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La Unión Europea ha puesto en marcha un proyecto bajo el nombre de Europa Ciudadana, entre cuyos objetivos se encuentra una lucha a muerte contra los plásticos, especialmente los de un único uso como es el caso de las bolsas, vasos, cubiertos, platos y bastoncillos.

Un programa que bien podría imitarse en todos los municipios de nuestra provincia, y a la, que inclusive, se le podría dar el nombre con el que titulamos esta nota; teniendo en cuenta la formidable red hidrográfica que configuran los arroyos y ríos que con exuberancia singular nos ha beneficiado la naturaleza. Pareciera que se describe un paisaje de muchos lugares de nuestra geografía hidrológica, en la referencia que efectúan los especialistas de situaciones que describen, vinculadas con la presencia de cursos de agua desbordados por las lluvias y que atraviesan algunas ciudades europeas.

En muchas de las cuales se ha adoptado inclusive una primera medida, cual es la colocar “grandes barreras de saneamiento”, a los que consideramos con, mucho temor a equivocarnos, como “tramayos”. Es así como se ve en ellos- esas barreras- “agolpando a botellas, latas, pelotas, envases, la rueda de una bicicletas, zapatos, ojotas, juguetes y todo conjunto de objetos, muchos de ellos hasta difíciles de imaginar”. De ellos los de plástico constituyen una suerte de virus del que muchas veces no tenemos siquiera conciencia no solo por no ser por naturaleza biodegradables, sino porque muchos de ellos terminan en el mar, formando lo que cabe designar como invisibles y extensísimas islas casi flotantes, dado que se encuentran sumergidas a escasa distancia de la superficie marina.

Un observador calificado describe la trayectoria que siguen esos desechos: “mirad cómo corren por el agua.... Acaba en el agua sin remedio. Un ejemplo de libro de la cadena de contaminación que llega a un río y continúa hacia el mar. Si se queda por la superficie, se irá descomponiendo en plásticos más pequeños. Si acabase en la profundidad, su vida sería casi eterna”… Comentarios a los que otra voces agrega la circunstancia que“en torno al 80% del desecho que llega a los océanos es plástico, y que una vez que estos residuos llegan al agua, ya es demasiado tarde. Especialmente si se trata de micro-plásticos (por debajo de cinco milímetros, derivados de la degradación de desechos mayores o desprendidos de tejidos, productos cosméticos, neumáticos...), fáciles de encontrar en el aparato digestivo de especies marinas”.

En Francia, más precisamente en París ha comenzado un batalla radical en la que se enfrentan a ese tipo de desechos y donde su alcaldesa ha prometido que para el año 2024, no queden rastros de plásticos de un solo uso en la capital francesa. Según sus dichos “se colocarían así a la vanguardia en el lucha contra este tipo de productos de difícil reciclaje y larga vida en los vertederos de los océanos.”

Por nuestra parte consideramos que una buena idea comenzar por la instalación en nuestros arroyos más caudalosos y los que sin serlo se encuentran en las periferias de los centros urbanos las mencionadas “barreras de saneamiento” – de las que en el río Sena a la altura de París existen colocadas 26 de ellas- al mismo tiempo que no quedarse en eso. Ya que como recuerda un ambientalista, la lucha contra el plástico no puede servir de pantalla para disimular problemas tanto o más graves que aquel, como el que representa la presencia de bacterias. Colis y enterococos que circulan con las aguas fecales, y que hacen de los ríos, lo que en una frase feliz, describe cómo “las grandes autopistas para la eco-toxicidad”.

Claro está que luchas de ese tipo, se inscriben dentro un contexto más amplio, cual es la lucha contra todo tipo de basura observable en nuestro entorno en una medida de la que no solo no nos alarma, sino que, las más de las veces, ni siquiera percibimos.

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