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Tanto en nuestros editoriales como en nuestras columnas de comentarios y de opinión, y también en las noticias, una y otra vez al referirnos a un tema determinado hacemos referencia a la necesidad de colocarlo en el contexto adecuado. Cierto que no es el caso de las palabras polisémicas, cuales son aquellas que tienen distintos significados o acepciones.

No se puede negar que en el caso de este tipo de palabras la inserción en una oración es lo que impide que el escucharlas a ciegas un término, es decir hacerlo de una manera aislada y completamente desconectada de todo, las cosas se vuelvan mucho más complicadas que en el caso de un hecho que se relata sin aludir a su contexto.

O mejorar, dicho en el caso de ese tipo de palabras, la ubicación que no parezca girar en el vacío, hasta el momento que se la aposenta en una serie coherente de otras palabas, asistiendo así a la presencia de una oración completa.

Tal es el caso de la palabra “cresta” que puede aludir tanto a una parte del cuerpo de algunos animales, que crece generalmente sobre la cabeza -tal el caso del gallo-, como a la cumbre de una ola o de una montaña.

Pero de cualquier manera no podemos entender una noticia en toda su dimensión, inclusive hasta su ingrediente emocional auténtico, si la vemos despojada de todo su contexto. ¿Qué nos dice el solo anoticiarnos de que una chica apenas más que quinceañera se ha perdido y que por añadidura en las fotos que circulan para contribuir a su búsqueda, se la ve mostrando todos los encantos que exhibe cualquier chica de esa edad? En el mejor de los casos, contar con el rostro entre compungido y tensionado de sus padres, que nos provoca tanta compasión que nos lleva casi a olvidarnos de la niña perdida.

Y cuando aparece la noticia de que está viva, por lo general ella no hace otra cosa que provocarnos el alivio que transmite, pero poco más que eso, si cualquier circunstancia -inclusive hasta por motivos explicables- no se da cuenta de por qué de esa desaparición seguida de su reaparición con vida.

Es que de esa manera se soslayan las preguntas que importan, en la medida que a todos debería interesarnos: ¿cuáles son las causas que llevan a las muchachas a irse un día de su casa, sin dar explicaciones ni dejar aviso alguno? Pero hay otras noticias que nos dicen mucho más. Como es el caso de Rodrigo López, de quien hay mucho que destacar, quién ha añadido un trofeo más a la larga lista de ellos, como es el de haber resultado campeón en su categoría, confirmando con eso sus condiciones de eximio ciclista, en ocasión de su participación en Brasil del Circuito Panamericano Paraolímpico.

Es que en Colón, ciudad donde nació, reside y han de ser muy pocos quienes no saben de él o no lo conocen, se está en antecedentes de una encefalitis que sufrió y le dejó secuelas. Pero también que por ello no quedó vencido, y con el apoyo inapreciable y sin desmayo de sus padres, construyó una vida que no es solo suya, ya que alimenta a la comunidad con su ejemplo. Y todo esto es lo más importante de un contexto al que aludíamos, mucho más aún que su condición de colonense y entrerriano.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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