Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Veo llegar a mi tío de la calle, todo emponchando, con gorra y bufanda que apenas le deja ver los ojos, trayendo con él un fresquete de la gran… que se cuela por el agujero de la puerta al entrar.

A pesar de todo lo veo más que de buen humor, contento. Fue allí cuando le reprocho haya venido caminando. Es lo más lindo me contesta, porque el frío despierta. Aunque lo más lindo es encontrarse entre veredas rotas y bolsas de basura saqueadas por los perros, con la gente, como se dice ahora, me cuenta.

Una respuesta que me llevó a pensar en lo poco que queda de lo que en otros tiempos, igualmente con problemas, pero con otra forma de mirar a los demás, se disfrutaba en la reunión casual.

No era el caso de aquella que se alargaba en una interminable sobremesa, sino del encontrarse en la calle con alguien y saludarlo al mismo tiempo que uno se quejaba o ponderaba el estado del tiempo. Y todavía menos que eso, cuando uno entraba en un negocio y saludaba a los que ya estaban dentro, y no quedaba sorprendido al recibir respuesta. Igual que al acercarse al mostrador del mismo negocio o de una oficina, siguiendo con el saludo, una vez más correspondido, al que seguía la pregunta o el pedido, empezado por un “por favor” y completado con las “gracias”.

¿Volverán a ser las cosas de nuevo así algún día? A las mismas a que se aferra mi tío. Porque ahora se ha hecho cosa de todos los días, el cruzarse mirándonos sin vernos, cuando no esquivando la mirada o haciendo como si se tuviera los ojos puestos en cualquier parte. Y lo que es peor y más frecuente, ver contestada una pregunta con un rebuzno.

Es por eso que empiezo con lo que es para mí una certeza. El encontrarse con otro, por más corto que sea ese trato, siempre debería disfrutarse como el placer que es. Y después la pregunta de por qué las cosas no pueden ser de una manera buena, que además de ser gratis, hace la vida llevadera.

Como se ve, hay ocasiones en las que parezco hasta estar tratando de hablar en serio.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

Enviá tu comentario