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Vecinalistas
Vecinalistas "históricos" de Entre Ríos
Vecinalistas
El conocido como vecinalismo entrerriano

La prensa escrita, al ocuparse de los pasados comicios provinciales, ha señalado que existe un escenario de gran polarización a nivel provincial, dominado por la disputa entre el Frente Justicialista Creer Entre Ríos y Cambiemos y que diferentes uniones vecinales lograron imponerse en numerosos municipios. Destaca así que son catorce las localidades entrerrianas que en el próximo período de gobierno serán administradas por agrupaciones de ese carácter y que en varias otras ciudades estos espacios lograron consolidarse en un segundo o tercer lugar.

Por Rocinante

A su vez, para dar una idea de la magnitud del fenómeno se señala que -en total- entre ganadores y entre quienes no lo fueron, el número de votos “vecinalistas” obtenido en toda la provincia alcanzó a cuarenta mil.

Algo que hace, sin que ello signifique desvalorizar esas agrupaciones o su esfuerzo, que no queda evidenciada de ninguna manera una tendencia con ese resultado, si se tiene en cuenta que mientras el número total de votantes y votos en la provincia fue de aproximadamente 750.000, los 40.000 sufragios obtenidos por el vecinalismo representan el 5,33 % de ese total.

Los municipios de nuestra provincia -a los que nombro sin seguir, aclaro, ningún orden- son Colón, Oro Verde, Cerrito, Villa del Libertador General San Martín, Villa María, Lucas González Rosario del Tala, Pueblo General Estancia Grande y Los Charrúas, Santa Ana y Villa del Rosario.

En tanto resulta de interés analizar la naturaleza que desde una perspectiva política tienen ese tipo de agrupaciones locales, la explicación de su existencia y sus perspectivas de futuro.

Sobre todo, avanzando desde una perspectiva que estimo al menos más acabada respecto a una nota aparecida en este medio (El Entre Ríos. Edición impresa 27.2.19 “ El vecinalismo puesto en cuestión” incorporado en Wikipedia)
Una boleta corta
Se ha hecho común en estos tiempos, y ante la próxima realización de la Primarias nacionales, señalar que a algunas listas de candidatos que pretenden intervenir en ellas, los partidos nacionales no les permiten que peguen la boleta con ese listado a la boleta sábana, que ahora en relación a las Paso ha dado en llamarse la boleta llena, y que precisamente por esa circunstancia no permite nuevos añadidos; dado lo cual los candidatos a diputados y senadores nacionales a los que no se les permite ese pegado solo tienen la posibilidad de presentarse a esas primarias con una boleta corta. Circunstancia que lleva a que se haga presente un inconveniente práctico que, -sino desanima- por lo menos choca con el desgano de muchos votantes, ya que se ven obligados a cortar y deshacerse de una parte de la boleta llena, para incorporarle otra boleta, que en la situación a la que nos referimos al menos, significa apelar a una boleta corta.

Y si me he detenido hasta el exceso en esa descripción, es por cuanto, con lo que ello implica, las uniones vecinales se deben expresar, como no puede ser de otra manera, mediante una boleta corta.
Partidos políticos vacíos de ideología
Algo que en apariencia es obvio, pero que en realidad no lo es. Porque salvando algunas excepciones, que no es el caso de calificar ni de honrosas ni deshonrosas, dado que las cosas son simplemente así, a pesar de su proclamada y pretendida apoliticidad, estas uniones vecinales son idénticas en su naturaleza, a los partidos políticos clásicos, aunque con la pretensión de mostrarse como vacías de toda ideología.

Una circunstancia que no las descalifica, pero que sirve para explicar su origen, como también el comportamiento de algunos de sus afiliados notables.

Es así como, la explicación de su emergencia es consecuencia (puede darse la existencia de excepciones que confirman la regla) de actuar en el orden local junto a partidos políticos de un nivel territorial mayor, por tratarse de partidos nacionales o provinciales, dotados de dirigencias cerradas, ineptas y hasta corruptas.

