Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
La disparada del riesgo-país no sólo se explica por el riesgo político, que el Gobierno alimenta; hay mucha culpa propia

El premio que pagan los bonos de la deuda externa argentina por sobre los bonos del Tesoro estadounidense, por convención los bonos libres de riesgo, se ubicó el viernes en 820 puntos básicos. Se trata del mayor nivel desde diciembre de 2014, un año antes de que el presidente Macri asumiera.

Este rendimiento relativo mayor, o riesgo-país, era un tema que había quedado reducido a las secciones de economía en los medios. En los últimos días volvió a las primeras planas.

Resulta que el riesgo-país argentino superó esta semana al del Líbano, y sólo es inferior a los de Zambia y Venezuela. El viernes, el riesgo-país argentino más que duplicaba al de comienzos de año (350 puntos básicos), y más que triplicaba a los de Brasil (267) y México (245).

¿Cómo, los mercados amaban a Macri? Sí, pero por eso, dicen los expertos, sube el riesgo país: por la incertidumbre que trae aparejada la próxima elección presidencial. El resultado parece binario: más de Macri o de vuelta Cristina Fernández, a cuyo eventual gobierno, cuasi-comunista en la imaginación del mercado, se le asigna una mayor probabilidad de default.

"¿No era que los mercados amaban a Macri?"

Esta explicación basada en la incertidumbre política es funcional al Gobierno. Aleja de sí la causa de la debacle en los bonos soberanos, y la centra sobre un factor del que, a priori, es inocente: las elecciones, una cuestión de calendario y Constitución.

Pero la cosa no es tan sencilla, ni la culpa de los males tan ajena. Una curiosidad es que los títulos emitidos por varias empresas se transan con rendimientos inferiores a los de la deuda soberana: los bonos de PanAmerican Energy, Arcor, Tecpetrol, TGS y Telecom, entre otros, rinden entre 1,5 y 2,5 puntos porcentuales menos que los del Tesoro. ¿A éstos no les importa el riesgo político? ¿Ni siquiera a Telecom, controlada por Grupo Clarín, reconocido archienemigo K?

Es que la cuestión es más compleja. Argentina carece de un mercado de capitales local desarrollado y depende del ahorro externo para financiarse. Con la crisis económica, aumentó su vulnerabilidad externa y se cerró el acceso al mercado.

En primer lugar, la caída del PBI en términos de dólares infló las razones de endeudamiento. De ser un país con poca deuda pública, pasamos a ser un país con un nivel de deuda/PBI cercano a 75%, no muy lejos del nivel de otros países que el mercado mira de reojo.
En segundo lugar, los residentes que tienen bonos decidieron venderlos, pues suponen que su renta, antes exenta, ahora será gravada, por una decisión gubernamental que hoy parece suicida.

Pero, además, la cuestión del FMI no parece bien entendida. El FMI provee de dólares en esta situación de emergencia, para que el país pueda hacer frente a los pagos de la deuda externa durante la duración del programa. Para cuando éste acabe, Argentina debería haber recobrado el acceso al mercado de bonos en dólares, o haber ajustado su cuenta corriente externa tanto como para conseguirlos. El quiebre entre el rendimiento de los bonos con vencimiento antes del fin del programa con el FMI (entre 4% y 6%) y los que vencen a partir de 2021 (10%) demuestra que ambos escenarios están en duda. Y, además, en 2020 Argentina habrá incorporado un acreedor preferente (el FMI) que detentará casi 20% de su deuda externa. La experiencia de los programas del FMI en Ucrania y Grecia no fue buena para los bonistas.

"El riesgo político argentino no puede ocultar los fallos propios"

Pretender reducir la suba del riesgo-país a la incertidumbre eleccionaria es una visión parcial, de conveniencia política. En 2018 también tuvieron elecciones México y Brasil. También ahí el resultado parecía bastante binario. Sin embargo, incluso en México, donde ganó el candidato temido por el mercado, el riesgo-país trepó sólo de 250 a 350 puntos básicos, y sigue muy lejos del temor al default que nos embarga por cuestiones que van más allá del riesgo político.

El riesgo político argentino no oculta los fallos propios: el derrumbe macro, el recurso al FMI, que suma un acreedor preferente, y la atemporal imposición de impuestos a quienes más incentivos tenían para comprar bonos del Tesoro.

Debería ser preocupante que, en gran medida, sea el Gobierno quien azuza el riesgo-político, con la mezquina visión de que mantener viva la llama del demonio-Cristina sustenta su propia elegibilidad. Aún a costa de que, entretanto, se siga derritiendo la credibilidad del país, y de que los argentinos sigamos viviendo en un país de alto riesgo.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa