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La anterior se trata de una afirmación exagerada, aunque es de aquéllas que tiene una gran dosis de verdad si se la examina a niveles diferentes.

En primer lugar vinculándola “al calor” del ambiente, que suena inusitado aun para esta época del año, y hace que desde esa perspectiva, esa relación se ajuste totalmente a la verdad. Algo que, por otra parte, nos lleva a efectuar el primero de los “irse de las ramas”. Ya que no podemos dejar de preguntarnos si es tan solo una impresión nuestra, o si se ha generalizado en el habla popular hablar de “el calor”, dejando a un lado el empleo incorrecto de la referencia a “la calor”; expresión esta última, que era frecuente escuchar entre la población campesina.

Aunque no solo en ella, ya que en nuestra redacción, circula todavía una anécdota añeja, tanto que estaba referida a los tiempos en que, en los circos era infaltable la culminación del espectáculo con una representación teatral, circunstancia que habría permitido a una de los componentes del público ya hace mucho fallecido, escuchar en el transcurso de su actuación, a uno de sus personajes aludir al hecho que “está brava la calor, Su Majestad”.

Volvemos a la línea principal del contenido de la nota, no sin antes advertir lo obvio, cual es que la actual singularidad atmosférica cabe considerarla el resultado de la convergencia del “cambio climático”, con los efectos indeseados del fenómeno oceánico de “La Niña”. Mientras que nos atrevemos a un añadido, que se ha vuelto entre nosotros familiar, que se resume en otra expresión cada vez más repetida, cuál es “esto recién empieza”, dicho en un tono, y como parte de un diagnóstico, que tiene poco o nada que ver con el utilizado por el Presidente de La Nación, con esas palabras suyas que es común escucharle pronunciar, con la loable intención de insuflar un buen ánimo.

En tanto, retomar el hilo, significa hacer alusión al “fuego”. Al que si lo consideramos “llamas”, es cuando se está ante la presencia de gases que se inflaman como consecuencia del calor. Es por ello que viene a resultar adecuado hacer una referencia al valor simbólico que tiene el “fuego”. Es que éste, según un relato mítico, hizo posible que llegáramos los seres humanos hasta aquí, como consecuencia que Prometeo quiso beneficiarnos con él, a pesar que los dioses lo castigaron por hacerlo. Y que junto a ello, reconoce otros simbolismos opuestos., ya que se lo puede ver como “un castigo”, consecuencia de un accionar perverso, o como un “acto de purificación”.

Por otra parte, independientemente de la dificultad que significa encastrar en esa relación, la afirmación de que “Entre Ríos está en llamas”, se mire del lado que se mire, esa afirmación, represente, de no considerársela como exagerada- tal como se lo sugería al principio- tan solo una afirmación que es un “cuarto de verdad”, ya que solo se trata de “focos de incendio” que aunque de por sí trágicos, vienen a acotar una tragedia mayor, como sería ver a nuestra provincia, no solo toda en llamas, sino también con el fuego del ambiente fuera de control. Nos detenemos aquí, por cuanto no es ésta la más adecuada ocasión para referirnos a las cosas que en nuestra provincia están en esa condición, o sea fuera de control. No sin antes sumarnos al reconocimiento colectivo que merecidamente se les brinda, en las actuales circunstancias, a todos los bomberos voluntarios y a sus auxiliares. Voluntarios o no a quienes en la ocasión se los ve sobre exigidos, en un quehacer invariablemente exigente de por sí.

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