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Axel Kicillof
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Kicillof niega la existencia del concepto de clima de negocios, pero la realidad es que esa idea tiene efectos visibles sobre la inversión

En abril de 2012, mientras defendía ante la comisión de energía del Senado de la Nación la expropiación del 51% de las acciones de YPF, el exministro de Economía Axel Kicillof sugería que seguridad jurídica y clima de negocios son conceptos “horribles”, dando a entender que no forman parte de las decisiones de inversión.

No es esto lo que se piensa en el ámbito empresario, ni en el ámbito de las finanzas. Esta semana tuvo lugar la conferencia anual que organiza Bank of America Merrill Lynch en la ciudad de Miami. Una reunión de la que participaron 170 empresas emisoras de mercados emergentes y casi 200 instituciones de inversión.

El evento resulta un foro de gran utilidad para todos: los emisores pueden mostrarse en un solo lugar a un gran número de inversores potenciales, mientras que los inversores pueden dialogar con empresas de cuatro continentes en un único espacio.

Durante esta edición se presentaron 15 empresas argentinas, cifra que no debe estar lejos de constituir un récord. Muchas de estas empresas son del sector de generación eléctrica, y otras tantas están vinculadas con la explotación de hidrocarburos y su transporte, con foco en Vaca Muerta.

Los sectores dependientes de marcos regulatorios que parecen pasibles de ser modificados caprichosamente están más complicados

Gracias a regulaciones que favorecieron la producción de hidrocarburos, se multiplicaron las inversiones en el sector. La calidad del recurso de Vaca Muerta fue confirmada en poco tiempo, y, aunque su explotación es todavía pequeña en comparación con el potencial de la cuenca, ya ha revertido el déficit energético que habían provocado largos años de malas políticas para el sector. Con financiamiento, podríamos ser fuertes exportadores en no mucho tiempo.

También en el sector de electricidad los cambios regulatorios impulsaron nuevas inversiones. Mientras las tarifas se subsidiaban, o dependían de pagos de un estado cuyo déficit fiscal se disparaba, nadie se sentía cómodo invirtiendo. Los cortes de luz eran moneda corriente. Corregidos los disparates, las inversiones se multiplicaron y los cortes de luz sistemáticos desaparecieron.

Aquellos negocios en los cuales el país es competitivo siguen teniendo acceso al capital. Los sectores dependientes de marcos regulatorios que parecen pasibles de ser modificados caprichosamente están más complicados.

Que haya un número récord de empresas argentinas en una conferencia en los EE.UU. durante un momento en que el apetito por tomar riesgo argentino entre los inversores es muy bajo habla a las claras de dos cosas. En primer lugar, del apetito por invertir que tienen las empresas, que ven buenas oportunidades de negocios para las que necesitan financiamiento. En segundo lugar, las dificultades que encuentran para encontrar ese financiamiento, manifiesto en la movilización masiva a la caza de fondos. Por lo menos, se aseguran no quedar en el olvido de los inversores para el momento en que las condiciones mejoren.

Si el clima de negocios es una entelequia en la mente de Kicillof, el riesgo-país, su manifestación concreta en precios, no lo es

El acceso al capital de las empresas está restringido porque el riesgo-país está por las nubes. Si el clima de negocios es una entelequia en la mente de Kicillof, el riesgo-país, su manifestación concreta en precios, no lo es. Sin financiamiento, las empresas, explícitamente, sugieren que deberán recortar inversiones a la espera de que se despeje la incertidumbre electoral.

Por el lado de los inversores, fue evidente el desencanto con esta incertidumbre, que proviene de la coexistencia de dos futuros posibles que (con razón o no) se perciben tan distintos que hacen de cualquier inversión en bonos o acciones argentinas poco menos que una timba.

Riesgo-país, incertidumbre, mal clima de negocios: son sinónimos. Los inversores suponen que si gana el kirchnerismo, las reglas cambiarán. Sea como fuere, las oportunidades de inversión en la economía real no encuentran inversores financieros que permitan su concreción. Es un problema bien tangible.

La llamada a una convergencia respecto de algunos puntos de política pública al que llamó el presidente Macri debería haber ocurrido hace tres años. Hoy, todos creen medrar en la diferencia y perder con los acuerdos. Está claro: el objetivo de los políticos es ganar elecciones, no que ganen los argentinos.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa