tantos otros en los que se pierde el tiempo en disputas que para lo único que sirven es para avivar animosidades entre los polemistas y un nada fructífero entretenimiento en sectores de la población.

Todo ello, mientras los problemas que nos afligen no se resuelven y no parece como se debiera ver actuar con empeño y eficacia a quienes nos gobiernan en lo que es –este sí, de verdad- un combate interminable.

Respecto al cual seguimos insistiendo en que si realmente se quiere sino acabar, al menos acotar drásticamente la comercialización de marihuana, recordar que para “arrancarla de raíz”, se hace necesario llevar el combate al departamento paraguayo de Amambay, con sus 45.000 hectáreas plantadas de marihuana y su ciudad cabecera, Juan Pedro Caballero.

Ciudad esta última, que ya empieza a conocerse como la nueva Medellín. Ubicada sobre una frontera seca que la casi hermana con la brasilera Punta Porá, donde se hacen presentes la conjunción de productores y los principales grupos mafiosos brasileños, como es el caso del Primer Comando Capital y el Comando Vermelho.

Algo que nos lleva a temer que pronto comiencen a “colonizar” el noreste de nuestro país, donde ya se los ve avanzando en forma indirecta, mientras se surten de armas en Rosario.

Ese sí que es un problema y no los repetidos contrapuntos entre una ministra y otra ex. Su solución, ¿cómo lograrla? Ese, ya no es problema nuestro.

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