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La amenaza de Moyano si va preso su hijo
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Algunas consideraciones preliminares acerca de la Ley de Murphy

Es conocido que la denominada ley Murphy nos dice que si algo puede salir mal, saldrá mal. No se trata de ser un erudito para percatarse que así se llama porque su autor llevaba ese apellido. Y que se trataba de un ingeniero aeroespacial (su nombre completo era Edward Aloysius Murphy), quien la formuló, según se cuenta, hace de esto casi tres cuartos de siglo al descubrir que estaban mal conectados todos los electrodos de un arnés para medir los efectos de la aceleración y desaceleración en pilotos (algo que a decir verdad no entiendo demasiado).

Por Rocinante

Se ha afirmado también que la explicación de esa ley y sus sucesivos despliegues y derivados, vienen a quedar aclarados señalado que nuestra memoria (sobre todo cuando somos pesimistas) lleva a que frente a una determinada situación pensemos muchas veces que después las cosas se verán más complicadas, descartando la posibilidad que lo que empezó a los tropezones terminará arreglándose. Una convicción que se refuerza por el hecho que recordamos más las ocasiones en que los hechos posteriores confirman esa creencia, que aquéllos casos en los que ocurre lo contrario.

No está demás señalar que la formulación primera de esta ley no fue que si algo puede salir mal, saldrá mal, sino que era formulada de una manera menos terminante, cuando se señalaba si hay dos o más maneras de hacer algo y una de ellas puede resultar en una catástrofe, alguien se decidirá por esta.

No es de extrañar entonces que de esas letras surjan derivaciones varias. La primera de las cuales consiste en tener por cierto que la tostada siempre cae en el lado untado con manteca o mermelada. No es de extrañar que después de ello se formulasen aplicaciones más sofisticadas de la misma ley. Como la que ha quedado desactualizada en nuestra época en que señorean Google y los GPS, que señala que la información más importante de cualquier mapa está en el doblez o en el borde. U otra que a mí no me interesa demasiado, porque no soy yo el que las lava, intimidad que reconozco con un poco de vergüenza, según la cual los pares de medias siempre van de dos en dos antes de entrar a la lavadora y de uno en uno al salir de ella, dado lo cual habrá alguien que estará en condiciones de decirme si es correcta.

De actualidad, y de tener en cuenta a la hora de decidirse, es el suponer que la otra cola siempre es más rápida.

Algo que resulta difícil de pronunciarme sobre su acierto, ya que poco y nadie es ahora el que lo usa, es el enunciado que llevar un paraguas cuando hay previsión de lluvia hace menos probable que llueva.

También, lamentablemente, tiene visos de certeza que no importa cuántas veces se demuestre una mentira, siempre quedará un porcentaje de personas que creerá que es verdad. En cambio de lo que puedo dar fe, más allá que de ello puedan darse excepciones, es de otro enunciado de lejana vinculación con la ley de Murphy, que es el que señala que siempre encuentras las cosas en el último sitio en el que miraste.
La ley de Murphy aplicada como forma de ilustrar una advertencia
Actuar de esa manera implica comenzar por sacarnos una foto. Una instantánea que tenga tanto la amplitud como la nitidez, para mostrar esta realidad que nos incluye y de la que somos todos nosotros los protagonistas, de una forma que procura ser objetiva en la medida que intenta no dejar nada afuera, sino captar hasta los ínfimos detalles. Pero que nos exhibe a la vez, no como lo haría cualquier foto, sino en la forma en que lo muestra una radiografía, en la que todo está presente, pero para que se pueda realmente verlo, se hace necesario saber interpretarlo.

El observarla de otra manera (algo que es pretender ocultar la seguidilla de villas detrás de los edificios de Puerto Madero) nos va a dar cuenta de una escena que ya de entrada no se observa como paradisíaca, sino contrariamente lo opuesto. Algo que no podía ser de otro modo con la cantidad creciente de pobres e indigentes que nuestra gran culpa, nuestra culpa grave, nuestra gravísima culpa (para lo cual no cabe perdón si no hay primero toma de conciencia de lo que ella significa y una efectiva y lo más rápida posible reparación) situación a la que llegan más de uno de cada tres de los que vivimos, en el que alguna vez se mencionó, y ello posiblemente sin demasiado justeza, como bendito país. Porque cueste lo que cueste admitirlo, no es posible considerarlo de ese modo a un país no solo enfermo de pobreza, sino que en forma casi endémica intenta no ver la enfermedad, aunque constantemente se hable de ella.

No es extraño que en una sociedad de estas características, no solo se asista a un fenómeno de canibalización creciente en el que se da la impresión de ver a todos robándose a todos, sino que en lo que es la paradoja de las paradojas, los que invocan una representación del pueblo, sin que este en verdad se la haya otorgado, se valen del poder y la influencia que de esa forma llegan a lograr, para mostrar una angurria que llega a parecer insaciable, mientras distribuyen aquí y allá toda suerte de migajas de manera de mantener apaciguada a su clientela, obviamente insatisfecha y que no solo no se cansa de reclamar sino, lo que es peor, no acierta en poner en claro lo que debe reclamar, para salir de su estado (que no tendría que ser necesariamente de irreversible) de postración.

