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Milei es expresión del
Milei es expresión del "que se vayan todos"
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La Bolsa de Comercio de Rosario volvió a recortar sus estimaciones para la cosecha de soja, esta vez en 1,5 millones de toneladas. Según las cuentas preliminares de algunos economistas, esta caída adicional de 6,5% en la cosecha elevaría el faltante de dólares de las exportaciones hasta unos US$ 23 mil millones. Sabíamos que iban a faltar dólares, como sabemos que los artilugios que inventan el Ministerio de Economía y el Banco Central pretenden la imposible misión de impedir que caigan las reservas. Por ahora, vienen fallando.

Entre el dólar-soja I y II, y agro-dólar (o dólar-soja III), las restricciones para el pago de deudas con el exterior, las trabas a la compra de dólares en el mercado bursátil, las demoras en los pagos de importaciones y la nueva obligación de postergar el pago de servicios, apenas si se ha conseguido moderar el ritmo de caída; de ninguna manera se lo ha podido evitar.

Las reservas brutas del Banco Central cayeron esta semana por debajo de los US$ 34 mil millones, por primera vez desde 2016. Las reservas netas (aquellas de libre disponibilidad) están oficialmente en terreno negativo, lo que quiere decir que el Banco Central está fondeando la demanda que recibe por dólares con los encajes bancarios. Es decir, con el dinero de los depositantes. Rasca el fondo de la olla, o peor: sin escrúpulos, mete la mano en bolsillo ajeno.

Es un secreto a voces que el Ministro de Economía está rogando al FMI que adelante los desembolsos que deberían llegar en cuotas durante el resto del año. Mejor aún, pide que, en realidad, se adelanten los desembolsos de 2024, así tiene esos recursos y sin perder los del resto de este año. Imagina que eso le permitiría cubrir, en parte, lo que la exportación agrícola no aporte. Aunque los DEGs no sean caja tan fácilmente utilizable como los dólares contantes y sonantes del agro, por lo menos conferirían un bello maquillaje a las reservas brutas. Pero parece que el Fondo huele a gato encerrado en el pedido, y teme que el dinero se use sin que los ajustes se hagan. ¿Será verdad que el FMI estaría dispuesto a adelantar los fondos, a cambio de una devaluación del peso de al menos 30%?

Es una encerrona perversa. No devaluar, y menos aún hacerlo a pedido del FMI, es casi una cuestión de honor para el oficialismo. La cantidad de medidas tendientes a complicar la operación con el dólar-Bolsa o el contado con liquidación, como así también las tendientes a dificultar los pagos de importaciones de bienes y servicios y los pagos de deuda tienen como fin evitar la devaluación.

Pero, al mismo tiempo, reforzar las reservas es una cuestión de supervivencia. El problema es que no las puede acumular ni por las buenas ni por las malas, por algo tan simple como que el precio del dólar oficial está mal. Todos los argentinos lo saben, y por eso buscan sacarle al BCRA reservas de todas las maneras posibles. Están sobreentrenados para estos momentos.

El Gobierno teme que devaluar, más allá del costo reputacional que le podría suponer, podría ser un salto al vacío: dispararía una espiral inflacionaria que le podría complicar ya no las elecciones, sino incluso la terminación del mandato presidencial. Es incapaz de ver que casi todas las medidas que toma fuerzan al BCRA a emitir pesos, que a la postre empujan los precios y el tipo de cambio hacia arriba y lo acercan a ese vacío. De manera paradojal, parecería que todo lo que se hace para no devaluar, y así evitar que suba la inflación, hace subir la inflación. Pero, además, agrava la recesión, pone presión sobre el dólar informal, y acelera la caída de reservas.

A la vez, este cúmulo de malas noticias macro aumenta el desencanto popular y lleva también a la gente a desear saltar al vacío, como lo demuestra la intención de voto que recogen las encuestas para el libertario Javier Milei. Están preocupados los analistas políticos, los encuestadores, y los dirigentes tradicionales. Es difícil atacar a Milei, porque es la expresión del agotamiento, del “que se vayan todos”. Quienes lo critican son los que se tienen que ir. Si critican, aumenta la popularidad de Milei, como también aumenta si hay más inflación o sube el dólar blue. Son manifestaciones de lo mal que está la cosa y de que los conocidos no lo pueden solucionar.

El salto al vacío que tanto teme el oficialismo en una devaluación lo está arrimando a ese vacío. La gente parece más dispuesta a dar ese salto. Ignora si funcionará, pero entiende que lo que hay tampoco funciona.
Fuente: El Entre Ríos

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