Y es la impotencia que provoca la imposibilidad de desplazar a esa burocracia partidaria, a nuclearse por fuera o por encima, según como quiera mirarse, de dichos partidos con el objeto de desplazarla.

Algo que invirtiendo el orden de la argumentación, cabe proponer como perspectiva, poco más que conjeturable, que en el caso de producirse una renovación positiva de la dirigencia de los partidos de mayor nivel, mengüen peligrosamente las posibilidades de supervivencia de estas agrupaciones políticas vecinales.

A su vez el vacío ideológico real o simulado -porque lo hay también de este tipo- es un ejemplo que podemos encontrar en la Liga Provincial de Partidos Vecinalitas conformada por peronistas excluidos de la boleta llena impulsada por Domingo Daniel Rossi, intendente electo (con prontuario) de Santa Elena. Lo que hace posible la facilidad, la naturalidad o quizás el desparpajo, con que afiliados a una agrupación vecinalista son nominados en las listas de candidatos de partidos políticos nacionales o provinciales.

A ese respecto es dable recordar el caso de un ex intendente de Cerrito, el doctor Carlino, algo así como el padre del vecinalismo entrerriano.

Como también el caso de San José, donde mi tesitura aparece más consolidada, porque allí una misma agrupación ideó el caso de que un intendente acompañara al actual mandatario de Paraná, Varisco, en la fórmula de la Unión Cívica Radical, y otro fuera elegido senador en la lista del urribarrismo.

El aceite y el vinagre, o a la inversa, pero una prueba del vacío ideológico al que nos referimos, ya que esas candidaturas por lo que al menos se conoce, fueron consecuencia de decisiones personales, que no implicaron coaliciones partidarias.
El municipalismo es otra cosa
De acuerdo a una nota aparecida en el portal entrerriano Ahora, el único de los dirigentes provinciales de los movimientos vecinalistas locales que tiene una idea de ellos que vaya más allá de la concepción que hemos descripto precedentemente como de la boleta corta, sería el intendente electo de Oro Verde José Luis Dumé, quien busca conformar un partido provincial de carácter de vecinalista.

De municipalista, dicho en la forma que a movimientos de este tipo los designa la doctrina, y que significa dar un paso más allá de la tesitura de la boleta corta, y el vacío ideológico que como se ha visto ello significa. Para utilizar más que una terminología una palabrería de moda, se asistiría de ese modo a un cambio de paradigma.

Todo ello como consecuencia de que se haría necesario llenar ese vacío que hemos denominado como ideológico insuflándole una doctrina.

Lo han hecho así los sostenedores de lo que se conoce como el municipalismo libertario, al que se lo define partiendo de una idea de organización política basada en instituciones asamblearias de índole vecinal que, practicando la democracia directa, se federarían en una confederación de municipios o comunas libres, siendo una alternativa al Estado centralizado. Se trata de una doctrina elaborada según se señala a partir de la tradición localista y municipalista del anarquismo, y que fuera esbozado por un pensador estadounidense de nombre Murray Bookchin y que curiosamente ha sido adoptada y adaptada como propia por el partido que representa a la mayoría kurda que vive en Turquía.

Se ha señalado a su respecto que el municipalismo está influido por la ecología social y no es sólo una estrategia alternativa al sindicalismo libertario, sino también una crítica al énfasis en lo económico de éste. Para el municipalismo lo importante ya no es sólo la esfera económica, sino la convivencia, en la que ve o pretende sea el motor del cambio. En este sentido, el municipalismo lucha por la liberación de los municipios, convirtiéndolos en insumisos al poder estatal, con el fin de, llegado a un punto, la organización municipal alternativa –de igual corte federalista- sea un contrapoder eficaz al Estado centralizado y al sistema económico relacionado con ella.

