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Al parecer, en la municipalidad se ha rescatado un estudio del arbolado público de esa ciudad elaborado hace unos años por la Facultad de Agronomía de Oro Verde. Por el mismo, profesores de esa casa de estudios aconsejan que deben plantarse otras especies, ya que el fresno predomina en el paisaje y debe haber variedad. Ese rescate sacó de su pachorra al menos innovativa, al vivero municipal paraense, que con una rapidez inusitada tomó la decisión de comenzar a producir otras especies, sin olvidarse -según suponemos- de los fresnos.

Es así como se ha comenzado a pensar hacerlo con la producción de ejemplares de la llamada falsa caoba o pezuña de vaca. Se trata, según el mismo documento, de una especie muy bonita y que se da muy bien en el territorio provincial además de, por supuesto, en Paraná; y que tiene normalmente su floración en primavera, pero cuando el otoño es cálido vuelve a florecer...

En el documento desempolvado se recomienda que en la ciudad no exista más de un 15 por ciento de ejemplares de una misma especie creciendo vigorosos y dando sombra en sus plazas, calles y avenidas. De allí que se destaque esta pauta está transgredida en exceso, ya que en Paraná el 30 por ciento de los árboles que sobreviven son fresnos. Es que hasta ahora esa era la especie preferida por quienes tienen a su cargo el manejo del vivero, ya que según las palabras de uno de sus funcionarios encumbrados, los fresnos siempre fueron un caballito de batalla “porque tiene muchas virtudes: tiene facilidad de producirse, de multiplicarse, es rústico y se adapta a las difíciles condiciones que tiene la ciudad”.

El mismo funcionario sumó a ello una reflexión que nos complace sobremanera, y que hace referencia a lo que en la mayoría de las ciudades que se precian de ser tales con sólidos fundamentos resulta una obviedad. Ya que en el caso de ellas sus habitantes den muestras de un responsable aprecio hacia sí mismos y hacia su entorno, que es por otra parte la mejor manera de poner de manifiesto el cariño por su ciudad.

Es cuando señaló que “el arbolado público es una necesidad en todas las ciudades del mundo, para contrarrestar muchos de los problemas que la civilización ocasiona”. Algo que las más de las veces no sucede en nuestras ciudades y pueblos, en los que no es infrecuente encontrarse con calles completamente despojadas de árboles, mientras que el sol cada vez mas impiadoso de nuestros veranos, da la impresión de su intención de
rajar la tierra y dañar todo lo que se ponga a su alcance.

Todo lo dicho hasta aquí nos lleva a lanzar al ruedo la creación en el Departamento Colón de un vivero “intermunicipal”, no solo de una manera de reavivar la “comunidad de la tierra de palmares”, a la que partiendo de nuestra ignorancia, se nos ocurre alicaída, y que daría una solución al problema financiero que significa la adquisición de árboles en viveros privados, circunstancia esta última que sin ser el único ni el principal, es un factor limitante para la plantación de árboles sanos y de una altura que los muestre bien formados. Es que se nos ocurre que mas allá de las muestras de generosidad de la que da muestras la administración del Parque Nacional El Palmar, consideramos que el mismo -sin dejar de admitir que ella puede llegar a ser una falsa creencia- su vivero de especie nativas no cuenta con los medios económicos ni, como consecuencia de ello, con la capacidad suficiente para atender a la envergadura de la demanda necesaria. Dejando de lado claro está, que se pueda dar una asociación provechosa entre las municipalidades de la región y Parques Nacionales.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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