Atención

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Escuchaba a mi tío y no como quien oye llover. Siempre lo hago con atención porque no es amigo ni de decir pavadas ni enredarse en mentiras. Aunque esta vez, me sentí incomodo porque volvía sobre su vieja cantinela. Rezongaba por la cantidad de muchachos y chicas que se emborrachan todos los fines de semana, o en vacaciones cada vez que pueden, mientras les alcance el mango que les dan o los vueltos con los que se quedan.

Casi a los gritos me dijo que lo peor que le pasó en la vida -exagerando un poco me parece- fue toparse con una mujer borracha. Y para rematar me dijo que esas pobres criaturas, refiriéndose a las chicas, no se dan cuenta que solo en ese aspecto, y solo en ese, son más débiles que los varones, a los que quisiera imaginar teniendo un parto.

Fue allí donde lo corté y le dije, que sin ánimo de llevarle la contra, me parecía que todos ellos son corderitos de Dios, según los llama Borensztein, y que en todo caso lo que había que hacer es encontrar la manera de educar a los padres, como mejor solución.

Sintiéndose arrinconado, se fue por la tangente y sacó a relucir a la marihuana, otro tema de sus obsesiones. Fue allí que me dijo algo que según los dichos de un neurólogo afirma que tres años, que se vuelven cuatro y en forma acelerada en los esquizofrénicos, los adictos envejecieron más aceleradamente, cuatro años en promedio.

No supe nada que decir aunque se me ocurrió pensar que no sabía por qué se la agarraba conmigo, que de la marihuana no conozco ni como huele. Aunque para no quedarme callado respondí que por lo que sabía la marihuana es efectiva para el tratamiento del dolor crónico, la reducción de las náuseas tras la quimioterapia y la reducción de los síntomas de la esclerosis múltiple. Y que inclusive se me dijo que el consumo moderado de la marihuana ayuda a dormir, relajarse, ser más creativo, comer, reducir las náuseas, antiespasmódico además de anticonvulsivo. Después de lo cual quedamos callados y mirándonos de reojo.

¿Se puede hablar de un empate? No, porque sin decirlo los dos estábamos de acuerdo, en que como dice un viejo dicho, en la duda hay que abstenerse.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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