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El futuro gobierno luce ansioso por acelerar el desarrollo de Vaca Muerta; la política podría arruinar una oportunidad que no será eterna

A la vista de la disfuncionalidad de la democracia argentina, que Fernández y Macri hayan acordado el procedimiento para el traspaso de mando no es poco.

Sin embargo, ese parecería ser prácticamente el único punto de contacto entre la administración en vías de salida y la que asumirá el próximo 10 de diciembre. Es más, poco más que ese acuerdo se conoce respecto de los planes de Fernández para su gestión de gobierno.

No es que haya estado exento de facundia desde el día en que fue coronado como presidente electo, sino más bien que es difícil elucidar un rumbo a partir de sus palabras. Más o menos, a cada cual le ha sabido decir lo que quería escuchar. De combinar sus palabras no podía deducirse dirección alguna.

La única área en que existe un consenso la coalición de Fernández es en lo referido al desarrollo de Vaca Muerta. Hay coincidencia en que deben protegerse la inversiones, pues el petróleo no convencional podría ser el único área capaz de generar nuevas exportaciones en un plazo relativamente corto.

La única área en que existe un consenso la coalición de Fernández es en lo referido al desarrollo de Vaca Muerta

Ahora bien, ¿cómo atraer recursos con rapidez? No es un detalle menor, pues aquello que hoy es un recurso valioso podría dejar de serlo si se dilata su explotación.

Que la empresa estatal saudí, Aramco, busque vender parte de su capital en el mercado de acciones es una señal clara de que el momento es ahora. La empresa busca salir a la Bolsa con un valor próximo a los US$2 millones de millones (trillion, en la jerga inglesa), aunque no parece que vaya a lograr que tal valuación sea aceptada por los grandes fondos de inversión globales.

Que el reino saudita esté dispuesto a desprenderse de acciones en la mayor y más rentable petrolera del mundo, con ganancias anuales del doble de las de Apple y más de cinco veces las de Exxon Mobil, podría indicar su visión para el futuro del petróleo.

Ya no es novedad escuchar hablar de peak oil (o “petróleo máximo”) en referencia a la expectativa de estancamiento y eventual caída en la demanda de petróleo a medida que el mundo migra hacia energías más limpias. Es una frase que también explica el auge de los desarrollos no-convencionales, como el de Vaca Muerta. Éstos requieren plazos menores que los pozos convencionales para recuperar la inversión.

Si la mayor petrolera del mundo, que además es una empresa estatal de la cual depende casi toda la economía y el régimen monárquico saudí, percibe un futuro así de desafiante, algo de cierto debe haber. De ahí que el desafío para Argentina sea el de no poner obstáculos para que la explotación de Vaca Muerta ocurra en el corto plazo.

Si, efectivamente, se trata de un sector estratégico, cabría esperar que no se convierta en otra oportunidad argentina que se pierde.

A veces, las buenas intenciones pueden sembrar el camino hacia el infierno. Tratándose de políticos con imaginaciones frondosas, el riesgo se agranda.

Se escucha desde hace un tiempo hablar de un proyecto de ley de offshorización de Vaca Muerta. Podría suponerse que buscaría aislar a la cuenca del riesgo regulatorio argentino, para hacerla más atractiva. Ahora bien: si hasta Macri, por decreto, cambió las reglas del sector, qué certeza podría haber de que esta otra ley no será también modificada. Lo único que lograría sería que los dólares de exportaciones no volvieran al país, justo el efecto contrario al deseado.

La lista de postulantes a la Secretaría de Energía y a un cargo en YPF crece a diario. No todos están a la altura del desafío. No hacen falta soluciones mágicas para que Vaca Muerta o YPF funcionen. Basta cumplir con las reglas existentes, que cuando funcionaban atrajeron a muchas grandes empresas extranjeras, y a otras tantas locales, a invertir. El éxito de esas inversiones ratificó la valía geológica del recurso y la viabilidad financiera de las operaciones.

La saudí Aramco ofrece sus acciones diciendo que, cuando llegue el momento del peak oil, ella será la última productora: ninguna otra empresa es capaz de producir petróleo a menor costo y con menor impacto ambiental.

Vaca Muerta, pese a las mejoras tecnológicas que le han servido para reducir costos y hacerse muy rentable, no puede decir lo mismo. Si, efectivamente, se trata de un sector estratégico, cabría esperar que no se convierta en otra oportunidad argentina que se pierde.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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