Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
El domingo 14 de abril dejó como saldo una clara definición sobre las preferencias electorales de los entrerrianos en favor del Justicialismo y con un voto “castigo” a Cambiemos por la difícil situación económica. Los análisis electorales sobre los resultados y las razones de la votación ya se hicieron en las primeras 48 horas. Pero poco se ha dicho sobre el financiamiento electoral y los fondos que se necesitan para ganar elecciones. Un candidato de Cambiemos presentó una rendición pública de aportes y gastos que eleva la vara para el resto de los candidatos.
El oscurantismo de los oficialismos
Toda fuerza política que se apropia del Estado transitoriamente se ha visto tentada a usar los recursos públicos en beneficio propio. Funcionarios que hacen campaña mientras ocupan cargos públicos, empleados y contratados al servicio de candidatos en horario de trabajo, o acciones de gobierno diseñadas en función de posicionar a funcionarios que se convierten en candidatos, son prácticas frecuentes.

La campaña electoral de estas PASO mostró muchas de estas postales. El Gobernador Bordet no pidió licencia durante su actividad proselitista, se dedicó a inaugurar obras y anunciar por vía de publicidad oficial las acciones de gobierno como parte de la campaña. Y para abajo, muchos de los candidatos a Intendente lo imitaron en estas prácticas.

El evidente conflicto de interés que existe entre la función pública y la actividad de campaña también se vio en otros tantos aspectos: la entrega de asistencia social días previos a los comicios; listas de gente que debía garantizar asistencia obligatoria a caminatas y actos de campaña; o camiones y vehículos de contratistas del Estado que se pusieron a disposición del traslado de gente el día de la elección. Todos mezclados en el mismo estofado, como canta Arbolito.
Los gastos de campaña
Es difícil poner en cifras lo que cuesta una campaña electoral. Pero podemos hacer algunas aproximaciones que incluyen: gastos en publicidad / cartelería / alquileres para locales partidarios / impresión de boletas / profesionales en comunicación y redes sociales / asesores de campaña y de imagen / encuestas / gastos de movilidad. Hasta ahí los rubros “oficiales” que todo candidato debe cubrir. A eso se agregan otros gastos no declarados que incorporan: personal del Estado a disposición; vehículos oficiales o de contratistas disponibles; entrega de bolsones de alimento; pago con dinero en efectivo a punteros barriales; reparto de algunas sustancias prohibidas; o la acción de trolls ensuciando la campaña en redes sociales.

¿Cuánto cuesta todo esto? No está claro, pero se sabe que para una campaña local en ciudades de entre 50 y 100.000 habitantes, los gastos rondan los $2.000.000 por cada candidato que aspire a ganar la elección.
¿Quién financia las campañas?
El origen de los fondos de campaña parece ser parte del problema más grave que hoy tiene la política. Esos fondos que provienen de aportantes privados en gran parte y del dinero “negro” de la política se originan en “contratos truchos” como los que hoy se investigan en la Cámara de Diputados de Entre Ríos, y en “empresarios” que aportan a cambio de actuales y futuros beneficios. Así ocurrió con el grupo NeoGame (dueño del Hotel Howard Johnson donde Bordet cerró su campaña en 2015) y su monumento a la corrupción en Concepción del Uruguay donde crearon un dudoso centro de capacitación (CeCat), a cambio de explotar por 30 años la licitación de más de 200 máquinas tragamonedas en el Casino local, sólo por citar uno de los ejemplos sobre los modos de financiar la política.

Ahora Concepción del Uruguay evalúa modificar el método de asfaltado de calles con el único fin de favorecer a una empresa “amiga del poder”. Es que las elecciones son costosas. Sólo en tickets de combustible para trasladar gente hasta las urnas, este domingo hubo tres precandidatos del PJ que pagaron alrededor de 150 bonos de nafta de $700 cada uno, lo que representa un gasto de más de $100.000 sólo para los autos que trabajaron ese domingo.
Un candidato que da el ejemplo
En este berenjenal de financiamiento oscuro de la política aparece un “rara avis”. Se trata de un precandidato a Intendente de Cambiemos de Concepción del Uruguay, Ernesto Bulay, que a 48 horas de haber perdido la interna presentó de forma pública todos sus aportes y gastos de campaña. Allí, el sector de este candidato puso a disposición de todos los medios de comunicación una planilla de Excel donde constan todos los aportes que recibió durante la campaña y el destino de esos fondos. La cuenta exhibe aportantes individuales de $1000, $5000 y $15.000, y un único aporte mayor de $40.000 para totalizar $126.000 recaudados. Y a continuación, detalla rubro por rubro el destino de esos fondos que se gastaron. La cifra también muestra la distancia abismal en materia de financiamiento con algunos de los candidatos del PJ que gastaron prácticamente la misma cifra solamente en traslados (nafta) el día de la elección. Esta disparidad de recursos, lamentablemente para la democracia, sigue siendo motivo de diferencias en los resultados electorales.

Los tiempos que se avecinan, con la campaña próxima a iniciarse para la elección general de junio, muestran la necesidad de monitorear activamente el origen de los fondos con que los candidatos financian sus campañas. A nadie escapa que los favores recibidos en tiempos electorales se deben devolver una vez en el Gobierno.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

Enviá tu comentario