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Al éxito en cancha le sumaron un proceso extenso y fructífero, uno del que el más popular de los deportes -el futbol- carece por completo

Corría el 2014 y la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB) vivía una crisis institucional. Con el mundial de ese año a la vuelta de la esquina, los integrantes de la Generación Dorada, cuyo único sobreviviente en el mundial de China que acaba de finalizar fue Luis Scola, forzaron entonces la incorporación de Federico Susbielles como presidente. La CAAB estaba en una situación compleja, casi quebrada. Susbielles, bahiense y ex jugador de selecciones nacionales de básquet, probaría con el tiempo que la decisión tomada en ese momento por Ginobili y sus compañeros no había sido improvisada.

El tremendo éxito de la selección Argentina de básquet en China, donde se coronó subcampeón, se explica fundamentalmente en una serie de aciertos de años, pero donde tampoco faltaron sinsabores y pasos en falso, como aquel que llevó a la llegada de Susbielles a la CABB. Todos entendimos, y con razón, que el gran éxito en China, donde perdimos la final con España, obedecía casi exclusivamente a que mucho tiempo atrás el básquet argentino había decidido abrazarse a un proyecto de largo plazo.

El puntapié inicial se había dado varias décadas atrás, cuando a instancias de León Najnudel, casi un prócer del básquetbol argentino, se decidió crear la Liga Nacional. Corría el año 1984 y se había decidido tratar de imitar a la NBA de alguna forma, lo que parecía casi un acto de locura. Como todos sabemos, desde su creación, y con algunas idas y vueltas, la liga argentina no paró nunca de crecer y fortalecerse, sobre todo en el interior del país. A partir de esa visión se iniciaría un proceso que permitiría la aparición de una generación de privilegiados, llamados a triunfar primero en la liga local y más tarde a derrochar su talento en Europa y también en la NBA.

"La Liga Nacional, la NBA criolla y creación de León Najnudel allá por 1984 fue el puntapié inicial"

A una liga estructurada y a? un torneo bien organizado, acierto o casualidad que hizo que surgiera un semillero de talento impensado hasta entonces se le sumó finalmente un proceso de trabajo y constancia que permitió encadenar una serie de éxitos a nivel selecciones que convirtieron a? la Argentina en una de las potencias del básquet mundial. El proceso fue, y se mantiene, serio porque se optó por mantener contra viento y marea al técnico de turno, lo que hizo que en los últimos veintiún años Argentina solo tuviera tres entrenadores, Lamas, Magnano y Hernández.

Claro que para que se mantuvieran en sus cargos, y con el respaldo que se merecían, fue crucial que tuvieran el apoyo incondicional de los jugadores. Casi todas estrellas internacionales, con un brillo que no tuvo nada que envidiar a sus pares del futbol, en el grupo se destacaron Manu Ginobili, el Chapu Nocioni, Pepe Sánchez, y por supuesto el incombustible Luis Scola. Todos ellos gente inteligente, humilde, enfocada, seria y dispuesta a resignar mucha paga y más días de descanso para aportar su grano de arena a la selección y al básquet argentino en general. No puede decirse lo mismo de muchos de sus colegas futbolistas, bien conocidos por todos.

"Una buena Liga, mejores torneos, incipientes programas de desarrollo y voilá, llegaron los primeros grandes frutos, la aparición de la Generación Dorada"

La CAAB sumó también en este proceso transformador, hay que decirlo, sobre todo en los últimos cinco años. Se diseñó y puso en práctica un programa formativo de jugadores apoyado en un plan de trabajo elaborado por el muy respetado entrenador Silvio Santander. A Santander se le sumaron varios entrenadores con el rol de directores regionales, y se estableció una plataforma de seguimiento cercano de más de 700 jugadores. También se desarrolló el programa escolar NBA Junior y se comenzaron a realizar campamentos formativos en todo el país, tanto femeninos como masculinos. El básquet femenino comenzó a tener un apoyo como nunca antes había tenido.

La Generación Dorada se retiró toda, salvo uno, pero su legado hoy parece seguir vivo. No solo en lo deportivo, donde Argentina ya se ha clasificado en básquet para los Juegos Olímpicos del 2022, sino en lo institucional. La huella que han dejado, profunda y con un claro rumbo de trabajo, planificación y sacrificio es la que permite que este proceso de éxito siga hoy tan vivo como desde el primer día. Como sucedió en 2014, habrá otros momentos de zozobra pero ya nadie parece dudar que el proyecto es innegociable. La herencia que nos han dejado estos muchachos es enorme, un modelo a imitar, en un país donde los modelos precisamente no abundan. Generación Dorada, salud.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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