Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Lo acabo de ver a Donald, el gran Trumpeador. Por televisión, claro está. Lo sigo cuando puedo. Igual que a Maduro. Otro fantástico personaje de humor negro. La verdad sea dicha que no sé cuál de los dos me divierte más por lo que dicen con ese tono de desafiante seguridad, por más que Donald haga de antipático y Nicolás se empeñe en mostrarse amable.

Aunque la duda que me queda es si ellos realmente están convencidos de las cosas que dicen -“se las creen”, como dicen en el barrio- porque de ser así, es cosa de asustarse.

Pero en realidad no me interesa para nada ocuparme de Maduro. Y de Trump tramposo, apenas un poquito. Y otro poquito menos de Melania. Una chica que se deja ver, aunque uno no se explica por qué pudo casarse con un hombre como el que le ha tocado en desgracia.

Porque en realidad los que me interesan son los padres de Melania. Dos pobres migrantes a los que los Estados Unidos les han dado acogida en función de una ley que la admite, cuando se trata del “reagrupamiento familiar”.

Algo que me parece excelente. Pero que choca con la manera de pensar del mandamás, que en los días que corren se ha ocupado de “desagrupar” a los padres inmigrantes de sus hijos, y usar como una cantinela permanente acabar con la ley que permite a un inmigrante radicado -y en este caso nacionalizado, Melania- traer a los suyos para que con él convivan.

Frente a lo cual no hay tata ni mama. Es “el reino de la incoherencia y la contradicción”, del que sea dicho de paso no solo medran los poderosos. Al que todos, al menos en algún momento, peligrosamente nos asomamos.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

Enviá tu comentario