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El peronismo habla de crisis económica mientras se afana por generar una crisis política

¿Qué tiene de novedoso el supuesto acto fallido de José Alperovich en el Senado, cuando dijo que “nadie quiere que le vaya bien al Presidente?

Tratándose de un peronista, cabe una única respuesta: nada, absolutamente nada. La frase exhibe con claridad esa sensación de ser todo que sobre sí mismo tiene el peronismo. Pero, además, deja en evidencia que la incompatibilidad entre esa sensación de ser todo y la realidad que muestra a otro grupo en la Casa Rosada lo pone en un estado de ansiedad.

Que sólo los gobiernos peronistas hayan logrado culminar sus mandatos desde 1983 quizás tenga que ver con esa ansiedad. Peronismo y democracia son dos palabras que no siempre deberían ser utilizadas en la misma frase.

Una semana atrás se ponía en esta columna el foco sobre las maldades que los trolls opositores distribuían a mansalva alertando sobre riesgos inexistentes con el único afán de provocar pánico en la sociedad y desestabilizar al Gobierno. Esta semana, se supo que el Ministerio de Seguridad denunció a líderes del kirchnerismo por organizar saqueos.

Claro que una parte del peronismo sugiere que nada tiene que ver con el estas cosas y se autocalifica como peronismo racional. Lo cual vendría a sugerir que todos los peronistas que no formen parte de ese grupo serían irracionales. Una denominación, esta de racional, y sobre todo una diferenciación, curiosa para dirigentes que durante años fueron grandes lameculos de la expresidente e incluso ejercieron cargos durante aquel Gobierno.

Curiosa, también, para un grupo que no tiene prurito en fotografiarse con el expresidente (no electo) Eduardo Duhalde, ese gran bastión de la democracia que tanto contribuyó a que el mandato de Fernando de la Rúa concluyera como lo hizo. Resulta que Duhalde ha calificado a Macri de “Presidente débil”, atribuyéndose, a la vez, una gran experiencia para reconocer una “situación de crisis como la que estamos”.

A Alperovich y Duhalde les faltaba un compañero sindicalista: poco se diferencian la exhibición de Duhalde y la calculada alusión del camionero Hugo Moyano a que “Macri tiene ganas de rajarse”. El peronismo olió sangre y, por las dudas, marcó el territorio.

Alperovich, Duhalde, Moyano tienen la verborragia suficiente para decir lo que los racionales no se atreven a expresar con tantasinceridad. Y lo que los trolls (¿legisladores kirchneristas incluidos?), cabe suponer que en su condición de irracionales, buscan acelerar con incitaciones a saquear comercios.

Esta ansiedad ya había aflorado en ocasión del debate por la reforma previsional. Esta ansiedad tiene que ver con el síndrome de abstinencia que siente el peronismo cuando no ocupa el Sillón de Rivadavia.

La cuestión es que el apuro supone que la corrida del dólar constituye una herida terminal para el Gobierno y desatará una gran crisis. Pero en realidad, lo que la devaluación hace es dejar las cosas en un lugar parecido a aquel que provocaron Duhalde y Lavagna a comienzos de 2002, cuando dictaron el fin de la Convertibilidad. Tampoco entonces hubo magia: la devaluación de $1 a $4 por dólar hizo caer el PBI casi 11% y trepar el desempleo por encima del 20%. A partir de aquellas cenizas se recuperó la economía en 2003 y los años siguientes.

Ahora, desde una situación menos traumática, es probable que se repitan algunas de las consecuencias. A la caída del PBI le seguirá una recuperación, que irá acompañada de un superávit fiscal y comercial, un tipo de cambio competitivo y la ausencia de una crisis de la deuda. Quizás sea la experiencia de 2002/2003 la que haya agitado el temor en el peronismo: si 2019 se asemeja a 2003, las chances de Macri irán en aumento.

Los riesgos económicos existen, pero son distintos y generan menor vulnerabilidad macro que los que existían antes del ajuste. El mayor riesgo, ahora, está en la política, y no precisamente en cuestiones referidas a las chances electorales de Macri en 2019, que sin duda han sufrido un golpe. El riesgo mayor radica en que en la vereda de enfrente está el peronismo, al que le bastó olfatear un poco de sangre para tirar a la cancha un Duhalde, un Moyano y un Alperovich. Será el momento de redefinir la palabra racional.
Fuente: El Entre Ríos