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“Pacto o convenio hecho oculta y reservadamente entre dos o más personas, particularmente si son tratantes o del comercio”, una de las definiciones que da la Real Academia Española sobre la confianza.

Millones de personas alrededor del mundo tienen algo en común: comparten sus vidas a través de redes sociales de su preferencia. Algunos más otros menos pero una gran parte del planeta posee una cuenta en alguna de estas “redes”. Ahora, ¿qué pasaría si estas usarán la información que de forma gratuita le son compartidas para otros fines?

Algo así es lo que ha sucedido con el escándalo que se ha destapado en los últimos días, conocido como Cambridge Analytics. ¿De qué se trata? De una denuncia de manipulación de la información de 50 millones de usuarios de Facebook en Estados Unidos por parte de una consultora electoral, Cambridge Analytica, que trabajó en la campaña del actual presidente de USA, Donald Trump, en 2016.

El caso vio la luz hoy a raíz de una investigación conjunta de los diarios The New York Times y The Observer que expone que en 2014 la compañía habría utilizado una base de datos, creada con fines académicos, para elaborar estrategias electorales durante los comicios intermedios de Estados Unidos.

En consecuencia, Facebook cerró la cuenta de la consultora pero la confianza en esta mega red social no ha sido restablecida. De hecho, este lunes la empresa creada por Mark Zuckerberg cayó un 7% en Wall Street.

Surgen muchas incógnitas a partir de estos descubrimientos. Por un lado, surge la duda sobre qué acciones tomarán los usuarios de estas redes si más hechos de esta naturaleza se repiten:¿cerrarán las personas sus cuentas para que nadie pueda utilizar su información?

Igualmente, cobra fuerza el reclamo por una reglamentación de estos sitios por parte de los gobiernos, con la gran incógnita de si esta no supone una limitación de la libertad de expresión o incluso pero aun si no le entrega más información sobre sus ciudadanos a los gobernantes con la excusa de resguardarlos.

Por otro lado, quizás la verdadera pregunta sea hasta qué punto somos conscientes del uso que se le da a la información que compartimos por la web.

Puede que muchos ya sepan que hay alguien estudiando sus comportamientos en el mundo cibernético (de hecho, basta sólo con ver las publicidades que automáticamente invaden nuestras páginas a partir de que buscamos determinado producto por internet). Puede que haya otros que creen que su información está protegida o que simplemente a nadie le puede importar la foto que subió de su gato o que no les está permitido usarla.

Ahora parecería que muchos en alguna medida confiamos en que nuestra información no va a ser “mal” utilizada. No obstante, si ese círculo se rompe, entonces esta nueva forma de comunicación que tanto ha revolucionado al mundo puede desaparecer.

El nacimiento de las redes sociales parecería haber culminado. Llega entonces la etapa de maduración en donde las personas y los gobiernos jugarán importantes papeles.

¿Qué será del futuro de las redes? Eso es algo que estamos aún para ver. De lo que no hay dudas es que nos afectará a todos, ya que en ellas estamos todos por elección propia (al subir cosas nosotros mismos) o por decisión de otros (que nos incluyen en sus publicaciones).
Fuente: El Entre Ríos (Edición Impresa)

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