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La muerte de George Floyd tuvo repercusión a nivel internacional, pero quienes se manifestaron de manera honesta y pacífica se vieron ensombrecidos por los disturbios, saqueos y otros actos vandálicos. Como si fuera poco, cada vez toman más protagonismo los mensajes radicalizados que deslegitiman el rol que tuvieron grandes próceres.

En el año 2011, en una de sus visitas a la ciudad de Buenos Aires, Hugo Chávez, expresidente de Venezuela, pidió a Cristina Fernández de Kirchner remover la estatua de Cristóbal Colón del Parque Colón, enfrente de la Casa Rosada. Colón no era más que un genocida de pueblos originarios, según Chávez, quien pidió poner a una figura con raíces amerindias en su lugar.

Lo que en ese momento parecía una locura de un líder populista tercermundista encuentra, en el año 2020, cómplices que vandalizan estatuas de Winston Churchill o Abraham Lincoln en Londres, la del propio Colón en Boston, y otras más.

Bien sabemos que gracias a Colón la cultura occidental llegó al continente americano. Tampoco está abierto a discusión que de la mano de Churchill se venció al fascismo, al nazismo y se puso límites al comunismo en Europa. O que con Lincoln se terminó la Guerra de Secesión en Estados Unidos y se abolió la esclavitud en ese país. Los escraches y los comentarios de políticos o famosos que se dicen progresistas muestran que hay una línea revisionista que trata de deslegitimar el rol fundamental que tuvieron estos y algunos otros en la defensa de la libertad y en la promulgación de valores occidentales a lo largo de la historia.

Los reclamos por justicia, igualdad ante la ley y defensa de derechos fundamentales son válidos y necesarios en democracias liberales. El problema es que se ven tapados por fanáticos oportunistas que no solamente aprovechan para enfrentar a la policía o saquear comercios, sino que tampoco respetan siquiera a los próceres y a la historia que hicieron que sus países superaran durísimas adversidades y lograran progresar.

Se puede discutir si Churchill, Lincoln o Colón tenían puntos oscuros. Aún así, es gracias a ellos y a tantas otras figuras que los habitantes de Europa, de Estados Unidos y de todo el resto de los países que comparten una cultura asociada a valores occidentales viven en un mundo mejor, en el cual se respetan los derechos, las libertades y los proyectos de vida de cada uno.

En este sentido, no hay dudas de que hay aspectos por mejorar. La muerte de Floyd es ejemplo de que aún persisten varios retrógrados con prejuicios raciales. Pero no por ello hay que destruir ni desmerecer todos los avances que lograron constituir una sociedad mejor. Por mencionar algunos casos donde hubo protestas, la idea de que Estados Unidos, Gran Bretaña o Francia son países racistas o países donde se oprimen a las minorías es absurdo.

Como si fuera poco, son muchos los que avalan las críticas del gobierno chino, del gobierno iraní o del gobierno ruso, que poco y nada hacen por promover y preservar las libertades individuales, ni siquiera el antirracismo, en sus respectivos países. Son muchos los que hablan sin saber de Churchill o de Lincoln, pero que luego andan marchando por el derecho de las minorías con las remeras que tiene estampada la cara de Ernesto “Che” Guevara, odiador serial de negros y homosexuales. Son muchos los que atentan contra la historia de sus países y de su cultura, sin saber que gracias a ella hoy están mucho mejor que la inmensa mayoría del resto del mundo.

Los disturbios parecen haber alcanzado un grado de locura contra el cual hay que confrontar con firmeza. Quienes defienden el rol que ocuparon próceres como Churchill o Lincoln, quienes apoyan el derecho a manifestarse sin disturbios que afecten al prójimo, quienes están convencidos de que los países con valores occidentales son los que más defienden a las minorías y las libertades individuales… todos ellos deben argumentar en contra de ese revisionismo mentiroso que atenta contra la paz y la libertad que se ha logrado.
Fuente: El Entre Ríos

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