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La referencia a un documento de este tipo, es de una importancia mayúscula. Cuya real medida la da la circunstancia que debe en el mismo quedar plasmada no solo una rendición de cuentas sobre todo lo hecho por el gobierno provincial en el año precedente al mismo, sino que de él debe surgir un cuadro claro sobre la situación de la provincia, y lo que es aún más importante todavía en tiempos desesperanzados como los que nos toca vivir, las grandes líneas de hacia dónde se va a avanzar, y los medios a utilizar con ese objeto.

Es que el “mensaje” al que nos estamos refiriendo no es otra cosa que el resultado de trasladar a nivel provincial, el obligado que también debe formular, por imperio de la Constitución, el presidente ante el Congreso federal; el mismo que con justeza se conoce como un “mensaje sobre el estado de la Nación”, el que, en nuestro caso pasaría a ser entonces otro análogo, nada más que acerca del “estado de la provincia”.

Y es bueno, y lo primero que aquí queremos hacer es señalar, de qué manera se viene -cuando menos a vislumbrar- la auténtica personalidad del gobernador a través de las palabras que se le escuchan pronunciar en la ocasión.

Sobre todo viendo el acierto de la manera en que se ha rodeado a la Asamblea Legislativa, reunida especialmente con ese objeto, con la presencia de invitados calificados, seleccionados como expresión de sectores diversos de nuestra sociedad, todo lo cual ha llevado a que se conforme un cuadro de seria sobriedad. Como es la que debería estar siempre presente en los actos públicos institucionales, algo que desgraciadamente no siempre ocurre.

Y en lo que hace a la personalidad del protagonista, a la que hemos aludido, se nos ocurre que detrás de sus palabras se puede entrever, ya que de ella surge la presencia de un hombre “prolijo” -cualidad hoy menguada en la consideración pública, en la medida que se ha dejado de advertir la importancia de la meticulosidad y de atender al momento de la decisión y la acción subsiguiente, hasta los mínimos detalles- y que, para quien ha asumido el compromiso, resulta invariablemente una obligación a cumplir y no tan solo meras palabras arrojadas al viento.

A lo que se debería agregar, que nos encontramos -y aquí entramos en terreno resbaladizo- ante un hombre público de convicciones profundas y pasiones escondidas, ya que unas y otras aparecen sofrenadas en un actuar contenido, que solo se dejan traslucir en sus palabras, apenas más que espaciados chisporroteos.

De allí que a la hora de intentar evaluar el mensaje, lo primero que puede y debe decirse, es que en el mismo se da cuenta de una minuciosa rendición de cuentas, que tiene la virtud -con sus tonalidades- de transmitir esa sensación de sosiego, que es propia de esas situaciones normales que no se dan lamentablemente en nuestra actual coyuntura. La que nos habla de un gobernante sereno, lo que no es poco decir.

Es por eso algo inesperado que esa rendición de cuentas, no venga acompañada de un acabado cuadro de nuestra situación. Es decir, insertar esa rendición impecable, dentro de un gráfico cuadro de situación, que nos venga a mostrar donde “estamos parados”. Exigencia que recocemos que siempre es difícil de cumplir, y con más razón en los momentos actuales.

A la que hubiera contribuido, para dar un ejemplo, dar detalles acerca de la situación de la Caja de Jubilaciones provincial. Ya que si ese diagnóstico de situación se hubiera graficado en números el estado de la provincia, nuestra población estaría en condiciones de confrontar declaraciones de opositores, como aquellas que hacen referencia a que “la inversión pública real durante el 2020 ni siquiera alcanzó el 3 por ciento del gasto público y -específicamente en salud- la provincia gastó menos de $300 pesos por habitante durante el año pasado”.

A la vez, en lo que respecta al futuro, se hace necesario trazar rumbos de acción, traducibles en imágenes, que sirvan para alentar a la esperanza, máxime en las actuales circunstancias donde no son pocos los que al mirar hacia adelante están convencidos que ven una pared.

Es importante al respecto, tal cual como lo indicábamos, contar con la tranquilidad de que ahora no se roba, que se está reduciendo la planta del personal provincial y del gasto improductivo, que la Inspección de Personas Jurídicas local dejará de ser un “agujero negro”, que se seguirá avanzando en el campo de las valiosas micro realizaciones y otros proyectos de mayor envergadura.

Pero eso no basta. En otros tiempos ello significó la consigna, vuelta a medias realidad, de “sacar a Entre Ríos del barro”, y la lucha contra “la Entre Ríos insular”, que concluyó con el túnel y los puentes por debajo y encima de nuestros grandes ríos.

Nuestra meta actual, la que se espera, es una definición de estrategia elaborada de manera que resulte fácil de explicar y más aún de comprender. La que pasa por tratar de volver por lo menos a ubicar a nuestra provincia, en el lugar que supo tener en otros tiempos de nuestra historia patria “en el concierto de las naciones”.

Y aquello que vendrá, para cada uno de nosotros por añadidura, si los frutos de esa empresa común -a las que deberíamos todos ser convocados, por encima de cualquier bandería-, se distribuyen de una manera equitativa.

Una cosa más para terminar: se debe buscar la manera de leer el texto completo del mensaje del gobernador. Es útil, el hacerlo.

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