Este tipo de municipalismo que suena utópico, se me ocurre, sin conocerlo, nada tiene que ver con el que concibe el oro verdense Dumé. Se trata de un municipalismo anarquista en cuanto anti estatal, anticapitalista en cuanto mira con simpatía, por decirlo de una manera medida, la autogestión obrera en las empresas bajos estructuras cooperativas o similares en materia económica. Ni siquiera es novedosa al llevar la democracia directa a la dilución de la diferenciación ente gobernantes y gobernados.
El oxímoron: El problema que se plantea es cómo lograr un municipio anarquista dentro de un sistema estatista
En la utopía precedente existen de cualquier manera elementos rescatables, en cuanto valiosos. Al fin y al cabo la sociedad humana ha ido evolucionando a través de la historia con pingajos de utopías, que se insertan en las instituciones, modificándolas.

Y que como meta debe procurar acercarse lo máximo que se pueda a lograr plasmar una idea de organización política basada en instituciones asamblearias de carácter vecinal que, practicando la democracia directa, se organizarían en un sistema de municipios o comunas libres como alternativa al Estado centralizado.

Considero que hay que partir de dos presupuestos, uno evidente y el otro opinable.

El primero de ellos es que toda necesidad pública debe ser atendida al nivel administrativo más cercano, en cuanto inmediato al lugar donde se genera. Y su consecuencia: toda necesidad para la que exista aptitud técnica para afrontarla eficazmente a nivel local, no debe derivarse a un nivel superior.

De donde el otro presupuesto (y eso es opinable) es que se hace necesario estructurar la arquitectura estatal en una suerte de estructura de forma piramidal, conformado por ciclos, de los cuales el interior y de mayor radio de acción en cuanto al número de competencia, es el que rodea al municipio, el segundo de superficie más reducida al estado provincial y el último en el vértice con funciones más reducidas pero especialísimas y muchas de ellas soberanas al estado nacional. Algo similar a la estructura de consejos en esos tres niveles que concebía también nuestro Alejo Peyret en su proyecto de Constitución que le entregó a Thiers destinado a la organización de la Tercera República Francesa (1870).
El defensor del vecino
Entre las iniciativas de una unión vecinalista se encontraba la creación de la figura del Defensor del vecino. Y sobre la que no puedo menos que preguntarme, de ser necesaria, para qué están los concejales…

Se señala que en sus orígenes, en lo que respecta a los elementos integrantes de Roma, todavía ciudad, se distinguía entre lo urbas, lo urbano, que no era otra cosa que su estructura material, y las civetas, los ciudadanos, es decir su componente humano. Y que entre ambos era el último, el más valioso y casi esencial.

De donde el municipalismo, como acción primera y principalísima tiene que ocuparse de formar ciudadanos locales, como presupuesto para la participación generalizada y permanente de ellos en la gestión de la cosa pública local, la que no puede limitarse a emitir el voto cada cuatro años.

Y por ello resulta imprescindible que el municipalismo comience por convertir en una auténtica convivencia, lo que hoy es mera interacción, y muchísimas veces no de la mejor clase, al mismo tiempo que no se reduce la participación de los ciudadanos a darle el acceso a los mecanismos de la democracia directa tales como el referéndum, la consulta y la revocatoria popular. Es que se les debe proporcionar la posibilidad de participar a través de la formación de determinados órganos en el control de gestión de los servicios públicos que se prestan en la ciudad, dando la posibilidad de meter la nariz en lo que no son hoy otra cosa que opacidades casi impenetrables, y sobre todo convertir la actual apatía en entusiasmo ciudadano, propia de quien ha dejado de ser un simple alojado en su ciudad, para sentirse uno de los dueños de ella, y por consiguiente encuentra en las autoridades todo el apoyo indispensable para encarar proyectos y proponer programas que hagan al provecho común.

Se repite, es necesario un movimiento municipalista que sea capaz de despertar un entusiástico interés a los ciudadanos por su ciudad. Entendiéndolo, tal cual lo señala un sociólogo francés en “un interés que implica el hecho de sentirse y estar metido en el juego, cogido por el juego, el creer que el juego merece la pena, que vale la pena jugar”, y que no se trata de otra cosa que el juego por su patria chica.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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