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Marco Trungelliti? tenista número 122 del mundo, se cansó de tener que esconder su verdad e hizo público lo que había hecho en una exclusiva con el diario La Nación: denunciar ante la Tennis Integrity Unit (TIU), organismo que investiga hechos de corrupción en el circuito, la existencia de un sistema corrupto de apuestas en el tenis. Hoy, su historia expone un eterno y malentendido calificativo: el de los buchones.

Le pasó a él pero seguramente pensando en la infancia de cada uno podemos encontrar recuerdos de haber vivido situaciones similares. Sí, más infantiles, quizás totalmente insignificantes. No ser buchón era no contarle a la profesora que vos habías hecho los deberes cuando los demás no. O si habías visto que algo pasó no mandar al frente a los responsables.

Seguramente muchas de estas denuncias que no había que hacer eran infantiles. El problema es cuando crecemos y seguimos creyendo que hacer las cosas bien es algo malo. Que en el fondo ser buchón, es decir, contar lo que vimos y estaba mal sin el consentimiento del otro que estuvo en falta es algo malo.

Trungelliti hoy atraviesa justamente esa situación. Es un “topo” por haber denunciar a una red de apuestas clandestinas que le pagaba a los jugadores por dejarse ganar. Es decir, por arreglar partidos.

Su testimonio, junto con varias investigaciones más, contribuyó a que se develara el negocio ilegal detrás de las apuestas de estos encuentros y se lograrán varias condenas.

El tenista tuvo que entregar nombre de reconocidos colegas y declarar sobre lo que a él sabía en el juicio a Guillermo Coria, uno de los más importantes tenistas argentinos de las últimas décadas. En el caso de este, su delito no fue haber aceptado estos pagos pero sí no haberlo denunciado a la autoridad correspondiente cuando recibió la propuesta.

Es que contar con una información ilegal y no tomar acción al respecto nos termina convirtiendo sin quererlo en cómplices. Existen diversos factores que pueden atenuar nuestra responsabilidad por no hacer la denuncia como amenazas contra la vida de uno o familiares pero eso no quita que nos quedemos de brazos cruzados.

Debemos como sociedad entender que no podemos llamar topo a alguien que denuncia una ilegalidad. No es el malo de la película que le devela al bando contrario los próximos pasos de su rival o sus puntos débiles, sino que es el que dice la verdad y se enfrente a una red criminal sabiendo que ello le puede destruir su futuro profesional. Este topo es un héroe que merece ser reconocido.

Es por eso que es importante que volvamos repasar quién es un buchón, aprendámoslo de nuevo ya que lo que nos quedó de la infancia seguramente no sea lo más acertado.

El término buchón tiene diferentes significados según el lugar donde uno lo pronuncie. En España, se lo asocia con las palomas y su capacidad de inflar su panza; en México comúnmente se la utiliza para referirse a los campesinos de Sinaloa que están involucrados en el negocio del tráfico de drogas; y en Argentina para referirse a personas que delatan a otros detrás de sus espaldas.

La pregunta no deja de ser entonces, ¿a quién delató este tenista a sus espaldas? ¿A otros que se cobraban de forma ilegal un monto de dinero por perder? ¿O denunció a una red ilegal que le hace mal a un deporte profesional? ¿Quién se colocó en esta lista de jugadores que aceptaban estas coimas, fue él?

Denunciar este tipo de hechos es muy difícil. Por eso siempre los que reciben algún castigo por haberlo sabido sin denunciarlo suelen ser vistos como los menos culpables. Quienes en cambio se meten en el juego también reciben tratos benévolos como las dificultades de vivir de este deporte. Ahora, la realidad, es que no podemos flexibilizar la barra constantemente. Así lo manifiesta el mismo Trungelliti en una exclusiva para el diario La Nación: “Es una realidad que los premios de los torneos menores son bajos, que muchas veces a cierto nivel no alcanza, pero hay otras maneras legales de ganar plata. ¿Cómo? Jugando Interclubes en Europa. Es verdad que se pierden semanas de torneos ATP, pero es una manera de hacerlo. La tentación por arreglar un partido para los que están con un ranking 300 o 400 es mucha: lo que sacas jugando en un mes de Interclubes lo haces en 40 minutos de un partido arreglado. Pero ese no es el camino correcto. No".

Siempre habrá un motivo para no hacer las cosas de forma correcta pero está en nosotros elegir hacerlo. Si después no lo hacemos, tenemos q aceptar las consecuencias de ello.

No podemos culpar a otro por haber decidido hacer lo que estaba bien y que nosotros no quisimos hacer. Solo podemos culparnos a nosotros mismos por lo elegido. Enhorabuena por este mal llamado “buchón”.
Fuente: El Entre Ríos

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