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Es el poder, estúpido

Gustavo Bordet aprovechó su momento sobre las tablas del escenario nacional y dejó una máxima, que ahora habrá que ver si el resto del peronismo recoge como propia. "Si el fruto del consenso es Cristina, estaremos con Cristina. Si el fruto del consenso es Lavagna, estaremos con Lavagna. O si es Sergio Massa, estaremos con Massa. Más allá de los nombres, lo importante es ver hacia dónde vamos en el país".

Pragmatismo explicito. El gobernador demostró otra vez que sabe caminar por un estrecho desfiladero. No se deja caer en la trampa del debate ideológico, tal vez sea cierto eso de que las ideas ya no le importan a nadie, y con tal de que el peronismo recupere ese papel de protagonismo que cedió en el 2015 es capaz de apoyar a Cristina, Massa, o Lavagna. Pero la realidad es que no estuvo tan fino cuando remató con la frase de que lo importante es hacia dónde vamos como país. Nadie ni en su más pura inocencia puede pensar que Lavagna y Cristina, lo de Massa es más difícil de descifrar, quieren llevar al país en la misma dirección. ¿Pero eso realmente importa cuando el fin último que se persigue es el de volver al poder o no perderlo?

Ese pragmatismo, que no se malentienda, debe ser visto como una cualidad, seguramente lo lleve también a aceptar que Urribarri lidere la lista en las próximas elecciones nacionales, tal vez como candidato a diputado. Así como Bordet hizo el fino trabajo de limar la imagen del ex gobernador -la verdad es que tampoco tuvo que hacer tanto esfuerzo- para luego dejarlo de lado, no dudaría ahora en reivindicarlo si a su entender ese es el precio a pagar como prenda de la unidad. Sobre todo si Cristina Kirchner termina siendo la candidata del peronismo.

"Bordet entiende y muy bien que el fin último de su partido es el poder y no mucho más"

En su momento dijimos, y lo volvemos a repetir, que Sergio Varisco no estaba moralmente habilitado para ser candidato. Ahora, casi con seguridad el electorado le terminará haciendo pagar sus pecados y estará bien merecido. Lo mismo sucede con Urribarri. Que Bordet quiera hacer la vista gorda porque le conviene no nos hará cambiar de opinión a muchos, muchísimos, quienes creemos que Urribarri no debe ser candidato. Si bien todavía no tiene ninguna condena en firme, el exgobernador – y varios de sus parientes y secuaces- han dejado sus huellas dactilares por todos lados.

Que Urribarri no se vea obligado a bajarse, o pueda volver a subirse a este proyecto de peronismo renovado, solo puede llevarnos a pensar que tal renovación no existe y que los cambios han sido solo cosméticos con la sola idea de hacernos pensar que lo de ahora era algo mejor y diferente.

"Promover a Urribarri al tope de una lista electiva en octubre seria tal vez un acto de pragmatismo pero también de indecencia"

En definitiva, llegado el momento la decisión no se tomará sobre la base de ideas ni de proyectos de país. Es que sucede que desde hace mucho tiempo el peronismo está flojo de papeles en esos frentes. El único hilo conductor que todavía une a Bordet con muchos de sus compañeros es la posibilidad y el deseo de ejercer el poder, solo eso. De ahí que un pragmatismo descarnado sea tal vez el mejor atributo posible para sobrevivir coyunturas complicadas como nos han venido tocando desde hace mucho tiempo.

Sin dudas sería una contribución muy positiva para la provincia que Gustavo Bordet quiera ser recordado no solo por su pragmatismo sino también por su decencia. Y cualquier político que se precie de ser o querer serlo no debería nunca más compartir y mucho menos promover una lista con Sergio Urribarri. Aunque cueste. A veces la decencia cuesta votos, hace perder elecciones, pero definitivamente deja dormir bien a la noche.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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