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La mención precedente no es a todas luces original, ya que desde que es la capital de la Nación, es un lugar común –el que tiene mucho de verdad- el que “Dios está en todas partes, pero solo atiende en Buenos Aires.” Y nuestra sospecha es que a nivel de nuestra provincia –tal como es de suponer ocurra en todas- también existe una suerte de ser divino que se encuentra aposentado en nuestra ciudad capital.

Es que de otra manera, esa manía de “capitalidad itinerante”, que viene prendiendo de un tiempo a esta parte en todas las variantes del poder central, dejaría de tener razón de ser y, a la vez en tantos casos, un mero pretexto para que acompañantes del gobernante visitante puedan “viaticar”. Entiéndase bien lo que se quiere decir: no es que nos opongamos o que dé ocasión a la crítica, las visitas de quienes nos gobiernan a localidades diversas, que deberían incluir los ahora denominados “barrios de población vulnerable”; y que no se debería limitar a aquellas poblaciones de mayor número de habitantes, sino que incluir hasta los más pequeños y modestísimos villorrios.

Como manera, en todos estos casos, más que de tomar decisiones o de escuchar sugerencias, de tomar contacto cercano con la realidad. Lo que en cambio consideramos debería ser innecesario, como tenemos más que la mera sospecha de lo que suele suceder, son las visitas periódicas – y en casos periódicas en exceso- de los Intendentes a Paraná, para efectuar lo que en sentido figurado cabría calificar como “recorrida del espinel”. Dicho esto para aludir al objeto de esas visitas en las que se entremezclan la posibilidad de establecer o estrechar contactos con diferentes funcionarios, con la necesidad de lograr impulsar la marcha de diversos asuntos en trámite, a los que la pachorrienta burocracia demora su resolución, sin otra explicación que la de su endémica morosidad.

Es que consideramos que en estos tiempos en que “el trabajo a distancia”, puede ser asimilable al “presencial”, estas rutinas deberían desaparecer, y los viajes y visitas volverse excepcionales. Máxime cuando en cada Departamento de los que cuenta nuestra provincia, vive por lo menos un legislador, al que nada le costaría antes de trasladarse a la capital para el cumplimiento de sus funciones, preguntar a cada Intendente de su lugar, que es lo que necesita saber o impulsar, o llevar y traer de la ciudad capital.

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