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La firma del acuerdo YPF - Petronas
La firma del acuerdo YPF - Petronas
La firma del acuerdo YPF - Petronas
Desde este jueves, los focos están puestos sobre la tentativa de homicidio contra la Vicepresidente. Un evento alarmante, aunque el agresor haya fallado y el crimen no haya sido concretado, pues revela la incompetencia de nuestras fuerzas de seguridad, de nuestra inteligencia y, sobre todo, de la cuantiosa custodia de Cristina. Cabe desear que haya una investigación ejemplar, apartidaria, que pueda reconstruir los confusos hechos, y provocar una condena para el agresor y castigos para todos los que fallaron.

Que el ataque haya acaparado los flashes del periodismo no debe opacar lo que constituye una de las principales novedades de este siglo en materia de inversiones que aumenten la base de capital del país: el anuncio de que YPF conformará una alianza estratégica con la malaya Petronas para desarrollar un proyecto integrado de Gas Natural Licuado (GNL), que abarcará desde la producción de gas hasta la construcción de una planta de licuefacción y la posterior comercialización internacional del producto.

La productividad de los recursos no convencionales de Vaca Muerta no está en duda ya para ninguno de los jugadores nacionales y globales que participan en su explotación. La incertidumbre estaba más centrada en la capacidad de evacuación del recurso desde el campo hacia los centros de consumo, en una primera instancia, y, en un segundo momento, en la capacidad de evacuación del recurso en forma exportable, para permitir una explotación más acorde con su potencial.

La suba del precio del GNL a nivel global, aunada a las restricciones de oferta que probablemente existan durante un largo tiempo, han generado condiciones que hacen posible pensar en el desarrollo anunciado. Incluso, es posible que, dada la importancia del anuncio para todos los productores de Vaca Muerta, aparezcan otros productores de la cuenca con interés por ser parte del proyecto.

El anuncio, al provenir de dos empresas privadas (aunque algunos olviden cada tanto que YPF es una S.A.), tiene una entidad que hace que su realización luzca creíble. Como antecedente valga mencionar la disímil evolución del Gasoducto Néstor Kirchner (encarado por el gobierno nacional) y la ampliación del oleoducto de Oldelval (encarado por privados). Ambos encontraron la necesidad de la obra casi en simultáneo. Mientras el primero todavía transita por la burocracia estatal y su concreción para el invierno próximo es incierta, el segundo, llevado a cabo por los socios privados de Oldelval, está próximo a ser terminado. No se trata sólo de ineficiencia, sino también de acceso al financiamiento: el estado nacional es hoy en día un paria de los mercados al que todo le cuesta más caro.

La inversión inicial del proyecto anunciado por YPF y Petronas, para llevar la capacidad de producción a 5 millones de toneladas al año de LNG, demandará unos US$ 10 mil millones a ser desembolsados durante los próximos no menos de 5 años. Cuando esta primera etapa esté concluida, la producción duplicará la cantidad de GNL que el país importa cada año en la actualidad. En una segunda etapa, se planea llevar la capacidad a 25 millones de toneladas anuales.

Es cierto que incluso la mitad del proyecto es un desafío no menor para el balance de YPF. Pero también es cierto que, con una estructura societaria adecuada, que aísle al proyecto del riesgo crediticio de YPF y de la Nación, podría haber financiación internacional por una gran parte del capital necesario. El negocio es bueno, los socios son operadores confiables, y el destino de exportación para gran parte de lo producido genera confianza en que habrá capacidad de repago.

Petronas es un gigante con seis veces el activo de YPF, 5 veces su nivel de ventas en 2021 y activos en 50 países del mundo, incluyendo algunos específicos de LNG. En Argentina es socio al 50% de YPF en el bloque La Amarga Chica, que hoy produce 40 mil barriles diarios de crudo y 1 millón de metros cúbicos de gas.

No parece éste un anuncio asimilable a esos sueños faraónicos, incumplidos e incumplibles, como los cohetes espaciales para llegar a Japón, el tren bala para unir Buenos Aires y Rosario, o el puente para unir Quilmes con Colonia, Uruguay. Por el contrario: suena a una aventura similar a la que en 2013 encararon juntos YPF y Chevron cuando se lanzaron a explorar Vaca Muerta de lleno. Hoy, con el recurso y su potencial debidamente comprobados, la planta de GNL es otro paso en la aventura de convertir el potencial de Vaca Muerta en capital permanente y fuente de ingresos recurrente, no sólo para YPF y Petronas, sino para todos los productores de gas natural del país. Si, como cabe soñar que ocurra, el proyecto avanza, será transformacional no sólo para el sector, sino también para el país.

¿Por qué, entonces, no atrajo tantos flashes? Claro que por el atentado. Pero también porque, al ser un proyecto a 10 años, no le es útil a los tiempos de la política, necesitada de soluciones mágicas, inmediatas. Por más bueno que pueda ser para el país.
Fuente: El Entre Ríos

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