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Aunque ahora es un vocablo de una época que nos suena como remota, por no decir totalmente ignorada, durante mucho tiempo no solo su uso era frecuente, sino que era constantemente utilizado para hacer referencia al “status social” de una persona.

Nos estamos refiriendo al vocablo “hidalgo”, y sus derivados y precedentes –ya que no tenemos claro cuál de ellos se utilizó primero- cuales son “hijodalgo” o “fidalgo”, y que en castellano antiguo hacían referencia, según quiénes se ocupan de esos temas, a los integrantes de la “nobleza no titulados”.

Caracterización esta última que nos suena a ambigua, ya que nuestra impresión es que su uso era una forma eufemística de referirse a “segundones” sin fortuna, escasos de moneda, a los que si se los tenía por “hijos de algo”, era porque concebían fundamentalmente con ese “algo”, aquello a lo que en tiempos no tan lejanos se conocía como “hidalguía”, haciendo referencia a una persona que es portadora de determinados valores y formas de comportamientos.

En contraposición de esa caracterización, cabe hacer referencia a otra que se aplicaría a los “hijos de nada o a los “hijos de nadie” a los que se refieren los versos de Osvaldo Galeano, cuando escribe para que sea cantado “los nadies: los hijos de nadie, /los dueños de nada. /Los nadies: los ningunos, los ninguneados, /corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos”… Como pudieron ser en una época entre nosotros los gauchos maltratados y que así fueron, y que carecían del valor o estaban impedidos de dar muestras de su dignidad intrínseca y esencial, mostrándose como “gauchos retobados”…

De donde, trasladadas esas expresiones a la actualidad se podrían aplicar a todos los que viven en los diversos grados -que a todos deben dolernos, y frente a los cuales no siempre se reacciona de la manera correcta- en una situación de “marginalidad” y “exclusión social”.

Todo ello mostrando la ominosa transgresión a una regla ancestral de la entrerrianía, que a menudo hemos usado en nuestras columnas, cual es aquélla que “naide es más que naide”, a la que hemos escuchado añadir, ignorando si mejora o no ese dicho sentencioso que modificado vendría a decir “nadie es más que nadie…ni menos tampoco”.

Todo lo cual tenemos como introito adecuado y hasta necesario para hacer referencia a una novedad que en materia política se ha producido en nuestra provincia. Cuál es el lanzamiento en Paraná del “frente político” En Marcha, el que hasta el momento –sus referentes esperan ampliar su base de sustentación con nuevas adhesiones- se encuentra conformado por movimientos sociales entrerrianos, por el Partido del Trabajo y del Pueblo, el Partido Somos y el Movimiento Evita.

Según sus referente, su constitución se efectúa en consonancia “con el n el armado nacional que se viene haciendo en otras provincias” todo ello por considerar “que en esta etapa de la vida nacional los actores emergentes, los más humildes que están resistiendo al ajuste en los barrios, tienen que ser protagonistas. Por eso lanzamos En Marcha, para que la economía popular tenga su expresión política, para que los sin voz tengan voz”.

En apariencia, y si a su conformación sigue un comportamiento acorde a estas intenciones, nos encontraríamos ante una experiencia novedosa y sumamente interesante, y hasta diríamos positiva, algo que seguramente puede llegar a escandalizar a algunos de quienes se autocalifican como bien pensantes

Es que la novedad reside en la circunstancia de que, en mayor o menor medida, a lo largo de nuestra historia los partidos políticos que han existido y que en la actualidad mal que mal existen, han sido todos ellos, y más allá de donde se ponga el acento en su declaración de principios, agrupaciones políticas “policlasistas”.

Demás está decir que nos referimos a los partidos políticos que deben considerarse “dentro del sistema”, entendiendo por tal al de la Constitución Nacional, o sea el de la democracia republicana. Y de allí al considerar la creación de este nuevo movimiento político pensamos que se lo pueda ver como positivo, en la medida en que no evolucione hasta convertirse en un agrupamiento antisistema.

Ya que lo asumimos, por nuestra parte, de esa manera, frente a que nuestra realidad muestra como a esos sectores desposeídos de nuestra sociedad, se los utiliza a través de mecanismos y estructuras clientelares como “capital electoral” –dicho más claro como paquetes de votos ensobrados- por parte de dirigentes políticos que al utilizarlos como “fichas” en el juego político, se valen de ellos para lograr sus objetivos personales, y en realidad, aunque más no sea de una manera inconsciente, están interesados en que el actual estado de cosas se mantenga, dado el hecho que medran con su existencia.

Viene al caso aquí hacer una digresión, para referirnos a una “leyenda urbana” que habla del traslado planificado de grupos de familias de villas precarias del conurbano porteño, a otros sitios de alguna localidad del interior, con el propósito de desequilibrar la geografía electoral de ella, en favor de quienes han encarado la mudanza. Y debe tenerse en cuenta que algo de verdad debe haber en esa “leyenda” para que suene a verosímil.

Mientras tanto, el peligro que se hace presente, respecto al cual deberían reflexionar quiénes se encolumnan tras un movimiento de este tipo, es el cuidar que su dirigencia se convierta en una suerte de oligarquía preocupada, sobre todo, por sus propios intereses, más que en efectuar el aporte de alternativas creativas y útiles encaminadas a lograr algo, que por otra parte, debería ser el objetivo de todos los partidos políticos, cual es el desarrollo humano de todos los miembros de la sociedad.

Una indicación que significa algo más que atender a aquello de “curar en salud”, con lo que se hace referencia a que “mejor prevenir que curar”. Dado que lo que debería aquí cuidarse es de no volverse a quemar con “la leche derramada “

Algo que significa acordarse de Hugo Moyano, sus hijos y demás deudos, del Pata Medina, del Caballo Suarez, de Balmaceda y de tantos otros especímenes parecidos, sin olvidarse obviamente de Milagro Sala.

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