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La pregunta acerca de la conveniencia de que el Estado se convierta en empresario en actividades que no tengan que ver con la prestación de servicios públicos esenciales, de cuya oferta frente a las demandas de la población no puede desentenderse, es hasta cierta manera la expresión de una cuestión irresoluble frente a la existencia de posiciones diferentes en lo que al “Estado empresario” respecta.

De cualquier manera, es una pregunta válida en momentos en que se ha hecho pública la noticia de que tanto el Ministerio de Defensa como directivos de Fadea (Fábrica Argentina de Aviones) han expresado el propósito de lograr que en el futuro la fábrica cordobesa de aviones, gestionada precisamente por la mencionada empresa estatal, se convierta en el futuro en rentable y con total independencia presupuestaria del Tesoro nacional.

Ello formaría parte más que de una decisión programática de la coalición gobernante, de un “sueño” del gobierno de Mauricio Macri de empezar a reconvertir las empresas estatales en compañías rentables, que empezará a concretarse en algún punto en los próximos meses no solo a nivel local.

En el caso de la empresa de aviones Fadea, que depende del Ministerio de Defensa, se habría decidido la ampliación de su producción de aviones Pampa al mercado internacional con una venta proyectada de, al menos, ocho aeronaves militares.

Se señala que esa cartera está negociando la entrega de aeronaves a Guatemala, Bolivia, Paraguay y Uruguay; también negocia con Sudáfrica y Arabia Saudita. Asimismo, se aclara en el mismo sentido que en el caso de Guatemala adquirirá dos aviones Pampa, Paraguay tiene previsto comprar tres, Uruguay dos y Bolivia está cerrando gestiones para adquirir una aeronave. En tanto, hay negociaciones avanzadas para la fabricación de los mismos Pampa que usa la Fuerza Aérea Argentina para países como Sudáfrica y Arabia Saudita, que también ya mostraron interés en esa compra de aviones modernos.

Cada uno de estos aviones tiene un costo estimado de 12 millones de dólares y la estructura para montar los ya contratados, se encuentra terminada en la terminal de Córdoba de Fadea.
Pero el tema merece una mirada más amplia y de mayor perspectiva. Se debe tener en cuenta que también se señala que la fábrica de aviones argentinos radicada en Córdoba y que fue creada en 1927, pasó en los últimos tres años por una etapa de modernización y reconversión que no resultó nada fácil.

Fue así como desde 2015 redujo de 1596 empleados a 870 que hay en la actualidad. Esto le generó una dura disputa con los gremios. También disminuyó un 80 por ciento el déficit, pasando de un rojo de 1500 millones en 2015, a 350 millones este año. Y bajó los gastos fijos de 338 millones en el 2015 a 189 millones de pesos el año pasado.

Mientras que en 2015, las ventas por fuera del Estado eran de 13,5 millones de pesos, el año pasado fueron de 220 millones y, tras un acuerdo que ya cerró con Flybondi, Embraer, Latam, IAI, Etihad y Andes, apuntará a tener una proyección de 600 millones de pesos de facturación anual en este año.

El acuerdo con la gigante Etihad Engineering para el mantenimiento de aviones Latam que se acaba de firmar la semana pasada en Córdoba, contempla el mantenimiento y la reparación de los Boieng 737 y Airbus 320.
Este acuerdo será crucial si se tiene en cuenta que esta empresa tiene 30 años en el mercado, 3 mil empleados y presencia en 50 países para servicios a compañías aéreas como Emirates, Avianca, Air France, Lufthansa, Qatar, Latam y Singapore Airlines, entre otras.

Los ingresos provenientes del Estado en 2017 fueron de 1970 millones de pesos, que el año pasado se aproximaron a los 1850 millones.

Es así como fuentes oficiales señalan que “después de diez años, la empresa estatal de aviones militares volvió no solo a ser una fábrica de aviones que fabrica y vende aviones, sino que está encarando con agresividad el mercado internacional”. Y de allí que lo reseñando precedentemente, según las mismas fuentes, es una señal de que se está haciendo todo lo necesario para que en pocos años varias fuerzas aéreas de países de la región tengan al Pampa III como su avión de entrenamiento avanzado y combate ligero.

Ello no significa que también la empresa no esté creciendo fuertemente en el mantenimiento de aviones civiles, tal cual ha quedado dicho. Es, en ese sentido, que se remarca que para este año ya está previsto que casi 50 aeronaves comerciales reciban distintos servicios de mantenimiento en la planta de Córdoba.

Por otra parte, los negocios de Fadea en su incursión en el mercado internacional no terminarán con la venta de los aviones Pampa. Junto con ello, Argentina vende repuestos y capacitación durante más de cinco años. De esa manera, y con el nivel de ventas por fuera del Estado, la empresa Fadea apunta a aumentar la facturación en un 50 por ciento para los próximos años. En paralelo a ello, se siguen reparando helicópteros del Ejército y modernizando la flota de aviones Hércules.

Cuando se lo escucha relatado de ese modo, el porvenir de la empresa, teniendo en cuenta tantos proyectos frustrados, suena un poco a un cuento de hadas. Algo que de cualquier manera nos gustaría escuchar para el caso del astillero estatal bonaerense, cuyos trabajadores tomaron virtualmente por asalto varios edificios del gobierno provincial después de haberse percatado que en esa fábrica desde hace años no se construía ninguna embarcación y se tomó la determinación -la que ignoramos-de “actuar en consecuencia”.

Independientemente de todo lo hasta aquí recogido y escrito, nos parece que lo más adecuado estaría en ver al gobierno actuar como esos grupos que se dedican a adquirir activos de empresas tambaleantes para resucitarlas y después, cuando lo logran, salen a buscar para ellas un comprador, porque su verdadero negocio no está en la producción ni en la prestación de servicios, sino en comprar, reactivar lo comprado y venderlo, y seguir en ese juego.

Algo que en el caso del gobierno se trataría de algo más simple, porque tan solo consistiría en reactivar sus empresas deficitarias -con el objetivo de preservar la fuente de trabajo, con la única limitación derespetar las necesidades de eficiencia- para también conseguido ese objetivo, deshacerse de ellas.

Algo que en principio parece un desatino, ya que a ningún empresario se le ocurre desprenderse de un negocio que le da ganancias. Pero el problema reside en el hecho que el Estado es, por lo general, un mal empresario. En cuanto por más eficiente que resulte en un momento dado la gestión de una empresa que está en sus manos, basta que el gobierno caiga en otras para que ella se convierta en una suerte de bolsa de trabajo destinada a dar empleo a quienes sean de su agrado.

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