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Gabriel Boric
Gabriel Boric
Gabriel Boric
En Chile el pasado domingo, se celebró la segunda vuelta de la elección presidencial. En ella resultó electo, por una ponderable diferencia, el candidato de la coalición izquierdista, Gabriel Boric. Se trata de un político de 36 años, que en su momento tuvo una principalísima actuación como dirigente estudiantil universitario.

Debe recordarse asimismo, que el flamante presidente resultó electo luego de una reñida y compleja campaña electoral, en la que se asistió a la polarización entre los partidos que pueden ser calificados como de izquierda, incluyendo al Partido Comunista -el que, contra lo esperado, tuvo una pobre performance en la primera vuelta de esos comicios- y otra coalición, esta vez de la derecha chilena, que terminó encolumnada detrás de la candidatura de José Antonio Kast.

Se debe destacar que se asistió así a una polarización de características curiosas, en cuanto los candidatos presidenciales que llegaron a la segunda vuelta eran la expresión de las posturas extremas de ambas tendencias enfrentadas.

Cabe agregar que en la primera vuelta de esas elecciones se impuso Kast sobre el flamante presidente. Respecto al cual, analistas políticos de ese país, consideran que su victoria fue consecuencia de haber modificado su estrategia en la campaña de la segunda vuelta. Ya que en el transcurso de la misma, puso de manifiesto un claro giro hacia el “centro” del espectro político, con la tácita intención de atraer el voto de los sectores ciudadanos moderados, estrategia que, como se ve, resultó exitosa.

En tanto, no es nuestra intención entrar en un análisis ni siquiera superficial de las causas y posibles consecuencias de esa victoria, sino limitarnos a señalar que todo lleva a dar la impresión de que se ha dejado atrás “la sombra de la figura de Salvador Allende”. Una personalidad que, como cabe recordar, dejó una profunda impronta en la historia política de nuestro subcontinente.

Al respecto, debe comenzarse por indicar que Salvador Allende fue médico de profesión, pero sobre todo político de fuste por vocación, de una trascendente trayectoria, ya que fue ministro y legislador antes de llegar a ocupar la presidencia de Chile.

Su carrera política transcurrió dentro del Partido Socialista chileno, del que fue uno de sus fundadores. En tal carácter, y como candidato de una coalición con diversas agrupaciones políticas, entre ellas el Partido Comunista y el Partido Radical, participó en las dos últimas de las cuatro veces que intervino en las elecciones presidenciales de ese país, postulándose como candidato presidencial.

En su caso, “la cuarta fue la vencida”, ya que en el año 1979 fue elegido presidente, con el 36.6 por ciento de los votos. Fue allí cuando se convirtió en el primer presidente de ideología marxista elegido en el mundo como resultado de elecciones limpias y libres.

Desde su función presidencial impulsó un programa de gobierno que se conoció como “la vía al socialismo, a la chilena”, cuya intención de aplicarla en la realidad, condujo en ese país a una situación caracterizadas por los tumultos y la violencia. Mediando su mandato presidencial, el mismo finalizó con un golpe militar encabezado por el general Pinochet el 11 de septiembre de 1973; situación que se volvió doblemente trágica, ya que como consecuencia del triunfo de la asonada, se quitó la vida.

En tanto, cuando señalamos que “la sombra de Allende que quedó atrás, es porque la experiencia de la que fue el principal protagonista, parece haberla tenido presente el flamante presidente” en la segunda parte de su campaña electoral.

Una experiencia que viene a indicar que no es posible efectuar una verdadera revolución política y social sin apelar a la violencia, cuando la misma es apoyada, como fue su caso, solo por la tercera parte del cuerpo electoral, y por ende de la población toda.

Algo que viene a decir también, que en un amplio espectro de materias, solo el consenso hace posible la subsistencia de una sociedad.

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