Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
El pasado jueves se llevó a cabo en Colón la audiencia pública convocada por la municipalidad local, con el objetivo de tratar lo que de una manera ampulosa se denomina “el Proyecto Ambiental Colón”, y que más concretamente tuvo que ver con “el traslado del basural mayor”, ya que no se puede pasar por alto la existencia de infinidad de minibasurales.

Se debe comenzar por destacar la importancia de la convocatoria, mas allá de su legal exigencia, dado que se abren con acciones de este tipo canales de participación que deberían ser utilizados y ampliados sus cometidos, a través de un cambio de actitud por parte de un vecindario como el nuestro, que en ocasiones da la impresión de tener una actitud de resignada desesperanza con respecto a todo lo que está vinculado con la cosa pública. Olvidando que si no nos ocupamos como debiéramos de ésta, a la postre quedaremos cada uno de nosotros, con una “cosa propia” o privada, cada vez más chica.

De cualquier manera, antes de referirnos, en una evaluación que resulta poco más que un vuelo de pájaro, al tema de la audiencia y la postura fijada en el comunicado elaborado por las entidades y vecinos concurrentes al acto en lo que hace al objeto especifico de la reunión, no podemos sino hacer referencia a una ocurrencia que se hizo presente al momento de efectuar una valoración al respecto.

Se trata de lo siguiente: quien sale de Colón en dirección a San José, no habrá podido dejar de observar -aunque a lo mejor, como en seguida se verá, hace como nuestros funcionaros locales, y nuestro vecino también mira sin ver- una pequeña senda de tierra desnuda que se ha ido definiendo con cada vez mayor firmeza. Está en la banquina este de esa ruta, delimitada por su desprolijo pasto, comienza por insinuarse a pocas decenas de metros de la intersección de la ruta con la calle Combatientes de Malvinas, y tiene su final, sin que quepa la menor duda, en el acceso del puente peatonal anexo al existente sobre el arroyo Artalaz y habilitado para la circulación de vehículos. Y como seguramente alguien habrá sospechado este circunstanciado relato tiene que ver con el hecho que a ningún funcionario municipal se le haya cruzado por la cabeza convertir ese sendero agreste en otro prolijamente consolidado.

Se trata de una obra mínima y hasta insignificante, pero que a la vez lleva a preguntarse, si existiera cuantos serían los viandantes que al circular por ese lugar hubieran evitado sino mojarse los pies, al menos embarrarse el calzado, aparte de otras permanentes molestias sobreañadidas.

Y después de ello, fue con esa disposición de ánimo y de elaboración intelectual que atendimos al comunicado referido, que indudablemente no deja bien parada a la gestión administrativa de Colón. Es que, así lo pensamos, como puede ser que quien se desentiende de ocuparse de las cosas aparentemente nimias pueda actuar con la seria responsabilidad que exige ocuparse de las cosas grandes.

Si una conclusión se puede sacar de la lectura del texto de las quejas es que si no se asiste a un movimiento circular por parte de la administración municipal, de esos en los que se avanza y se avanza para llegar al final al punto de partida, nos estamos ahora moviendo en un trayecto en espiral, algo que de por sí es un avance.

Por más que cabría preguntarse, cuántos son los años, por no decir décadas, que venimos parloteando y parloteando acerca de qué hacer con nuestra basura.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

Enviá tu comentario