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Por lo que se escucha y por lo que ve, da la impresión que vivimos en un mundo lleno de humanos, animales, plantas y todas las otras cosas que se nos puedan ocurrir o imaginar, el que, además de haber estado siempre vapuleado, se muestra ahora cada vez más “agrietado”; al punto que aparecemos enfrentados hasta con cascotes y palos y con muchas ganas -por ahora solo ganas- de matar al que se ponga delante.

Eso sería la famosa “grieta” que, según creo, porque como se sabe a pesar de ser muy curioso y enterado sé muy poco de esa cosa, sería -no la grieta, sino la palabra en la forma que se la aplica- otros de los inventos con marca nacional.

Por más que sea lo mismo que pueblos, que vaya a saber el por qué se tienen como más educados que el nuestro, conocen ese fenómeno con la palabra “polarización”, salpimentada con el añadido de que es “extrema”.

No puedo negar que nos encanta encontrar la ocasión y la manera de agrietarnos, o lo que es lo mismo de pelear por cualquier cosa. Por motivos graves, o solo chicaneando como una manera de jugar. La vida es tan insulsa para tantos, sobre todo para los muchos que no tienen nada en que ocuparse, que encontrar un motivo de agrietar, les calienta la sangre y los hace sentirse revividos.

Aquí es donde queda bien en claro eso de que el Diablo, del mismísimo primer día de la creación, metió la cola. Porque bien se dice que todos nacemos iguales, y que la muerte nos vuelve a igualar.

Sin embargo, mirando las cosas que pasan, ello parece dar a entender que las mismas no son así. Porque da la impresión de que unos nacen con estrella y otros estrellados desde el vamos. Y están los convencidos, contra lo que enseña Francisco, de que la mortaja tiene bolsillos, y que un velatorio y entierro cinco estrellas sería, aunque no lo digan así, una garantía de inmortalidad y que en el más allá las cosas serían lo mismo que acá.

Es por eso que se me ocurre que no es la mejor de las ideas, el proponer que así como en muchas partes, como pasa acá, tenemos “un día de los muertos”, que es el 2 de noviembre en el que se conmemora a “todos” los difuntos, por más que para algunos tengamos un recuerdo especial, el día siguiente, o sea el 3 del mismo mes, se lo tenga por “el día de las muertas”, tal como lo ha pedido una feminista mejicana.

No tengo por qué no tener por cierto lo que afirma nuestra amiga mejicana de que en su castigada Patria siete mujeres por día son asesinadas, en lo que es una enorme tragedia que muestra lo mal que estamos. Pero me parece que mejor sería que pensase en “el día contra la prepotente supremacía machista”, ya que “macho”, lo que se dice macho y eso habría que dejarlo bien en claro, no es otra cosa que un “varón desorbitado”.

No debería mencionarlo, porque estas no son cuestiones para tomar a risa, pero se me ocurre que al paso que vamos, los mejicanos super-machos van a acabar con las mejicanas.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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