Una sociedad que también muestra a sectores total, media, o pasablemente satisfechos de su situación, y que se contenta con así estarlo, en mayor o menor medida con lo que se encuentra a su alrededor, que se parecen a los tibios amenazados de ser escupidos, de los que hablan los Evangelios, y a los que la situación descripta puede llevarlos puestos, de no producirse una reacción.

De allí que, de hacer un interpretación de esa foto/radiografía atendiendo a ley de Murphy se podría llegar a concluir que estamos mal, desastrosamente mal, damos lástima por lo mal que estamos, o hacernos de ese modo que los demás, inclusive, lleguen a sentir por nosotros vergüenza ajena. Pero todo eso es poco al lado de lo que podremos llegar a estar, y que nos volverá un ejemplo de sociedad fallida, en el caso de que no nos despertemos y actuemos en consecuencia.
Recuperación, estabilidad, institucionalización
Todo lo cual viene a querer decir, que cualquier desarrollo integral y auto sostenido que nos saque de nuestro infortunado atolladero, necesita que logre el cumplimiento en un movimiento que habla al mismo tiempo de simultaneidad y de un proceso secuencial de estabilidad e institucionalización.

Estabilidad precaria en un primer momento, algo que significa que todos contribuyamos a aquietar las cosas, de manera de poder avanzar desde la precaria institucionalidad inicial, en dirección al logro de una institucionalidad que tienda a su plenitud, y que nos permitirá llegar a contar con una estabilidad de esas características.

Lo repito en la forma que traté de explicarlo más arriba: un primer momento, en el que la estabilidad y la institucionalidad (las dos precarias) tienen que darse de consuno y contribuir a irse consolidando mutuamente. Un segundo momento en que una institucionalidad lograda aunque inacabada alimenta una estabilidad más plena.

Si volvemos a mira a la foto/radiografía tenemos que darnos cuenta de que nos encontramos en ese primer momento en que tanto la estabilidad como la institucionalidad se muestran precarias, en cuanto dan muestra de fragilidad casi extrema.

Situación que corre el peligro de ver el proceso truncarse y volverse fallido antes de ingresar en el segundo momento, por una confluencia de factores externo e internos en los que se hacen presentes errores y malas prácticas gubernamentales. Pero en los que juegan un papel determinante las estrategias ostensiblemente desestabilizadoras de dirigentes políticos y sindicales, que tiene la impresión que el rompimiento de la actual institucionalidad emparchada, es la mejor posibilidad que tienen de evitar terminar cumpliendo condenas por ladrones en la cárcel.

Es que para tener en cuenta nuestras falencias de carácter institucional, cabría decir que venimos fallados y fallidos de entrada, ya que nuestro régimen colonial, fue lo opuesto totalmente al de las instituciones de las colonias inglesas en América del Norte, que daban lugar a un verdadero autogobierno por parte de los pobladores de cada una de ellas.

A la vez a partir de 1810 se han visto períodos esporádicos e intermitentes de gobiernos auténticamente a la vez demócratas y republicanos, mientras distintas variantes de gobiernos de facto, han sido la regla y no la excepción.
Las circunstancias motivadoras
Me siento obligado a dar cuenta del motivo que me llevó a escribir este texto a las apuradas, dejando de lado otro que estaba preparando.

Es que todo lo hasta aquí enunciado se explica por haber sido testigo de dos hechos recientes que me han resultado profundamente conmocionantes.

El primero de ellos, es el brutalmente indignante asesinato de una pobre chica de diez años en San Miguel, del que fueron sus autores una pareja integrada por su tío y su mujer, esta última embarazada y casi por parir, desconcientizados por el consumo previo de droga y alcohol. Ante tanto horror son pocos los que preguntan cómo será el estado físico y mental de una criatura creciendo en el vientre de una madre en ese estado, y cuál es su futuro. Una pregunta que sin embargo forma un todo con el asesinato totalmente absurdo de quien era, ya desde antes que naciera, su prima. Y que a la vez es la muestra clara, ya que no se trata de un caso aislado, de una sociedad desquiciada (opto por efectuar una mínima mención al atentado expresión de una discriminación racial a un discapacitado de origen gitano en Río Gallegos).

No se trata de hechos en principio comparables, pero la mera circunstancia que a pesar de su heterogeneidad haya vacilado al momento de valorar su importancia, es revelador de su dimensión, la conmoción que me produjo la amenaza lanzada a los cuatro vientos por el dirigente camionero, directivo futbolero y empresario clandestino Hugo Moyano, de poner patas arriba el país entero (no otra cosa significa un parate por tiempo indefinido del transporte vial de carga) para el caso que su hijo y a la vez socio suyo en todos sus emprendimientos, pudiera ir preso ante un pedido efectuado por ministerio público en el curso de un proceso judicial.

La falta de respuesta ante esa amenaza claramente constitutiva de un delito puede ser vista como una prueba de mesura por parte de las autoridades. Pero mirada con los ojos de Murphy serviría para barajar la hipótesis de qué lejos y a la vez cerca estamos de que alguien que se parezca a Hugo Moyano ocupe lo que ya hace tiempo ha dejado de ser el sillón de Rivadavia, y de allí pase a disponer de lo que los castellanos mencionaban como vidas y haciendas.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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