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Escuché que decían: "está en cama con un virus". Un resfrío pensé benévolamente, y casi enseguida lo hice en el largo recorrido de esa palabra, que llega ahora a ser el nombre de lo que destruye nuestras computadoras, o un conjunto musical, etcétera.

El nombre "virus" viene del latín, en el que significa veneno. De allí surge virulento (lleno de substancias corruptas) y violento (alrededor del 1400). Se creyó durante siglos que era un veneno que aparecía misteriosamente. Una versión negativa de la gracia. Ahora sabemos que no es un veneno y los misterios son ya otros.

Los virus son las partículas infecciosas más pequeñas que existen (con algunas excepciones, como siempre las hay). Cada partícula se llama viron, pero generalmente recurrimos al plural. Existen no menos de 5 mil especies de virus.

Cada viron está compuesto por tres partes: una central con material genético, una cubierta de proteínas y otra de grasas. Se trata de parásitos obligados de otros seres vivos, para reproducirse, en células animales, vegetales, bacterias e incluso otros virus.

Cuando penetran en alguna célula, toman como un grupo comando al núcleo de la misma, y le ordenan producir solo copias de ellos mismos: miles de virus hasta que la célula huésped muere y viene la diseminación de los virus hijos. Dijimos que son de un tamaño muy pequeño, no se ven con los microscopios comunes, sí con los electrónicos. Si los colocáramos lado a lado como bolitas se necesitarían de 30.000 a 750.000 para cubrir 1 centímetro de largo (pues hay chicos y grandes, entre los últimos están los que atacan a las amebas).

Así, como parecen hechos solo para reproducirse a expensas de otros, no tienen preferencias por ambiente alguno. Están en el agua (dulce o salada), en la tierra, y en el aire. En la tierra son mucho más numerosos que las bacterias. Así en un metro cuadrado de suelo se encuentran hasta 100 millones de virus y solo 10 millones de bacterias.

Sabemos que usan el aire para contagiar, las picaduras de mosquitos, la sangre, pero al mismo tiempo que hacen tanto mal, contribuyen a las defensas del organismo, están en el microbioma -esa fea palabra- e incluso los incorporamos a nuestro capital genético que se transmitirá a la descendencia. Se calcula que no menos del 40% de nuestros genes se originaron en virus y se asume que pueden haber contribuido a la evolución de todos los seres vivos. Darwin, que murió en 1882, mal pudo tenerlos en cuenta para sus teorías de la evolución, ya que fueron descubiertos alrededor de 1910 (otra linda historia).

El hecho que no pueden reproducirse, sino por medio de otros seres vivos ha dado origen a una gran discusión, entiendo que aún no saldada por la ciencia.

¿Son ciertamente seres vivos? Una característica de estos es que pueden reproducirse por sí mismos, y los virus carecen de autonomía. No faltan los sabios que piensan que estas preguntas no tienen sentido, pues la respuesta correcta depende de la definición de vida, o del estado de estar vivo, y así las conclusiones pueden ser arbitrarias sin conducir a algún desarrollo constructivo.

He aquí que los problemas no cesan -a lo que aquí estamos ya acostumbrados- más aún cuando parece que cada día caen a tierra trillones y más de virus. Sucede que se ha descubierto que en nuestra atmósfera, por arriba de la capa donde se generan los fenómenos atmosféricos y por debajo de las mal altas por la cual circulan las aeronaves, allí en el medio, hay una franja propia donde circulan los virus y de donde caen millones a la tierra, día a día.

¿Una virosfera? Se discute el origen de esto, algunos lo atribuyen al "spray" marino: un aerosol que desde la superficie del mar es elevado por los vientos. Otros sostienen que se originan en el mismo aire y unos terceros que vienen del espacio extraterrestre. Sabemos que nunca falta alguien así.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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