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Hablemos del tercer principio: concentrarse en lo esencial. Tomo como referencia lo formulado por el Dr Malik en su libro “Dirigir-Rendir-Vivir”.

Este tercer principio es tal vez el más difícil de realizar o implementar en la gestión como profesión, en particular en nuestro país, en cualquier rol de conductor que se ocupe. Planificar y concentrarse en lo esencial en la Argentina es un desafío titánico. Los cambios de reglas de juego permanente, que con el mejor humor podríamos definir como un deporte nacional, hacen que este principio sea una proeza.

Sin embargo, por estas mismas razones es necesario tener muy presente este principio, para poder alcanzar resultados tangibles y contribuir a construir “catedrales” (ver columnas anteriores).

En nuestra cultura hay una fuerte tendencia a confundir dinámica e hiperactividad con eficiencia y eficacia, intentar hacer muchas cosas a la vez, olvidando el viejo refrán que “el que mucho abarca poco aprieta” o el no menos conocido refrán inglés “if you run after two hares you will catch neither” (si corres detrás de dos liebres no atraparás ninguna), que siguen vigentes.

El desafío de concentrarse en lo esencial, además de las características especiales de nuestro país, se ha visto influenciado significativamente tanto en el mundo empresario como en la sociedad en general. La creciente especialización e interdependencia en los procesos de gestión, así como también la digitalización, la globalización y determinadas estructuras organizacionales que nos obligan a responder sin que se tenga en cuenta línea jerárquica formal, horarios o lugar de trabajo.

Por ello es importante concentrase en unos pocos objetivos bien escogidos, que contribuyan a una real eficiencia. Reitero que no debemos confundir input o esfuerzo/aporte realizado con output o resultado obtenido, que es lo que determina el éxito.

A mediados del siglo anterior, el psicólogo e investigador George Armitage Miller, que realizó grandes aportes a las neurociencias cognitivas, presentó un trabajo llamado “El mágico número siete más/menos dos”; en el mismo definía que un ser humano puede administrar o mantener bajo control ese número de elementos, en el mejor de los casos.

Personalmente creo que, por la complejidad creciente de la gestión desde aquella época a la actualidad, tal vez ese número mágico debería ser Cinco o incluso Tres más/menos dos, es decir concentrarnos hasta un máximo de 7 objetivos esenciales, dado que un número mayor no nos garantizará alcanzar resultados genuinos.

Como planteaba al inicio, no es simple la aplicación de este principio y con frecuencia muchos gestores o conductores lo rechazan para justificar la intensidad de sus participaciones en múltiples temas a la vez, lo cual solo garantizará que difícilmente haya un aporte eficaz y eficiente de sus responsabilidades.

Aplicar la metodología de gestión por objetivos es una herramienta muy útil, sobremanera en estos tiempos de pandemia y de obligado teletrabajo. Para ello hay metodologías como SMART (Específicos, Medibles, Alcanzables, Realistas, Temporales) que facilita su aplicación.

Vale mencionar que se deben diferenciar tareas de objetivos, error este que he observado con asiduidad.

Este principio de concentrarse en lo esencial es válido para todo tipo de organización, desde una empresa que decide abrir un nuevo mercado y en consecuencia define los objetivos en las distintas áreas alineándolos para hacer realidad esa decisión, o a un municipio como en su momento, y solo a manera de ejemplo, se definió en Federación para convertirla en un centro turístico de excelencia.

A nivel país también podríamos concentrarnos en lo esencial. En este caso no parece complejo decidir que la reducción de la pobreza es un deber esencial, y si fuese así entonces, además de definir un plan de emergencia para paliar los impactos de corto plazo, habrá que definir un plan acordado con los distintos actores sociales de mediano y largo plazo, reformular las políticas de empleo, un sistema educativo que responda a las necesidades de la sociedad, un sistema judicial que de seguridad jurídica valga la redundancia, un sistema administrativo estatal que agregue valor, infraestructuras básicas que faciliten el desarrollo económico, sin dejar de mencionar dos objetivos esenciales permanentes como son el sistema de salud y el de la seguridad física.

Este ejemplo permite comprender por qué concentrarse en lo esencial es imprescindible y paradójicamente tan difícil de llevar a cabo.
Fuente: El Entre Ríos

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