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Con la inflación y la recesión asumidas, los movimientos en el dólar son los que mayor preocupación provocan en el Gobierno

En línea con lo esperado, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) trepó 3,8% en febrero y la inflación acumulada de los últimos doce meses superó 50%. El alza de los precios regulados y el aumento de la carne a partir de la apertura del mercado chino para nuestras exportaciones fueron los grandes culpables la suba del IPC. La carne aportó por sí sola un punto porcentual completo a la suba del índice en febrero.

Esta inflación convive con una economía que no termina de despegar, pese a que algunos incautos en el Gobierno comienzan a hablar de brotes verdes que en las estadísticas se ven muy frágiles. La administración de Macri ha logrado acuñar un sinónimo para la palabra paraíso: segundo semestre. Todo un dogma de fe para macristas creyentes.

Con todo, el Gobierno parece haber asumido que lo que tenemos es lo único posible. El plan del FMI + Dujovne + Sandleris ha sido adoptado por el Presidente como la única opción para lograr salir de un atolladero estructural de Argentina. Y no está mal que así sea: ningún país ha logrado salir de su estancamiento secular gastando más de lo que genera. Es una cuestión de paciencia, que Macri parece haber aceptado a pesar de que los resultados inmediatos puedan ser decepcionantes. ¿Compartirá el electorado esa paciencia, creyendo que los pesares de hoy engendrarán un futuro más estable?

Bastó apenas un movimiento relativamente pequeño del dólar para que Dujovne viajara a Washington

Con todo, la aceptación abnegada y paciente de la recesión y la inflación tienen un límite que dispara los nervios en la administración. Si el dólar se mueve fuera de parámetros normales, la paciencia flaquea. El dólar marca el límite para la paciencia. Bastó apenas un movimiento relativamente pequeño del dólar en marzo para que Dujovne viajara a Washington. Un movimiento que apenas llevó al dólar de regreso al nivel de septiembre de 2018 fue suficiente para pedir al FMI mayor flexibilidad para operar en el mercado de cambios.

Resulta que el Acuerdo no permite al BCRA intervenir hasta que el dólar no supere la banda superior de la zona de no-intervención, mientras que sólo deja que el Tesoro venda los dólares que recibe del FMI en la medida en que los necesite para cubrir pagos en pesos. Dujovne pidió al Fondo flexibilizar este último punto. El Ministro se trajo un permiso relativo, a cambio de una acentuación de la política monetaria. El Tesoro podrá vender dólares a partir de abril, según anunció Dujovne.

Pero, de manera simultánea, Sandleris anunció que más restricciones para la expansión de la base monetaria, extendiendo el programa de junio a diciembre y recortando en 10% la meta. La consecuencia esperable: una recuperación económica más lenta. Con todo, será ese un precio menor si con ello se evita una corrida cambiaria. La respuesta del mercado financiero a los anuncios, una baja de casi un peso en la cotización del dólar, habrá traído alivio al Gobierno.

El dólar es el verdadero termómetro que nos dice cuán bien o cuan mal está la economía

Los argentinos tenemos una relación histérica con el dólar. Décadas de alta inflación y bajo crecimiento (muchas décadas, aunque la memoria a veces se nos haga selectiva) nos han anestesiado respecto de estos indicadores. Nos acostumbramos a no crecer y a ver los precios subir. Y, con excepción de quienes se ocupan de ello, no nos preocupamos por el déficit fiscal o la balanza comercial. Pero con el dólar, la cosa es distinta; si el dólar sube, la gente supone que algo anda mal.

Los números de inflación golpean a la política. También la recesión. Pero no parece que estas variables sean las que determinen el resultado de la elección. Fue la corrida cambiaria, que precedió a la inflación y a la recesión, la que asestó un golpe a la imagen de Macri. De ahí la tensión en la Casa Rosada, y de ahí la andanada de tuits de opositores instando a comprar dólares con amenazas de corridas y corralitos.

El Presidente declaró el jueves que la incertidumbre electoral es la causa de la inestabilidad económica. El comentario amerita una digresión: ¿cuánto de esa incertidumbre es alentada desde la propia Casa Rosada, que prefiere el escenario electoral binario para aumentar sus chances? Más allá de la digresión, Macri debería haber dicho “financiera” en lugar de “económica”, pues esa sería una descripción más fiel de la situación actual.

Sin embargo, es probable que su expresión haya sido una muestra cabal del sentir nacional: el dólar es el verdadero termómetro que nos dice cuán bien o cuán mal está la economía.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa