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La información tiene su fuente y está referida a una importante inversión industrial que tiene, sobre todo en la madera de eucalipto, su principal insumo.

Para tranquilidad de los asambleístas de Gualeguaychú –ignoramos lo que al respecto piensan los correntinos, aunque da la impresión de que ellos demuestran un prudente entusiasmo y a la vez satisfacción con el anuncio, que va más allá de la expectativa silenciosa, y por ende tácitamente complaciente con que se recibió el anuncio de otra posible inversión en una pastera- esta vez sí vio bien la inversión que gira en torno al eucalipto, cuyo destino es otro que la producción de celulosa.

El anuncio lo ha realizado la Asociación Civil del Plan Estratégico Foresto-Industrial de Corrientes (Apefic), la que, a estar al contenido del mismo, está más que complacida con el acontecimiento. Y a la vez ha alcanzado una amplia difusión en medios informativos nacionales, sobre todo los vinculados con la economía, a los que debe haber sorprendido gratamente la novedad de que se lleve a cabo allí una importante inversión en materia provincial.

Ello, frente a una situación alicaída en el ámbito industrial, que se traduce en este momento desde reducciones productivas, con suspensión de personal que es su consecuencia, hasta lo extremo cual es el cierre de fábricas.

Se trata de una información que muestra a la vez otra faceta, con la que se está asistiendo a la reparación, cuando menos parcial de nuestra actividad económica, cual es la exportación del resultado de nuestra producción primaria –en este caso los rollizos de eucaliptos- sin tratamiento o elaboración ninguna, dando cuenta de lo que sería, utilizando el lenguaje de los economistas, como la muestra de una “cadena de valor incompleta” en materia productiva.

En tanto, en apariencia contagiado al parecer por una suerte de euforia ajena, pareciéramos habernos olvidado de hacer referencia a lo principal.

La inversión de que se habla, con mucha seriedad, de la cual precisamente nace la verosimilitud de un negocio, por parte de empresarios europeos, superior a los doscientos cincuenta millones de dólares, aplicados a la construcción y como señalamos puesta en funcionamiento en Corrientes, y más concretamente en Gobernador Virasoro de lo que se describe como “el aserradero más grande de Argentina”.

Se señala que, según la planificación a seguir, la construcción de la planta se efectuaría en tres etapas, algo que demandaría cinco años de trabajo acelerado. Añadiéndose, lo que es más importante, cual es que una vez completada la obra de infraestructura, se comenzará a procesar un millón de toneladas anuales de madera, lo cual significa la necesidad de contar con una planta de personal de ochocientos operarios.

Según la previsión, recogida por la información que venimos glosando, se prevé un aprovechamiento integral de los árboles talados. Algo que se traduciría en utilizar la madera de menor diámetro para la generación de energía o la fabricación de papel, y la madera de mayor diámetro para procesos de aserrado, entre otros.

Se debe tener en cuenta, a su vez, que los inversores belgas y austríacos, explicaron que su intención de situar la planta industrial en Virasoro, resulta de su ubicación estratégica. Ello así por cuanto esa localidad se encuentra en lo que se denomina “la Cuenca Noreste de la provincia”, zona que viene registrando inversiones millonarias y que miradas las cosas desde una perspectiva optimista, según fuentes tanto gubernamentales como empresarias, ello vendría “a confirmar a la madera como el motor que reconvertirá a la provincia” de Corrientes.

A ese respecto se parte de la base que, con más de 200 millones de pies cuadrados procesados por año, la producción foresto industrial de la Cuenca Noreste representa el 46% del total de la provincia. Solamente entre 2005 y 2012, en esa cuenca se registró un incremento del 35% en el número de foresto industrias. Y, de hecho, el año pasado Corrientes registró más de 33.000 toneladas de productos madereros exportados, principalmente a Estados Unidos, lo que representa un incremento del 21% respecto al 2017.

Mientras tanto, esa información debería provocarnos una envidia sana, algo que no es otra cosa que una inclinación férrea a la emulación, dado el hecho de que se tiene la impresión, más allá de declaraciones, viajes y la exhibición honesta de buenas intenciones, de la inexistencia de un plan estratégico económico y social consistente para nuestra provincia.

Es así que, a lo largo de las décadas, hemos escuchado primero que el freno a nuestro crecimiento era consecuencia de un aislamiento geográfico que nos convertía virtualmente en una isla.

Se escuchó decir que para que nuestro desarrollo se volviera irrefrenable, hacía falta “sacar a Entre Ríos del barro”. A renglón seguido se supuso que con la convergencia del gasoducto que virtualmente nos inundarían de ese combustible, una vez efectuada la conexión territorial pertinente con la red nacional de suministro, con el complejo hidroeléctrico de Salto Grande, que serviría hasta para encender las hornallas de las viviendas de la Nueva Federación, pasaríamos a jugar en las “ligas mayores” de nuestro país. No es que estuviéramos condenados al éxito, como desde estas columnas recordando a Eduardo Duhalde no nos cansamos de repetir, aunque no pasamos por alto palabras del mismísimo Charles Darwin, luego de su lejano paso por la provincia en un viaje transoceánico que lo ayudó a concebir su celebérrima teoría de la evolución de las especies, quien en una obra en la que efectuó un relato de sus experiencias, dejó sentado que en nuestra provincia se encontraban la mayor variedad y calidad y proporcionalmente cantidad de gramíneas del mundo, con lo que venía a insinuar algo parecido.

Ello no quiere decir que no haya en nuestra provincia una gran inversión de capitales extranjeros en la industrialización de la madera, como es el caso de planta industrial de alta complejidad instalada en Concordia, algo que da idea de que en la materia nuestra provincia es la primera que entró en la carrera.

Tampoco se puede dejar de señalar la cantidad de aserraderos de diversa magnitud, inclusive numerosos “micro emprendimientos” que existen en nuestra provincia, atendiendo precisamente a los cuales habría que ver la incidencia que en su funcionamiento podrá llegar a tener el emprendimiento correntino, teniendo en cuenta que en una proporción que ignoramos, la materia prima con la que trabajan es de ese origen. Y no se puede dejar de señalar también la fabricación entre nosotros de casas de madera, una industria que no termina de arrancar, en gran medida por un problema cultural presente en los potenciales adquirentes.

Es de esperar que la visita del gobernador Bordet a Canadá, a estar a sus declaraciones, sea promisoria en la materia que nos ocupa. Aunque nos provoca asombro que haya tenido que hacer ese viaje para llegar a saber que tanto en Canadá como en los Estados Unidos son muchas las viviendas que se ven construidas de madera.

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