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Si se los quiere ver de una de las maneras posibles, tanto el disparate como la fantasía pertenecen a la misma familia política. En ambas existe una suerte de desasimiento de la realidad, que puede incluso considerarse hasta como una pizca de locura.

La diferencia, se nos ocurre, está en el hecho que, por ser una manifiesta agresión al sentido común capaz inclusive de ofender, se mueve en las antípodas de la fantasía que nos habla de escenas de un mundo ilusorio, que respeta un orden, aunque no sea el nuestro de una manera consecuente, y en el que siempre se deja un espacio sino para la alegría, al menos para una plácida dulzura. Ambas cosas en las que nos mostramos expertos quienes aquí vivimos, si miramos las cosas con un cristal distinto al de la tragedia. Y que nos ha dado la ocasión de intentar dos ejercicios a partir de la noticia que la Municipalidad de Colón, dejará al fin de este complicado año lectivo de asistir financieramente al Gobierno provincial, y así se lo ha comunicado formalmente, con el objeto que las escuelas públicas ubicadas dentro de territorio, puedan afrontar correctamente gastos de mantenimiento edilicio y de contratación a personal de maestranza.

Es que se nos ocurre, en primer lugar, que la situación así descripta cabría tenerla por disparatada, dicho esto con el mayor de los respetos, y sin que en ello pueda verse la menor intención de herir susceptibilidades. Es que nos encontramos aquí ante una muestra que consideramos irrazonable –más allá de la buena voluntad presente- en los intercambios- de “auxilios financieros cruzados” en los que se ve, para aludir a una sola situación, a una municipalidad auxiliando al gobierno provincial de la manera referida, mientras se lo ve a este último haciéndose cargo de los gastos de pavimentación de una calle de la planta urbana del municipio. Algo que “no cierra”, ya que el gobierno provincial debería cuidar de que sus establecimientos escolares se encuentren ediliciamente en buenas condiciones, a la vez que contar con el personal necesario para su correcto funcionamiento.

Mientras que las municipalidades, contar con los recursos indispensables para encarar obras públicas no solo en el caso de las necesarias, sino también de las de utilidad. Pero del disparate pasemos a la fantasía. Partiendo de ideas que no hacemos otra cosa que recoger, y qua siendo de vieja data han anidado en la cabeza de personajes ilustrados, los que consideraron que así como la familia es “la célula básica de la sociedad civil”, tienen a la “comuna” como la célula básica de la sociedad política”. De donde, las funciones que cumplan los gobiernos provinciales y el gobierno nacional se las puede considerar, hasta cierto punto al menos, como subsidiarias y de coordinación, ya que en principio debe atribuirse al gobierno comunal – al que conocemos como “administración municipal”- la gestión por su cuenta o por delegación de todas las funciones que hacen al bienestar de la comuna local, y son los gobiernos provinciales y el nacional los que quedan a cargo de la gestión pública en todo aquello que excede el territorio exclusivamente local.

A lo que se agrega que las comunas quedan a cargo de “consejos” –algo que no es lo mismo que “concejos”- con el acompañamiento permanente del vecindario, a través de mecanismos propios de la democracia semidirecta, como es caso de la revocatoria popular de los mandatos, la iniciativa y la consulta popular. Y donde la figura del Intendente desaparecería, o a lo sumo quedaría reducida a la categoría de un gerente.

Llevando la fantasía a extremos casi inimaginables, existen quienes dentro de esa línea, llegan a considerar que los recursos públicos tienen que ser recaudados a nivel local, para luego efectuar remesas de parte de los mismos a los otros dos niveles de gobierno. Pura fantasía, pero que no deja de ser placentera. Ya que nos imaginamos a un vecino cualquiera de una comuna preguntándole a unos de sus consejeros, ante un pedido de fondos del consejo provincial o nacional. ¿“me puede decir usted, para que quieren esa plata”?

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