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Desde Dioclesiano el control de precios fracasó
Desde Dioclesiano el control de precios fracasó
Desde Dioclesiano el control de precios fracasó
Un gobierno que no gobierna, mientras está en campaña

Ya se ha iniciado formalmente la cuenta regresiva, en camino a la fecha de las elecciones de medio tiempo. Las que en este caso parecerían mostrar un interés especial, a pesar de tratarse de elecciones en las que solo se renueva parte de los integrantes de las dos Cámaras del Congreso de la Nación.

Por Rocinante

Un juicio, el que alude a que estas elecciones muestran un interés especial, al que cabría considerar, sin embargo, una verdad a medias, ya que ante una institucionalidad cada vez más frágil, como es el caso de la nuestra, todas pasan por serlo, dada la impresión renovada de que nos estamos jugando el futuro a cara o cruz. Todo ello como consecuencia de la sensación generalizada en nuestra sociedad de estar viviendo al límite. Algo verdaderamente angustiante, máxime si se tiene en cuenta la circunstancia que, entre elección y elección, las cosas transcurren de la misma manera. Todo lo que refuerza esa sensación de vivir al límite con la conciencia de que, así hacerlo, significa que estamos en una situación de peligro extremo.

Lo que no parecen percibir, al menos de una manera cabal, los que gobiernan, si se advierte que junto a torpezas de un alto costo que comenzaron a pagar en las últimas primarias, se han virtualmente transformado (luego del vacío de poder que acompañó a la crisis ministerial) en un comité de campaña electoral, en la medida que todo el accionar gubernamental, y en numerosísimos casos de una manera impúdicamente obscena, gira en torno a rever los resultados de la elección primaria apuntada.

No es necesario que entremos en detalles, en ese comportamiento que, en lugar de buscar persuadir al ciudadano para que modifique su voto, o rectifique su postura abstencionista anterior, lisa y llanamente sale a comprar los votos. Y lo hace mediante notorios gestos de hueca prestidigitación. Si, en cambio, es oportuno señalar que, atendiendo a lo dicho, debe considerarse al presente gabinete de ministros en el orden nacional, como provisional, ya que es de suponer que, concluido el proceso comicial, asistiremos a la reversión de lo que actualmente es un comité de campaña, en un cuadro de funcionarios que intente gobernar.
A la importancia de los resultados eleccionarios del 14 de noviembre no le va en zaga lo que vendrá después
La sensación de un resignado desencanto de grandes dimensiones se percibe en estos días, aunque con un voto castigo, más que esperanzado, lo hicieron en las primarias y explican el temor, en muchos casos subliminal, que existe acerca de lo que vendrá después, independientemente de que sea quien sea el que gane.

Es que en una sociedad fragmentada hasta el extremo como es la nuestra, carcomida por una inflación galopante e irrefrenable en apariencia, con enormes deudas y ningún crédito, sin despertar confianza ni adentro ni afuera de ella, gobernar es aún peor que bailar con la más fea.

De allí que, mirando las cosas fríamente, la mayor diferencia entre una victoria, tanto del oficialismo como de la oposición, radique en la contención al proceso de desinstitucionalización que se vive y en el caso que la victoria de esta última sea de una dimensión tal que la convierta en el bloque mayoritario en la Cámara de Diputados, y que impida que el oficialismo se alce con las dos terceras partes del Senado.

Puede, y es algo que todos deberíamos esperar con el mismo fervor, que después de noviembre se produzca el milagro de un gran acuerdo nacional, del que nuestra sociedad ha venido escuchando hablar sin resultado alguno, de tiempos idos.

Pero de no ser así, no resulta descabellado suponer, sobre todo en el caso que el oficialismo en el poder fuera el victorioso, a que se asistiera a una radicalización en el ejercicio del poder por parte de quienes lo detentan, que se tradujera en una restricción a los derechos individuales, conformando una situación, similar a la vivida durante el punto más alto de la pandemia, resultara no otra cosa que un ensayo general, susceptible de ser tenido de esa manera como un aprendizaje.

Designaciones en el gabinete de campaña, como la del actual Ministro de Seguridad de la Nación, o de la flamante vocera gubernamental, y por sobre todo la figura del nuevo Secretario de Comercio de la Nación, con su gesto adusto y su decir que intenta mostrarse vanamente como un amable latigazo, llevarían a la indeseada corroboración de esa indeseable perspectiva. Que da la impresión de que estamos buscando retrotraernos a experiencias fallidas en el pasado en forma repetida.

Con el agravante de que todo ello, y sobre todo el intento que viene fallando desde las épocas del emperador romano Diocleciano de que los precios de los bienes de consumo sean fijados por ley, no sirve para alentar esperanzas.

Y sin embargo tengo presente que toda crisis, y sobre todo una casi terminal como la que enfrentamos, en el caso de tomar conciencia en forma colectiva de ella, puede transformarse en una oportunidad. Dicho esto, con el pesimismo que es una valiosa condición de los optimistas lúcidos.
Fuente: El Entre Ríos

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