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Nunca terminaremos de aprender sobre las cosas que nos rodean, lo que es una alegría, sobre todo cuando la vida se vuelve gris como en un lluvioso agosto. Ayer leí sobre el pomelo. Había recogido uno que llegó rodando a mis pies, en el desierto mercado. Lo levanté, lo olí, y lo traje a casa. Ahora diría que ríe desde una canasta. Como todos los citrus, nacieron probablemente en la India o la China, unos 5 o 6 millones de años atrás. Cómo casi todas las historias, la suya es un poco confusa. De la gran familia de los citrus surgieron tres frutos principales: el citrón o cidra, el pomelo y la mandarina. Estos árboles tienden a la hibridización: son muy promiscuos. Así qué de la unión del pomelo y la mandarina, surgieron las naranjas, dulces o amargas, el pomelo y la cidra nos dieron el limón. Tiene relaciones incestuosas, o por lo menos así lo serían entre los animales. Una naranja diferente puede surgir de la unión de una mandarina y un pomelo abuelo o bisabuelo. Hay ejemplares que no dan fruto, otros que cuando se abren despliegan algo muy similar a un caviar, dorado y con sabor que recuerda al pomelo (finger limes). No han llegado a nosotros y pueden ser toda una inversión cultivarlos, por eso escribí su nombre en inglés, así algún agricultor aventurero se anima a cultivarlo entre los ríos.

La palabra pomelo, parece ser de origen holandés. En América hicieron un buen arribo en Barbados, isla que pisó el denostado Cristóbal, y después los corsarios ingleses que le dieron más fortuna, ya que ahora forma parte del Commonwealth británico, es independiente, tiene secreto bancario, una sinagoga que data de 1640, y se puede darle una completa vuelta en dos horas y media. Si esta isla, que lleva el nombre que le dieron los portugueses y que fue una gran productora de ron, fue el afortunado primer paso en América, le siguieron los cultivos en Florida (USA) a donde la llevó un médico francés, Odet Phillipe, negro, propietario y comerciante de esclavos. Allí gozaron de su primer apogeo.

Cuando yo era chico, los pomelos eran distintos. Había sólo de color amarillo, la cáscara era más gruesa y sobre todo eran más amargos, tanto que podíamos sentir un escalofrío probarlos. Con los años tomaron ese color de amanecer, y la pulpa se hizo rosada o ya roja sin disimulo, y también más dulce. En los Estados Unidos se los llama "grape fruit" es decir" uvas-fruto", pero no por parecerse a las uvas que conocemos, sino a una planta silvestre con frutos arracimados y sabor amargo común, en los trópicos. Y son de éste tipo los comunes hoy en las fruterias.

Vayamos a Canadá en 1989.En London, Ontario un bioquímico, David Bailey estudiaba minuciosamente cuanto de una droga ingerida podía detectarse en sangre. El objetivo era conocer la dosis de la droga y que cantidad de lo que se indican por boca se podía dosar en la sangre. A veces mucho, a veces poco. Es lo que se llama la biodisponibilidad del medicamento, o sea cuánto realmente de los que tomamos llega a la sangre. En algunos ensayos el Dr Bailey casi enloqueció; encontró niveles inesperadamente altos, como si se hubieran ingerido cantidades enormes del remedio. Los estudios, como con nuestras esperadas vacunas, eran a doble ciego, y lo único que pudo sospecharse que producía ese fenómeno era el jugo de pomelo, que se usaba para hacer que las dos muestras, una con el medicamento y la otra con el placebo, tuvieran el mismo gusto y el paciente no pudiera discriminarla.

Encontró así que el jugo de pomelo destruye una substancia que se produce en el intestino y en el hígado, que se llama cytochrome P450, y cuya función es destruir toxinas o ciertos medicamentos. En su ausencia estos se absorben en su totalidad y alcanzan valores que pueden ser tóxicos, por lo cual ante cualquier remedio que uno tome deberíamos asegurarnos si puede hacerse con jugo de pomelo. Si lo hacemos, puede absorberse el 100% del mismo, y producirse reacciones indeseadas o tóxicas. Dentro de una larga fila de fármacos, encontramos: Benzodiazepinas (Valium,etc), anfetaminas, estatinas, drogas para la disfunción sexual, paracetamol, quinolonas, eritromicina y medicamentos de venta libre, así como muchas drogas anticancerígenas. En realidad, se trata de un centenar de medicamentos y en forma inexplicable fallan las advertencias de probables efectos indeseados provocados por el jugo de pomelo en los prospectos, y muchas veces en las indicaciones médicas. El efecto sobre el Cytochrome P450, dura pocas horas, pero los suficientes para la absorción desmedida del fármaco.

Es probable que haya muerto gente a causa del jugo de pomelo. Que forma más triste y más tonta; pero hay alguna que en el fondo no lo sea?

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