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Chilenos fabrican bolsas solubles
Chilenos fabrican bolsas solubles
Chilenos fabrican bolsas solubles
Se suponen que no te las tienen que dar más en el supermercado. Pero capaz vas a otro negocio y te las dan. O incluso cuando vas a un autoservicio u verdulerías te dan una bolsa por kilo de fruta/verdura que elegís. Sí, las bolsas de plástico no han dejado de estar presentes a pesar de que es indispensable por el bien del planeta terminar con su uso.

Soluciones se han buscado muchas, desde reemplazarlas por bolsas de telas a cobrar un adicional por cada una cuando se va al súper. Sin embargo, se las sigue utilizando y cada vez más el océano se plaga de ellas, con la consecuente muerte de peces y contaminación del agua salada. ¿Es posible terminar con ellas?

Es claro que se necesitan alternativas a su uso. ¿Cómo transportar ciertas compras sino es a través de ellas? Conscientes de que se necesita un sustituto, Roberto Astete y Cristian Olivares, dos emprendedores chilenos, presentaron una nueva bolsa plástica soluble a partir de la fórmula química a base de PVA (alcohol de polivinilo, soluble en el agua), que reemplaza a los derivados del petróleo de los que se hacen las actuales eternas bolsas de plástico.

Astete, director general de la empresa SoluBag, explica cómo funciona su desarrollo en una entrevista para el diario El País de España: “Esto es como hacer pan; (…) Para hacer pan se necesita harina y otros componentes. Nuestra harina es el alcohol de polivinilo y otros componentes, aprobados por la FDA (la agencia estadounidense para la regulación de alimentos, medicamentos, cosméticos, aparatos médicos, productos biológicos y derivados sanguíneos), que nos ha permitido una materia prima para hacer distintos productos".

No sólo se trata de bolsas de plásticos solubles sino también de tela, que podrían reemplazar a las que hoy se usan en hospitales o las que vemos presentes en las bolsas de café o té.

El usuario entonces decide cuándo ponerle fin a estas bolsas y lo que es más, según afirman sus creadores, no tendría, un costo superior al de las actuales de plástico.

En 2014 se fabricaron 311 millones de toneladas de plástico que van a tardar muchísimos años en desintegrarse. Hoy, de hecho, están terminando en el océano, donde sus micropartículas son comidas por los peces, que las incorporan en su cadena alimenticia, y luego terminan indefectiblemente llegando al hombre. Es decir, que estamos empezando a comer plástico. Y con todos los riesgos que eso implica.

¿Queremos comer plástico? ¿Queremos que nuestras playas se vean destruidas por la basura que en ellas flota? ¿Queremos que los peces mueran? No, no podemos conscientemente quererlo. Entonces, seamos los generadores del cambio nosotros mismos. Elijamos no llevarnos la bolsita.

Dos emprendedores, y muchos otros como ellos con diferentes iniciativas, están generando alternativas para su uso. Ahora nosotros también tenemos que meternos en el tema. Digamos no a la bolsita. Y si no, bueno, terminaremos comiéndolas.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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