Una joven prepara su escudo. Una joven se prepara para salir a la calle. En el fondo, se escuchan videos de Nicolás Maduro, su presidente, amenazando a quienes se le oponen. A ella no le importa. Sale igual. Y en la calle, hay muchos más. El miedo a la represión ya no amedrenta. Al contrario, hace hervir la sangre.

El jueves un video de casi tres minutos conmovió a Venezuela y al mundo (goo.gl/YJwE5P). En este se muestra la preparación de esta chica para salir a la calle. Ella parecería ser parte de los grupos de jóvenes que llaman "los escuderos". Personas de entre 15 y 25 años que han pasado al frente en las protestas contra el gobierno.

El estado los llama "terroristas", en cambio, sus compatriotas no se deciden en cómo calificarlos. Para algunos son héroes, para otros "ingenuos" usados como carne de cañón al frente de las marchas.

Héroes o bandidos, héroes o víctimas, héroes o fichas de ajedrez. Los escuderos inundan la calle con lo que tienen y buscan un futuro. Nacieron con Chávez, pero no están conformes. Quieren otro país, quieren otra realidad y la piden a gritos, aunque les cueste la vida.

Son ellos los que pasan al frente en las marchas cuando aparecen las fuerzas represivas. Son ellos los que se colocan con sus escudos y reciben el impacto de las bombas lacrimógenas, los perdigones, los chorros de aguas de las fuerzas policiales.

Pero no ponen sólo el cuerpo, sino que además responden. Sí, con piedras, con lo que tengan. Hasta con el alma diría alguno. En definitiva, responden con más violencia.

"Se trata de un grupo que empezó siendo de clase media urbana, pero al que se han ido sumando jóvenes de territorios sociales más proletarizados o marginales", frase citada por Mori Ponsowy en su artículo para el diario La Nación del escritor y politólogo Joaquín Marta Sosa.

"Algunos de estos chicos han terminado la escuela en colegios privados, pero muchos abandonaron la escuela pública hace años. Algunos tienen un hogar. Muchos no tienen casa, ni comida ni trabajo", explica Ponsowy.

Uno de ellos murió la semana pasada. Se llamaba David Valenilla y tenía sólo 22 años. 22, sí, 22. Prácticamente no había llegado a vivir y la lucha contra el gobierno le cobró su vida.

Es imposible no pensar en qué haríamos nosotros si estuviéramos en esa situación. Es imposible juzgar a estos chicos, aun cuando sepamos que la violencia no es la solución ya que sólo genera que escale la agresión y se multiplique el caos, de lo que sólo puede venir más sangre (ya hay 89 muertos desde que empezaron las manifestaciones contra Maduro).

El dilema moral está vigente. ¿Qué decirle a estos jóvenes que ya no saben cómo expresar su descontento y que desde hace más de 80 días ven como su gobierno hace oído sordos y les contesta con puños?

El dilema moral está vigente. La manifestación pacífica es la que deseamos. Y la resistencia también la entendemos. Paz, fin al conflicto y que salga para adelante, eso queremos para Venezuela. Ahora, no mañana, no en un futuro lejano indefinido. Sino, ahora. Este pueblo ya no puede esperar más. Los escuderos son la clara muestra de ella.

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