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Lacalle Pou, presidente de Uruguay
Lacalle Pou, presidente de Uruguay
Lacalle Pou, presidente de Uruguay
La situación crítica frente a la cual nos enfrentamos puso a prueba la capacidad de los diferentes estados para afrontar el coronavirus y expuso las prioridades de sus gobernantes. Es altamente probable que esta lucha contra el enemigo invisible llegue a su fin en algún momento. Para ese entonces se verán consecuencias negativas, más allá de las habilidades de cada líder. Aun así, la capacidad de recuperación variará de país en país.

Del otro lado del río, el flamante presidente de la República Oriental del Uruguay, Luis Lacalle Pou, parece pensar la salida de la crisis de una manera diferente a la de su par Alberto Fernández. Ambos asumieron hace muy poco tiempo. Ambos tenían desafíos y objetivos que debieron dejar de lado, al menos por un tiempo, por culpa del coronavirus. Tanto en Uruguay como en la Argentina hubo un accionar veloz frente a la llegada de la enfermedad y, de alguna manera, un acuerdo entre oposición y oficialismo para unirse en la lucha, que le dio una fuerte imagen positiva al gobierno y los presidentes. A pesar de las similitudes, hay medidas o mensajes que marcan las diferencias entre uno y otro, sobre todo con respecto a cómo prepararse para cuando se busque que la economía retome su funcionamiento normal.

El presidente de Uruguay asumió con el siguiente plan: bajar el gasto público y desregular la economía para salir del estancamiento económico; endurecer penas y reforzar medidas de seguridad para bajar los niveles de inseguridad. Con el arribo del virus hace poco más de un mes, Lacalle Pou mostró signos coherentes con sus promesas de campaña. En primer lugar, decretó una reducción del 20% de los sueldos del presidente y los demás cargos políticos, medida que puede no ser muy relevante en términos numéricos, pero que significa mucho en una democracia liberal -en la que se exige vocación y sacrificio a los gobernantes. Lo mismo reclamó una parte de la población argentina al escuchar al presidente decir “no van a perder, van a ganar menos”, pues ello sería una muestra real de solidaridad, más que la de hacer solidaridad con el dinero del prójimo en tiempos difíciles. Por otro lado, a diferencia de Fernández o el kirchnerismo acérrimo, Lacalle Pou dio a entender que iniciativas como impuestos a la riqueza y una mayor carga tributaria a las empresas solo llevaría a "amputar la posibilidad de los que van a hacer fuerza en la salida de la crisis”.

La sociedad uruguaya y los mercados pueden predecir qué hará el presidente uruguayo porque no haría ni más ni menos que lo que dijo que iba a hacer, a pesar de que la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) de dicho país aún esté analizando los pasos detallados a seguir en materia económica.

Del otro lado de la cordillera, la situación es muy diferente. Chile viene de un 2019 conflictivo, plagado de manifestaciones contra el gobierno, pero principalmente contra el modelo económico que dicho país sostiene desde hace mucho tiempo. Además, a diferencia de los otros dos presidentes, Sebastián Piñera ocupa el cargo de presidente desde Marzo de 2018 (ya lo había sido entre 2010 y 2014) y su imagen viene más desgastada.

Las diferencias con el país andino se acentuaron en estos últimos días, cuando Fernández mostró en cadena nacional que Argentina estaba mejor ubicado en la batalla contra el virus. Piñera respondió con un informe en el que aclaró que en Chile, la cantidad de testeos reporta la mitad de los casos sintomáticos, mientras que Argentina solo un décimo de ellos. Además, acudió a The Economist, prestigiosa revista londinense de economía y relaciones internacionales, para hacer referencia a un artículo en el que mostraba que Chile estaba en mejores condiciones tanto en tópicos de contención sanitaria como de contención económica. Lo cierto es que, más allá de las preferencias ideológicas, el país vecino estaba mejor preparado para la inevitable recesión económica: Chile cuenta con un fondo anticíclico sustentado con las ganancias extraordinarias que genera la producción de cobre en tiempos de vacas gordas. Por ello y por haber tenido un estado más reacio al gasto, cuenta con mayores fondos para enfrentar los problemas actuales y para recuperar la economía en un futuro. Aún así, resta saber qué pasará con el plebiscito que dictaminaría si se debe cambiar la Constitución de dicho país y qué órgano debe encargarse de ello, cuestión que definirá en gran medida los manejos de la economía a futuro.

La realidad es que a nuestros costados tenemos vecinos con realidades diferentes. Uno, un poco más parecido a la Argentina, parece mostrar que habrá claras diferencias para afrontar lo que se viene en términos económicos. El otro, que solía ser observado como un modelo exitoso dentro de la región, pareciera tener argumentos para decir que estaban y están mejor preparados que el estado argentino para luchar contra el coronavirus. La salida de Chile va a variar dependiendo de si se mantienen vigentes y legítimos los reclamos de los sectores de izquierda en cuanto al modelo económico, algo que puede cambiar debido a la crisis.

Argentina, por su parte, tiene más incertidumbre con respecto a lo que ocurrirá que cualquiera de estos dos vecinos. El problema aquí es que el desastre no escapa como posible desenlace. En este sentido, el tiempo dirá qué camino pretende tomar Alberto Fernández y la coalición gobernante en su conjunto y el tiempo dirá si los jardines de nuestros vecinos son más o menos verdes que el nuestro.
Fuente: El Entre Ríos

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