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Entre los famosos Aguafuertes Porteñas de Roberto Arlt (1900-1942) se cuenta el de El hombre corcho, “el hombre que nunca se hunde, sean cuales sean los acontecimientos turbios en que está mezclado…”.

Esta semana, un operador del mercado financiero utilizó la expresión para describir a Sergio Massa, el Ministro que de una forma u otra consigue salir siempre a flote. Parece una síntesis apropiada de su gestión. En poco más de cuatro meses, Massa ha conseguido sacar, uno tras otro, varios ases de su manga para tapar agujeros y retrasar, quién sabe durante cuanto tiempo, un colapso que se preveía como inminente.

¿No hay dólares? En lugar de devaluar para conseguir un mayor equilibrio entre la demanda y la oferta, hizo marchar un dólar-soja, y luego un segundo dólar-soja. ¿El mercado no le quiere prestar al Tesoro de manera voluntaria? Marchó una apretadita a actores privados clave, hizo promesas a los bancos, y hasta consiguió que intendentes y gobernadores para que suelten algo de lo que tienen en depósitos para comprar bonos del Tesoro. ¿Hay mucha inflación y se espera que haya más? Para eso hizo marchar un “precios justos” enfocado sobre los artículos que componen el Índice de Precios al Consumidor (IPC), así que, si hay inflación, el índice dirá que no es tanta.

Con medidas más o menos exóticas, pero siempre con un tufillo a artificios de corta duración, o incluso negligentes en el malgasto del dinero público, Argentina se encamina a cerrar 2022 con números fiscales y cambiarios que cumplen con los lineamientos muy flexibilizados del FMI, que ayudará al cumplimiento haciendo la vista gorda sobre algunos puntos controversiales.

Se puede argumentar, y es lo que hace la mayor parte de los economistas, que estamos rascando el fondo de la olla y que no bastará sólo con el ingenio para transitar 2023. También será necesaria una gran dosis de buena fortuna para que el corcho siga flotando. Juegan cuestiones climáticas (la sequía que amenaza con recortar las exportaciones al menos en US$7.000 millones), técnicas (conseguir que la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner no se retrase y permita reducir las importaciones de combustibles) y de buena voluntad (que la oposición no vuelva a amenazar al mercado con el reperfilamiento de la “bola” de deuda en pesos). Ninguno de estos condicionamientos está controlado por el Gobierno.

Quizás el mayor logro de Massa, más allá de cómo viene sorteando las penurias cambiarias y financieras, haya sido el de haber conseguido mostrar, esta semana, una suba del IPC de noviembre que estuvo muy por debajo de lo esperado por los economistas y del índice de precios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El 4,9% de noviembre prácticamente garantiza que 2022 no terminará con una inflación de tres dígitos; magro logro, pero suficiente para seguir flotando. Cuesta creer que los “precios justos” sean el mecanismo que estabilice los precios. Pero no se trata de eso, sino de estirar el momento de la verdad y, entretanto, seguir flotando.

Es mucha la fragilidad, pero también que tantos ases en la manga hacen dudar que no se pueda convivir con ella. Es posible que, a medida que avance el año 2023, las expectativas de cambio de mando empiecen a pesar más que la fragilidad coyuntural, y hagan que el tránsito hacia diciembre sea más sencillo.

El cuento de Arlt se mofa del hombre corcho porque, sin importar en qué turbios acontecimientos esté mezclado, siempre logra que el proceso no afecte su buen nombre ni su honor. Su bondad, dice, es de naturaleza jurídica. Sólo el tiempo será capaz de contarnos si eso es tan así en el caso de nuestro Ministro, que ha malgastado muchos miles de millones de pesos en sostener el corcho a flote.

En cuatro meses de gestión, se le puede reconocer a Massa haber estabilizado lo que parecía una espiral destructiva entre el final de Martín Guzmán y el breve interinato de Silvina Batakis. Como buen hombre corcho, logró que el barco no se hundiera. Pero no resolvió los motivos que nos llevaron a transitar aquellos momentos de zozobra. El truco, por ahora, le ha funcionado. Habrá que ver si lo sigue haciendo.

El truco de sacar ases de la manga ha sido suficiente para ganar las manos que se jugaron durante estos cuatro meses. Pero no para revertir el resultado de un partido que lleva varios años. En el partido, la economía y los argentinos venimos perdiendo por goleada.
Fuente: El Entre Ríos

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