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Debemos comenzar por recordar que por “anacrónico” se entiende algo incongruente a la época en la que se presenta. Es lo que no pudimos menos que pensar cuando supimos de un proyecto de ordenanza municipal de una concejala paranaense, por el que se proponía fijar para las elecciones municipales, de manera obligatoria, una fecha distinta a la de las elecciones generales, tanto nacionales como provinciales. Además de agregar a ello que el voto se debe realizar por boleta única.

En tanto, lo aquí destacable no tiene que ver con el contenido de las propuestas en sí, más allá de que se pueda o no coincidir con ellas. Así, en nuestro caso, consideramos aceptable que a la elección para cubrir cargos municipales se la “separe”, en lo que respecta a la fecha de su realización, de las otras señaladas. Mientras que consideramos contradictorio que se tenga que votar por boleta única –en lo que no es otra cosa que una “boleta corta” que es casi lo mismo- y no por ejemplo que cada vecino pueda “confeccionar su propia lista” de candidatos a concejales, partiendo que puede hacerlo por todos los nominados como tales, por los ´partidos políticos que compiten. En tanto lo que resulta encomiable, precisamente por su anacronismo, ya que nos encontramos ante un acto valiente de negar la realidad que nos agobia, es que se efectúe una propuesta de este tipo a poco de realizados comicios generales, y a poco más de dos años de la fecha en que, en nuestra provincia, culmine el periodo de mandato de las actuales autoridades comunales.

No se trata que una propuesta como la indicada no sea mucho más valiosa, que aquella que es materia de debate en estos días en el ámbito de la provincia de Buenos Aires, en que se busca consumar un grave retroceso institucional, ya que de borraría con un codo culpable lo que se ha escrito, no hace de esto más que pocos años atrás, por una la legislatura de esa provincia, que –en un ponderable avance institucional- impedía la reelección de los intendentes, para ejercer un tercer periodo consecutivo de ese cargo. Es que este es un proyecto de los que pretenden seguir amarrados al poder, mientras que el de la concejala es el que piensa agregar un ladrillo más, a un edificio institucional a cuya reconstrucción se efectúa un aporte que –lo decimos con respeto- suena como desubicado.

Es que todos los proyectos de gobierno -y aun posiblemente en el caso de los privados- sonarán como anacrónicos mientras no se enfrenten y se superen dos cuestiones básicas, cuales son la de la inseguridad creciente y de la inflación galopante. Presupuestos indispensables, para que consumados como objetivos relevantes, podamos encarar la reactivación económica, y una productividad que permitirá a la sociedad salir de “ese vamos viendo” que la está llevando a niveles cada vez más acentuados de pobreza, y la sangría, que ya se insinúa, como alarmante de hijos de esta tierra a los que se los ve emigrando. Pero al seguir hablando de anacronismos, una de las expresiones mayores de desubique, la encontramos en el hecho que, tanto en el oficialismo como la oposición, se asista a lo que por ahora no es poco más que un “semblanteo”, que en cualquier momento puede convertirse en riña abierta por las candidaturas de las próximas elecciones a celebrarse dentro de dos años.

Y en lo que resulta un anacronismo máximo, se lo ve al actual Presidente de la Nación postulándose para la reelección. No recordamos donde leímos acerca de “un Alguien que comienza por enceguecer a aquéllos que busca castigar”. No recordamos quién era esa Alguien. Pero no dudamos en afirmar que nuestros anacronismos son consecuencia de una miopía que está en camino de dejarnos ciegos, si es que ya no lo estamos.

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